Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 10 enero, 2011

Un concierto, una imprudencia, una canallada

Visión Universal Por Luis Mendoza Sierra “Abracemos la idea de que Silvestre Dangond, estrella del canto vallenato, se lengüisoltó por una emoción delirante, cuando repartió dinero entre niños que, más le hubieran agradecido un juguete, y cuando dijo que tiene tanto dinero que podría usarlo de papel higiénico”. Visión Universal, lunes 3 de enero. Abogaré […]

Visión Universal

Por Luis Mendoza Sierra

“Abracemos la idea de que Silvestre Dangond, estrella del canto vallenato, se lengüisoltó por una emoción delirante, cuando repartió dinero entre niños que, más le hubieran agradecido un juguete, y cuando dijo que tiene tanto dinero que podría usarlo de papel higiénico”. Visión Universal, lunes 3 de enero.

Abogaré por un diablo al que ataco sin contemplaciones cuando sus imprudencias molestan y ofenden. Es el mismo que exalto con frecuencia por sus cualidades artísticas y genialidades, además por aproximarse, de manera casi perfecta, al colosal monstruo del vallenato, a quien me parece estar viendo en su época de pleno apogeo.
En mi primera columna de este año, sin que nadie o pocos tal vez, se hubieran referido al tema, escribí el párrafo arriba reseñado, por considerar una vulgaridad y un pésimo ejemplo para la juventud, el que Silvestre Dangond se hubiera expresado de esa manera en plena tarima del culto corregimiento de Patillal, amplificado por un sonido que retumbó en los oídos de niños y jóvenes que a esa hora dormían en toda la comarca.
Lamenté igualmente, que al estilo de los capos hubiera distribuido cientos de miles de pesos a los niños que a esa hora, en vez de estar amamantados por sus madres, asistían al concierto y veían cómo un gran artista decía vulgaridades, los premiaba con dinero y para colmo,  se empinaba de la botella y recibía tragos de las barras que izaba, antes de tragárselos como el gran trofeo, costumbre inveterada y reprochable de nuestros artistas.
Pero tampoco acojo la canalla actitud de mis colegas de RCN Radio que la han emprendido inmisericordemente contra el artista, por considerar impúdico el gesto paternal, espontáneo, cariñoso, y muy nuestro, de tocarle los genitales a un niño, que burlando toda la seguridad, subió a la tarima para imitarlo y recibir como reconocimiento, cuatro billetes de 50 mil, si los conté bien.
Tan corriente y natural es en nuestra región este gesto que le generó un virulento ataque a Silvestre,  que a nadie llamó la atención, excepto a unos cuantos cachacos. Ni siquiera a quienes criticamos en periódicos, el comentario del artista de tener tanto dinero que estaba punto de convertirlo en papel higiénico. Me pareció repugnante, especialmente por la arrogante demostración de poderío económico que choca de frente con la humildad de su familia y la crianza que recibió en su natal Urumita, especialmente de su madre Dellys, y sus abuelos Ana Teresa y Chicho Corrales.
Desde el primer momento estimé mucho más ofensiva esta actitud y el apunte vulgar, que el gesto cariñoso de tomarle los genitales al niño. Expresé también, hoy lo reitero, una crítica fuerte para padres de familia y las autoridades por permitir la presencia de menores de edad, a altas horas de la madrugada, en un espectáculo en el que llueve licor. Fue un concierto de imprudencias, equivocaciones y comportamientos que en nada contribuyen a la imagen de un artista que tiene el ineludible compromiso de ser paradigma para su generación y las generaciones futuras.
Lo expresé el año pasado en una de mis columnas en la que exalté la calidad artística de Silvestre Dangond, a quien alerté para que haga el esfuerzo de  constituirse en un ejemplo bueno para los miles de jóvenes que lo siguen. Un artista de su talla está obligado además a guardar el respeto por quienes asisten a sus conciertos.
Más que por el gesto cariñoso con el niño, Silvestre debe excusarse por las vulgaridades que con frecuencia lanza en sus conciertos y por la incontenible y pública tomadera de trago en las tarimas, lo cual constituye un pésimo ejemplo para los niños y jóvenes que hacen parte de su amplia fanaticada.
Los ejemplos cunden. Ni la fama ni el dinero aseguran nada. Todo pasa, nada queda. Si acaso, el buen nombre de las personas o el mal nombre de ellas, lo cual depende de lo que  cada uno haga con su vida y en contra o a favor de la vida de los demás.
Mientras tanto, para el caso concreto de los artistas nuestros, y muy especialmente de Silvestre Dangond, si el comportamiento no mejora, los amantes del vallenato y defensores de ellos caminaremos sobre el filo de la navaja por la escasez de argumentos para defenderlos de los ataques de quienes, a veces con razón, denigran de ellos.
SABLAZO
Que tire la primera piedra quien que crea que los recursos para atender a los damnificados del invierno, no serán herramienta electoral.
[email protected]

Columnista
10 enero, 2011

Un concierto, una imprudencia, una canallada

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Mendoza S.

