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Sin categoría - 2 junio, 2025

Un año después, víctimas del desplome de casa campo en una boda en Valledupar siguen sin respuestas 

Un saldo de 43 personas heridas y cinco fallecidas dejó esta tragedia que tuvo lugar en la celebración de una boda cuando las estructuras del salón de eventos se desplomaron sobre los invitados.

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Un año después del desplome del techo del salón de eventos de la Casa Hotel Riascos, ubicada frente a la Feria Ganadera, escenario en donde se llevó a cabo una boda que se convirtió en tragedia, las víctimas de este hecho, que dejó un saldo de 43 heridos y cinco personas fallecidas, siguen sin respuestas de quienes señalan como los responsables.

Una de las tantas víctimas de este suceso, que enlutó a Valledupar y quedó registrado a nivel nacional, es Marina Suárez, quien, en compañía de su hija María José García, asistió a la boda de Ebet Shaday Calderón y Camilo Andrade, que se realizó el 1.º de junio de 2024 en ese salón de eventos; una celebración que pasó de la alegría al terror.

“Mi hija y yo fuimos afectadas. Aún seguimos en rehabilitación en la ciudad de Chía, Cundinamarca. Nadie nos responde por lo que sucedió, no nos responde ni el arquitecto Darwin Pava ni la dueña de la casa campo. Ellos no saben el sufrimiento que hemos pasado mi hija y mi familia”, aseguró Suárez.

Esta madre de familia, con tristeza y dolor, contó que su vida y la de su hija cambiaron cuando esa noche del 1.º de junio, una placa del techo del salón de eventos le cayó en la espalda y en sus piernas. Tanto ella como la “niña de sus ojos” fueron trasladadas a un centro médico por la gravedad de las heridas, siendo la única manera de comunicarse por videollamada mientras cada una enfrentaba un doloroso proceso de intervención quirúrgica.

Secuelas en la piel y en el alma 

El caso de su hija María José fue aún más grave al recibir una lesión en la columna que la ha obligado a someterse a diferentes cirugías para poder volver a caminar. De poder correr, saltar o simplemente estar de pie, María José tuvo que asumir el enorme reto de sentarse en una silla de ruedas en medio del dolor y la frustración, pero siempre refugiándose en Dios.

“En la boda yo me senté con mi mamá en una de las mesas, al lado se sentaron unas damas de honor y estábamos compartiendo cuando el techo se vino abajo. Mi recuperación ha sido lenta porque mi trauma fue muy grande. Lo que me sostenía cuando desperté en la clínica fue el amor de quienes me rodeaban, lo más difícil fue saber que mi madre también estaba luchando por su vida”, manifestó García. 

Reviviendo los sucesos de ese fatídico día, García precisó que el 2 de junio entró a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Las fracturas y el diagnóstico le parecían “demasiado” para ella, pero en medio de todo lo que le estaba pasando, lo que la fortaleció fue la presencia de Dios. “Fue real, constante, me dio paz en medio del miedo. Aún sigo en recuperación, sigo en terapias enfrentando procesos que no pensé vivir”.

Agregó que hay días en los que su cuerpo le recuerda el dolor, pero que aún sigue recuperándose físicamente: “Mi alma ya se levantó. Aprendí que sanar no es solo moverse, es también volver a creer en la vida”.

Llantos inconsolables 

Tanto María José como su madre reconocen que el estar con vida es producto de la “misericordia de Dios” y están inmensamente agradecidas por ello. Por otro lado, en este terrible suceso hay quienes tuvieron que decirle adiós no solo a un ser querido, sino a dos, como es el caso de Ana Mercedes Ahumada, dama de honor del casamiento, quien perdió a su madre y a su compañero sentimental, Jesús David Andrade, hermano del novio.

“Cuando se desplomó la casa campo todo se quedó oscuro, se escuchaban gritos. Mi mamá era todo para mí. El 10 de junio mientras estaba en su velorio, una prima que es psicóloga me llamó y me comenzó a preguntar por Jesús. Yo le pregunté confundida si Jesús murió y ella me dijo que sí”, dijo con tristeza.   

Jesús David Andrade, quien era suboficial de la armada, le cayó en la pierna material del techo del salón. No murió de manera instantánea, le amputaron la pierna y fue trasladado a un centro médico en Bogotá en donde murió luego de una complicación en la cirugía.
La misma tragedia la vivió Alciris Ochoa, quien fue a la boda con su hija Naileth de 22 años: “Yo miro hacia el techo y digo Dios ayúdanos. Fue como si fuera un terremoto, fue muy fuerte. Cuando me sacaron de recuperación para vestirme yo preguntaba por mi hija, entraron mis hijos al cuarto y me dijeron que había muerto”. 

