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Columnista - 14 septiembre, 2021

Tus convicciones no son negociables

Tener la certeza de lo que se piensa o se siente es la definición más cercana a convicción;  nada mejor que tener claro lo que quieres en la vida, saber cuáles son tus metas y objetivos;  que cada mañana al despertar sientas la fuerza de tus proyectos animándote a levantarte  y visionar. Luchar por ellos […]

Tener la certeza de lo que se piensa o se siente es la definición más cercana a convicción;  nada mejor que tener claro lo que quieres en la vida, saber cuáles son tus metas y objetivos;  que cada mañana al despertar sientas la fuerza de tus proyectos animándote a levantarte  y visionar. Luchar por ellos con denuedo.

Nada mejor que estar convencido de lo que quieres, convicciones innegociables que te orienten como brújula hacia el puerto seguro, tus metas.  La vida es esa, siempre nos encontramos ante situaciones en las que debemos tomar decisiones: seguir o parar, blanco o negro, sí o no;  izquierda o  derecha.

Para bien o para mal, en ese punto de la vida, justo ahí, no tenemos terceras opciones,   nadie que decida por ti. Es tu responsabilidad.  Por eso la importancia de saber qué hacer y nunca  doblegar ante la incertidumbre, luchar por lo que quieres.

Cuando estamos en ese punto,  que se abre ante nosotros la posibilidad de decidir, nada mejor que estar en armonía con nuestro sentir,  poner de acuerdo la razón con el corazón; esto puede sonar muy poético, sí. Pero es verdad.

Además que no es nada fácil. Si lo fuese, el mundo sería color de rosas con aroma de mujer; qué delicia.

Pero es justamente por eso, porque no es nada fácil, nos complica la vida tomar decisiones.  Unos  considerando que la verdad absoluta es propia; la mayoría, dejando que la iniciativa la tomen otros que decidan solos, que  los demás  decidan por ti, sin importar el criterio que manejes,  carácter de vida.

La historia de Colombia  nos dice, sin temor a equivocarme,  que unos pocos han decidido nuestra suerte presente; hemos sido irresponsables al dejar que tus convicciones sean humilladas, de allí que, por ejemplo, dejemos sacar del campo al campesino, y que los semáforos estén llenos de niños limpia vidrios; que la informalidad sea el pan nuestro de cada día, economía de angustia; e impuestos que cada vez nos asfixian más; sueldos de miseria y corruptos cada día más ricos.

Cada cuatro años nos enfrentamos ante propuestas baladíes, de risa. Abrazos sin calor, promesas que nunca se cumplirán. Nos enfrentamos ante la posibilidad de elegir bien, pero dejamos esa responsabilidad en otros, o simplemente permitimos que nuestras convicciones se maltraten.

Mientras tanto la historia se ríe, dejándonos un presente oscuro y un futuro triste e incierto que genera angustia y zozobra. La corrupción cabalga sobre el lomo de la cultura, la salud, la economía, la alimentación de los niños;  así esos corruptos de hoy y de ayer pretendan vendernos la inopia  como algo normal.

Hagamos un alto en el camino,  el caos parece ineludible,  solo nosotros, nadie más, lo puede evitar;  cada uno, con una herramienta importante para dar  luz al presente y llenar de esperanzas y colores el futuro. Decidir y decidir bien.

No es fácil, tampoco imposible. Lo importante es empezar. No negocies tus convicciones, el punto de partida somos nosotros, cada uno. Sólo Eso.

Columnista
14 septiembre, 2021

Tus convicciones no son negociables

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

Tener la certeza de lo que se piensa o se siente es la definición más cercana a convicción;  nada mejor que tener claro lo que quieres en la vida, saber cuáles son tus metas y objetivos;  que cada mañana al despertar sientas la fuerza de tus proyectos animándote a levantarte  y visionar. Luchar por ellos […]


Tener la certeza de lo que se piensa o se siente es la definición más cercana a convicción;  nada mejor que tener claro lo que quieres en la vida, saber cuáles son tus metas y objetivos;  que cada mañana al despertar sientas la fuerza de tus proyectos animándote a levantarte  y visionar. Luchar por ellos con denuedo.

Nada mejor que estar convencido de lo que quieres, convicciones innegociables que te orienten como brújula hacia el puerto seguro, tus metas.  La vida es esa, siempre nos encontramos ante situaciones en las que debemos tomar decisiones: seguir o parar, blanco o negro, sí o no;  izquierda o  derecha.

Para bien o para mal, en ese punto de la vida, justo ahí, no tenemos terceras opciones,   nadie que decida por ti. Es tu responsabilidad.  Por eso la importancia de saber qué hacer y nunca  doblegar ante la incertidumbre, luchar por lo que quieres.

Cuando estamos en ese punto,  que se abre ante nosotros la posibilidad de decidir, nada mejor que estar en armonía con nuestro sentir,  poner de acuerdo la razón con el corazón; esto puede sonar muy poético, sí. Pero es verdad.

Además que no es nada fácil. Si lo fuese, el mundo sería color de rosas con aroma de mujer; qué delicia.

Pero es justamente por eso, porque no es nada fácil, nos complica la vida tomar decisiones.  Unos  considerando que la verdad absoluta es propia; la mayoría, dejando que la iniciativa la tomen otros que decidan solos, que  los demás  decidan por ti, sin importar el criterio que manejes,  carácter de vida.

La historia de Colombia  nos dice, sin temor a equivocarme,  que unos pocos han decidido nuestra suerte presente; hemos sido irresponsables al dejar que tus convicciones sean humilladas, de allí que, por ejemplo, dejemos sacar del campo al campesino, y que los semáforos estén llenos de niños limpia vidrios; que la informalidad sea el pan nuestro de cada día, economía de angustia; e impuestos que cada vez nos asfixian más; sueldos de miseria y corruptos cada día más ricos.

Cada cuatro años nos enfrentamos ante propuestas baladíes, de risa. Abrazos sin calor, promesas que nunca se cumplirán. Nos enfrentamos ante la posibilidad de elegir bien, pero dejamos esa responsabilidad en otros, o simplemente permitimos que nuestras convicciones se maltraten.

Mientras tanto la historia se ríe, dejándonos un presente oscuro y un futuro triste e incierto que genera angustia y zozobra. La corrupción cabalga sobre el lomo de la cultura, la salud, la economía, la alimentación de los niños;  así esos corruptos de hoy y de ayer pretendan vendernos la inopia  como algo normal.

Hagamos un alto en el camino,  el caos parece ineludible,  solo nosotros, nadie más, lo puede evitar;  cada uno, con una herramienta importante para dar  luz al presente y llenar de esperanzas y colores el futuro. Decidir y decidir bien.

No es fácil, tampoco imposible. Lo importante es empezar. No negocies tus convicciones, el punto de partida somos nosotros, cada uno. Sólo Eso.