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Columnista - 26 junio, 2025

Un buen café

En una agradable reunión familiar, nos compartía un experto caficultor acerca de los procesos para producir un buen café: comenzando con la selección del grano, la despulpada y secada, el tostado y molido, hasta la preparación. Esto me hacía pensar en que muchos de nosotros no podemos ser usados como alimento para otros, hasta que no hayamos sido trillados en las manos de Cristo.

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“El grano se trilla…” (Isaías 28,28)

En una agradable reunión familiar, nos compartía un experto caficultor acerca de los procesos para producir un buen café: comenzando con la selección del grano, la despulpada y secada, el tostado y molido, hasta la preparación. Esto me hacía pensar en que muchos de nosotros no podemos ser usados como alimento para otros, hasta que no hayamos sido trillados en las manos de Cristo.

La expresión “el grano se trilla” hace relación con el hecho de que, muchas veces, pasamos por temporadas o momentos en los que la bendición de Cristo nos es ajena o se convierte en aflicción. Pero, aun así, sigue siendo un privilegio ofrecer nuestras vidas para beneficiar a otros. Las cosas más valiosas de este mundo han llegado a nosotros por medio de lágrimas y sufrimientos. En la metáfora del café, para producir un buen café —en sabor y aroma— es necesario ser molido en los molinos de Dios; que, aunque en ocasiones muelen lento, siempre muelen fino.

Fuimos escogidos y seleccionados con esmero. Ahora debemos ser despulpados, secados, tostados y molidos antes de poder dar un agradable sabor que beneficie a otros. Si nos perdemos en alguna parte del proceso, la semilla se pierde y dejamos de ser útiles en las manos de Dios para llevar consuelo, paz y sabor a otros.

La pobreza, la opresión y la calamidad son factores que pretenden interrumpir el proceso. Estos deben impulsarnos a resguardarlo y mejorar las condiciones para aumentar el servicio y la grandeza espiritual. Las dificultades deben desafiar la creatividad y la perseverancia, activando los recursos y cualidades más fuertes del alma. Son muchos los obstáculos del camino que nos han incentivado a seguir hacia nuestro destino. En ocasiones, Dios decreta la oposición como un incentivo para la fe y el servicio a otros.

Encuentro que muchos de los personajes de la Biblia fueron machacados, trillados, molidos y convertidos en buenos cafés para animar a los hambrientos y sedientos. Abraham fue el caudillo de los que sufren y obedecen, porque permaneció a la cabeza de los suyos en aflicción y obediencia. Jacob sufrió severas despulpadas y secadas. José tuvo que ser tostado y pasar por la cocina y la prisión de Potifar para llegar a la silla de primer ministro de Egipto. David, perseguido y rechazado, fue triturado y convertido en el café que trajo honor y restauración a toda la nación. Pablo nunca hubiera podido ser de grato sabor para el mundo gentil si no hubiese soportado las altas temperaturas del fuego de las dificultades, los latigazos y el apedreamiento.

En fin, tan grande como sea la lucha, así tambien será la victoria. Si te sientes como el grano de café que esta siendo procesado, ten la seguridad de que Dios tiene en su corazón un lugar especial para ti. Cuando estamos inmersos en el proceso de producción, no alcanzamos a vislumbrar el sabor y aroma que seremos capaces de dar; pero, al final podemos disfrutar de haber servido a otros un buen café y haber sido el gozo y la alegría de muchos. 

Queridos amigos, con la bendición de Dios, tomémonos un tinto y seamos felices… 

POR: VALERIO MEJÍA.

Columnista
26 junio, 2025

Un buen café

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

En una agradable reunión familiar, nos compartía un experto caficultor acerca de los procesos para producir un buen café: comenzando con la selección del grano, la despulpada y secada, el tostado y molido, hasta la preparación. Esto me hacía pensar en que muchos de nosotros no podemos ser usados como alimento para otros, hasta que no hayamos sido trillados en las manos de Cristo.


“El grano se trilla…” (Isaías 28,28)

En una agradable reunión familiar, nos compartía un experto caficultor acerca de los procesos para producir un buen café: comenzando con la selección del grano, la despulpada y secada, el tostado y molido, hasta la preparación. Esto me hacía pensar en que muchos de nosotros no podemos ser usados como alimento para otros, hasta que no hayamos sido trillados en las manos de Cristo.

La expresión “el grano se trilla” hace relación con el hecho de que, muchas veces, pasamos por temporadas o momentos en los que la bendición de Cristo nos es ajena o se convierte en aflicción. Pero, aun así, sigue siendo un privilegio ofrecer nuestras vidas para beneficiar a otros. Las cosas más valiosas de este mundo han llegado a nosotros por medio de lágrimas y sufrimientos. En la metáfora del café, para producir un buen café —en sabor y aroma— es necesario ser molido en los molinos de Dios; que, aunque en ocasiones muelen lento, siempre muelen fino.

Fuimos escogidos y seleccionados con esmero. Ahora debemos ser despulpados, secados, tostados y molidos antes de poder dar un agradable sabor que beneficie a otros. Si nos perdemos en alguna parte del proceso, la semilla se pierde y dejamos de ser útiles en las manos de Dios para llevar consuelo, paz y sabor a otros.

La pobreza, la opresión y la calamidad son factores que pretenden interrumpir el proceso. Estos deben impulsarnos a resguardarlo y mejorar las condiciones para aumentar el servicio y la grandeza espiritual. Las dificultades deben desafiar la creatividad y la perseverancia, activando los recursos y cualidades más fuertes del alma. Son muchos los obstáculos del camino que nos han incentivado a seguir hacia nuestro destino. En ocasiones, Dios decreta la oposición como un incentivo para la fe y el servicio a otros.

Encuentro que muchos de los personajes de la Biblia fueron machacados, trillados, molidos y convertidos en buenos cafés para animar a los hambrientos y sedientos. Abraham fue el caudillo de los que sufren y obedecen, porque permaneció a la cabeza de los suyos en aflicción y obediencia. Jacob sufrió severas despulpadas y secadas. José tuvo que ser tostado y pasar por la cocina y la prisión de Potifar para llegar a la silla de primer ministro de Egipto. David, perseguido y rechazado, fue triturado y convertido en el café que trajo honor y restauración a toda la nación. Pablo nunca hubiera podido ser de grato sabor para el mundo gentil si no hubiese soportado las altas temperaturas del fuego de las dificultades, los latigazos y el apedreamiento.

En fin, tan grande como sea la lucha, así tambien será la victoria. Si te sientes como el grano de café que esta siendo procesado, ten la seguridad de que Dios tiene en su corazón un lugar especial para ti. Cuando estamos inmersos en el proceso de producción, no alcanzamos a vislumbrar el sabor y aroma que seremos capaces de dar; pero, al final podemos disfrutar de haber servido a otros un buen café y haber sido el gozo y la alegría de muchos. 

Queridos amigos, con la bendición de Dios, tomémonos un tinto y seamos felices… 

POR: VALERIO MEJÍA.