La boda

Relatar lo sucedido ese 1.º de junio de 2024, no es una tarea fácil para Ebet Shaday Calderón, y Camilo Andrade, quienes planearon compartir su felicidad y amor con sus familiares y amigos sin imaginarse que le dirían adiós a varios de ellos. De acuerdo con Ebet Shaday, se decidió celebrar la boda el 1.º de junio en homenaje a sus padres fallecidos que también se habían casado en esa fecha. 

Originalmente la boda iba a ser al aire libre, pero una semana antes del matrimonio comenzaron a presentarse fuertes lluvias que provocaron que se buscara un salón cerrado. 

“La casa campo lucía hermosa y decidimos hacer la celebración allí. El día de la boda cuando Camilo los votos, el cielo se puso nublado y habían relámpagos. Nos pusieron unas sombrillas y por ello decidimos terminar la ceremonia en el salón para que los invitados no se mojaran. En medio de la celebración alguien dice corran, y no hubo tiempo de nada. Apenas salgo del salón lo que hago es voltear y veo todo destruido”, explicó Calderón.  

Agregó que hubo una avalancha de personas provocada por el pánico: “Las personas pasaban encima de otras para poder salir, y es cuando empiezo a ver gente llena de sangre”. 

Para atender esta tragedia los organismos de socorro se desplegaron: la colaboración de la Policía Nacional, la Defensa Civil, la Cruz Roja, el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Valledupar (15 unidades), el Ejército Nacional de la Décima Brigada, Centro Regulador de Urgencias y Emergencias – CRUE, la Secretaría de Salud Departamental, Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y un perro de rescate, trabajaron arduamente para rescatar a las víctimas y levantar los escombros.

La estructura 

Tras la tragedia ocurrida en la casa campo, los entes de control de la ciudad de Valledupar realizaron una visita técnica la mañana del martes 4 de junio a la Casa Hotel La Riosca, lugar de los hechos, porque se presumía que una falla estructural sería la responsable del colapso del techo.

De acuerdo con una investigación exhaustiva de la mano de profesionales expertos, se pudo determinar que presuntamente la edificación carece de permisos correspondientes de la Curaduría Urbana e integra otras infracciones urbanísticas, por lo que la obra fue suspendida por falta de licencia. Según el ingeniero Francisco Ustáriz, el colapso del techo pudo haber sido por un tema estructural, sin embargo, aclaró que se deben analizar muchos factores.

“Se nota cómo la estructura colapsó de una manera interna desde el medio hacia afuera, cuando esto ocurre quiere decir que la mayor carga o la primera falla que ocurrió en la estructura fue por la mitad, entonces se debe ver si el incidente pudo haber sido por una sobrecarga o por una falla en la estructura de los soportes”, expresó el experto, señalando que si realmente hubo un diseño se le debe brindar la oportunidad al ingeniero de explicar todo el tema de cargas que existió en este suceso.

Lluvia, vigas y cálculos 

Otras de las hipótesis del ingeniero es que por la lluvia presuntamente la losa no tenía evacuación suficiente y el agua hace peso, además, con todo el peso de sonidos y por el posible diseño incorrecto de cargas, pudo haber fallado, como lo han informado testigos del hecho que aseguran que el material no estaba confinado, sin embargo, estás suposiciones no se pueden afirmar hasta que exista un análisis veraz.

Y es que, de acuerdo con expertos de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, sobre los asistentes a la boda cayeron alrededor de 600 kilos entre cemento, ladrillo, cercha metálica, aires acondicionados y luces. En ese sentido, José Joaquín Álvarez, ingeniero especialista en Geotecnia de Estructuras, comentó que posiblemente no hubo un cálculo juicioso de acuerdo a la Norma de Construcción Sismorresistente, empleada para la construcción.

“Para ese salón se tenían que tener unas buenas vigas, columnas. Hay que investigar más, sin embargo, en el video se ven unas cerchas que se utilizan más para soportar cubiertas livianas, no para una placa de concreto”, explicó Álvarez. 

Lo cierto es que un año después, el dolor de la tragedia sigue latente. Las víctimas aún luchan por sanar cuerpo y alma. Y los “responsables”, aún en silencio.