Visión Universal Por Luis Mendoza Sierra “Abracemos la idea de que Silvestre Dangond, estrella del canto vallenato, se lengüisoltó por una emoción delirante, cuando repartió dinero entre niños que, más le hubieran agradecido un juguete, y cuando dijo que tiene tanto dinero que podría usarlo de papel higiénico”. Visión Universal, lunes 3 de enero. Abogaré […]


Visión Universal

Por Luis Mendoza Sierra

“Abracemos la idea de que Silvestre Dangond, estrella del canto vallenato, se lengüisoltó por una emoción delirante, cuando repartió dinero entre niños que, más le hubieran agradecido un juguete, y cuando dijo que tiene tanto dinero que podría usarlo de papel higiénico”. Visión Universal, lunes 3 de enero.

Abogaré por un diablo al que ataco sin contemplaciones cuando sus imprudencias molestan y ofenden. Es el mismo que exalto con frecuencia por sus cualidades artísticas y genialidades, además por aproximarse, de manera casi perfecta, al colosal monstruo del vallenato, a quien me parece estar viendo en su época de pleno apogeo.
En mi primera columna de este año, sin que nadie o pocos tal vez, se hubieran referido al tema, escribí el párrafo arriba reseñado, por considerar una vulgaridad y un pésimo ejemplo para la juventud, el que Silvestre Dangond se hubiera expresado de esa manera en plena tarima del culto corregimiento de Patillal, amplificado por un sonido que retumbó en los oídos de niños y jóvenes que a esa hora dormían en toda la comarca.
Lamenté igualmente, que al estilo de los capos hubiera distribuido cientos de miles de pesos a los niños que a esa hora, en vez de estar amamantados por sus madres, asistían al concierto y veían cómo un gran artista decía vulgaridades, los premiaba con dinero y para colmo,  se empinaba de la botella y recibía tragos de las barras que izaba, antes de tragárselos como el gran trofeo, costumbre inveterada y reprochable de nuestros artistas.
Pero tampoco acojo la canalla actitud de mis colegas de RCN Radio que la han emprendido inmisericordemente contra el artista, por considerar impúdico el gesto paternal, espontáneo, cariñoso, y muy nuestro, de tocarle los genitales a un niño, que burlando toda la seguridad, subió a la tarima para imitarlo y recibir como reconocimiento, cuatro billetes de 50 mil, si los conté bien.
Tan corriente y natural es en nuestra región este gesto que le generó un virulento ataque a Silvestre,  que a nadie llamó la atención, excepto a unos cuantos cachacos. Ni siquiera a quienes criticamos en periódicos, el comentario del artista de tener tanto dinero que estaba punto de convertirlo en papel higiénico. Me pareció repugnante, especialmente por la arrogante demostración de poderío económico que choca de frente con la humildad de su familia y la crianza que recibió en su natal Urumita, especialmente de su madre Dellys, y sus abuelos Ana Teresa y Chicho Corrales.
Desde el primer momento estimé mucho más ofensiva esta actitud y el apunte vulgar, que el gesto cariñoso de tomarle los genitales al niño. Expresé también, hoy lo reitero, una crítica fuerte para padres de familia y las autoridades por permitir la presencia de menores de edad, a altas horas de la madrugada, en un espectáculo en el que llueve licor. Fue un concierto de imprudencias, equivocaciones y comportamientos que en nada contribuyen a la imagen de un artista que tiene el ineludible compromiso de ser paradigma para su generación y las generaciones futuras.
Lo expresé el año pasado en una de mis columnas en la que exalté la calidad artística de Silvestre Dangond, a quien alerté para que haga el esfuerzo de  constituirse en un ejemplo bueno para los miles de jóvenes que lo siguen. Un artista de su talla está obligado además a guardar el respeto por quienes asisten a sus conciertos.
Más que por el gesto cariñoso con el niño, Silvestre debe excusarse por las vulgaridades que con frecuencia lanza en sus conciertos y por la incontenible y pública tomadera de trago en las tarimas, lo cual constituye un pésimo ejemplo para los niños y jóvenes que hacen parte de su amplia fanaticada.
Los ejemplos cunden. Ni la fama ni el dinero aseguran nada. Todo pasa, nada queda. Si acaso, el buen nombre de las personas o el mal nombre de ellas, lo cual depende de lo que  cada uno haga con su vida y en contra o a favor de la vida de los demás.
Mientras tanto, para el caso concreto de los artistas nuestros, y muy especialmente de Silvestre Dangond, si el comportamiento no mejora, los amantes del vallenato y defensores de ellos caminaremos sobre el filo de la navaja por la escasez de argumentos para defenderlos de los ataques de quienes, a veces con razón, denigran de ellos.
SABLAZO
Que tire la primera piedra quien que crea que los recursos para atender a los damnificados del invierno, no serán herramienta electoral.
[email protected]