Por Redacción EL PILÓN

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2 junio, 2025

Un año después, víctimas del desplome de casa campo en una boda en Valledupar siguen sin respuestas 

Un saldo de 43 personas heridas y cinco fallecidas dejó esta tragedia que tuvo lugar en la celebración de una boda cuando las estructuras del salón de eventos se desplomaron sobre los invitados.


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Un año después del desplome del techo del salón de eventos de la Casa Hotel Riascos, ubicada frente a la Feria Ganadera, escenario en donde se llevó a cabo una boda que se convirtió en tragedia, las víctimas de este hecho, que dejó un saldo de 43 heridos y cinco personas fallecidas, siguen sin respuestas de quienes señalan como los responsables.

Una de las tantas víctimas de este suceso, que enlutó a Valledupar y quedó registrado a nivel nacional, es Marina Suárez, quien, en compañía de su hija María José García, asistió a la boda de Ebet Shaday Calderón y Camilo Andrade, que se realizó el 1.º de junio de 2024 en ese salón de eventos; una celebración que pasó de la alegría al terror.

“Mi hija y yo fuimos afectadas. Aún seguimos en rehabilitación en la ciudad de Chía, Cundinamarca. Nadie nos responde por lo que sucedió, no nos responde ni el arquitecto Darwin Pava ni la dueña de la casa campo. Ellos no saben el sufrimiento que hemos pasado mi hija y mi familia”, aseguró Suárez.

Esta madre de familia, con tristeza y dolor, contó que su vida y la de su hija cambiaron cuando esa noche del 1.º de junio, una placa del techo del salón de eventos le cayó en la espalda y en sus piernas. Tanto ella como la “niña de sus ojos” fueron trasladadas a un centro médico por la gravedad de las heridas, siendo la única manera de comunicarse por videollamada mientras cada una enfrentaba un doloroso proceso de intervención quirúrgica.

Secuelas en la piel y en el alma 

El caso de su hija María José fue aún más grave al recibir una lesión en la columna que la ha obligado a someterse a diferentes cirugías para poder volver a caminar. De poder correr, saltar o simplemente estar de pie, María José tuvo que asumir el enorme reto de sentarse en una silla de ruedas en medio del dolor y la frustración, pero siempre refugiándose en Dios.

“En la boda yo me senté con mi mamá en una de las mesas, al lado se sentaron unas damas de honor y estábamos compartiendo cuando el techo se vino abajo. Mi recuperación ha sido lenta porque mi trauma fue muy grande. Lo que me sostenía cuando desperté en la clínica fue el amor de quienes me rodeaban, lo más difícil fue saber que mi madre también estaba luchando por su vida”, manifestó García. 

Reviviendo los sucesos de ese fatídico día, García precisó que el 2 de junio entró a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Las fracturas y el diagnóstico le parecían “demasiado” para ella, pero en medio de todo lo que le estaba pasando, lo que la fortaleció fue la presencia de Dios. “Fue real, constante, me dio paz en medio del miedo. Aún sigo en recuperación, sigo en terapias enfrentando procesos que no pensé vivir”.

Agregó que hay días en los que su cuerpo le recuerda el dolor, pero que aún sigue recuperándose físicamente: “Mi alma ya se levantó. Aprendí que sanar no es solo moverse, es también volver a creer en la vida”.

Llantos inconsolables 

Tanto María José como su madre reconocen que el estar con vida es producto de la “misericordia de Dios” y están inmensamente agradecidas por ello. Por otro lado, en este terrible suceso hay quienes tuvieron que decirle adiós no solo a un ser querido, sino a dos, como es el caso de Ana Mercedes Ahumada, dama de honor del casamiento, quien perdió a su madre y a su compañero sentimental, Jesús David Andrade, hermano del novio.

“Cuando se desplomó la casa campo todo se quedó oscuro, se escuchaban gritos. Mi mamá era todo para mí. El 10 de junio mientras estaba en su velorio, una prima que es psicóloga me llamó y me comenzó a preguntar por Jesús. Yo le pregunté confundida si Jesús murió y ella me dijo que sí”, dijo con tristeza.   

Jesús David Andrade, quien era suboficial de la armada, le cayó en la pierna material del techo del salón. No murió de manera instantánea, le amputaron la pierna y fue trasladado a un centro médico en Bogotá en donde murió luego de una complicación en la cirugía.
La misma tragedia la vivió Alciris Ochoa, quien fue a la boda con su hija Naileth de 22 años: “Yo miro hacia el techo y digo Dios ayúdanos. Fue como si fuera un terremoto, fue muy fuerte. Cuando me sacaron de recuperación para vestirme yo preguntaba por mi hija, entraron mis hijos al cuarto y me dijeron que había muerto”. 

La boda

Relatar lo sucedido ese 1.º de junio de 2024, no es una tarea fácil para Ebet Shaday Calderón, y Camilo Andrade, quienes planearon compartir su felicidad y amor con sus familiares y amigos sin imaginarse que le dirían adiós a varios de ellos. De acuerdo con Ebet Shaday, se decidió celebrar la boda el 1.º de junio en homenaje a sus padres fallecidos que también se habían casado en esa fecha. 

Originalmente la boda iba a ser al aire libre, pero una semana antes del matrimonio comenzaron a presentarse fuertes lluvias que provocaron que se buscara un salón cerrado. 

“La casa campo lucía hermosa y decidimos hacer la celebración allí. El día de la boda cuando Camilo los votos, el cielo se puso nublado y habían relámpagos. Nos pusieron unas sombrillas y por ello decidimos terminar la ceremonia en el salón para que los invitados no se mojaran. En medio de la celebración alguien dice corran, y no hubo tiempo de nada. Apenas salgo del salón lo que hago es voltear y veo todo destruido”, explicó Calderón.  

Agregó que hubo una avalancha de personas provocada por el pánico: “Las personas pasaban encima de otras para poder salir, y es cuando empiezo a ver gente llena de sangre”. 

Para atender esta tragedia los organismos de socorro se desplegaron: la colaboración de la Policía Nacional, la Defensa Civil, la Cruz Roja, el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Valledupar (15 unidades), el Ejército Nacional de la Décima Brigada, Centro Regulador de Urgencias y Emergencias – CRUE, la Secretaría de Salud Departamental, Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y un perro de rescate, trabajaron arduamente para rescatar a las víctimas y levantar los escombros.

La estructura 

Tras la tragedia ocurrida en la casa campo, los entes de control de la ciudad de Valledupar realizaron una visita técnica la mañana del martes 4 de junio a la Casa Hotel La Riosca, lugar de los hechos, porque se presumía que una falla estructural sería la responsable del colapso del techo.

De acuerdo con una investigación exhaustiva de la mano de profesionales expertos, se pudo determinar que presuntamente la edificación carece de permisos correspondientes de la Curaduría Urbana e integra otras infracciones urbanísticas, por lo que la obra fue suspendida por falta de licencia. Según el ingeniero Francisco Ustáriz, el colapso del techo pudo haber sido por un tema estructural, sin embargo, aclaró que se deben analizar muchos factores.

“Se nota cómo la estructura colapsó de una manera interna desde el medio hacia afuera, cuando esto ocurre quiere decir que la mayor carga o la primera falla que ocurrió en la estructura fue por la mitad, entonces se debe ver si el incidente pudo haber sido por una sobrecarga o por una falla en la estructura de los soportes”, expresó el experto, señalando que si realmente hubo un diseño se le debe brindar la oportunidad al ingeniero de explicar todo el tema de cargas que existió en este suceso.

Lluvia, vigas y cálculos 

Otras de las hipótesis del ingeniero es que por la lluvia presuntamente la losa no tenía evacuación suficiente y el agua hace peso, además, con todo el peso de sonidos y por el posible diseño incorrecto de cargas, pudo haber fallado, como lo han informado testigos del hecho que aseguran que el material no estaba confinado, sin embargo, estás suposiciones no se pueden afirmar hasta que exista un análisis veraz.

Y es que, de acuerdo con expertos de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, sobre los asistentes a la boda cayeron alrededor de 600 kilos entre cemento, ladrillo, cercha metálica, aires acondicionados y luces. En ese sentido, José Joaquín Álvarez, ingeniero especialista en Geotecnia de Estructuras, comentó que posiblemente no hubo un cálculo juicioso de acuerdo a la Norma de Construcción Sismorresistente, empleada para la construcción.

“Para ese salón se tenían que tener unas buenas vigas, columnas. Hay que investigar más, sin embargo, en el video se ven unas cerchas que se utilizan más para soportar cubiertas livianas, no para una placa de concreto”, explicó Álvarez. 

Lo cierto es que un año después, el dolor de la tragedia sigue latente. Las víctimas aún luchan por sanar cuerpo y alma. Y los “responsables”, aún en silencio.

Por Redacción EL PILÓN