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Columnista - 18 mayo, 2021

Triste adiós al amigo Juan Cabana…

Hay noticias que marcan el corazón  y hoy quiero referirme de manera especial a un ser humano humilde, dicharachero, un hombre bien;   que promovió,   quizás sin proponérselo, una actividad de trabajo informal que ha incidido de manera  sustancial en el desarrollo de la economía de Valledupar: el mototaxismo y el servicio domiciliario. Me refiero a […]

Hay noticias que marcan el corazón  y hoy quiero referirme de manera especial a un ser humano humilde, dicharachero, un hombre bien;   que promovió,   quizás sin proponérselo, una actividad de trabajo informal que ha incidido de manera  sustancial en el desarrollo de la economía de Valledupar: el mototaxismo y el servicio domiciliario. Me refiero a Juan Cabana, un hombre que vivió toda su vida en el barrio Sicarare y gozó  del aprecio y cariño de toda esa comunidad. 

El popular Cabana se dedicó a hacerle los ‘mandaos’ a la gente de su barrio, a los vecinos y amigos del sector; a llevar en su  pequeña moto, a las damas que elegían su servicio por ser un hombre serio, respetuoso, diligente  y servicial  y, algo muy especial,  era un  buen conversador.

En la época de sus inicios en esa labor no había tantas motos en Valledupar, poca competencia,  cosa que él aprovechó y se dedicó  a ganarse sus pesos con esa actividad, en la moto que convertiría  en su compañera fiel de toda la vida. Hasta cuando un desprevenido conductor en un acto irresponsable se voló  una señal de pare  y se llevó por delante al gran ‘Cabana’, por el sector de la carrera 6 con calles 19B y 20.  

El impacto  fue tremendo,  él  era un hombre menudito,  no aguantó los golpes  e infortunadamente murió.

Cabana en su moto era un prototipo de conductor diferente a ‘casi’ todos los mototaxistas, él  era muy pasivo para conducir, respetuoso de las normas de tránsito, brindaba confianza; no en vano  esa fue su actividad principal de sustento para él  y su familia.

Yo puedo dar fe de eso, era mi amigo, y acudí a sus servicios para que me llevara y me recogiera  desde la casa hasta Zona Creativa  y  al  medio día al salir del programa, ‘La Tertulia’, en Maravilla Estéreo,  me recogía y llevaba hasta la casa.

Con él  me enteraba de los sucesos que ocurrían en Valledupar con las protestas del paro, el precio de la carne donde Niño, y las  verduras en el mercado.  Uno que otro chisme de esos que nunca faltan en mi pueblo y que con él  era como pan fresco del día. A la mano.

La muerte  de Juan Cabana seguramente se convertirá  en una estadística más y  no pasará  de allí,  si bien es cierto en un accidente, sea cual fuere el motivo, nadie quiere hacerle daño a otro, no es menos cierto que la prudencia debe ser una constante porque un error y el descuido más  leve puede llevar a la muerte a cualquiera. Como en este caso, tristemente.

El día del accidente, fue en horas de la tarde,  antes de ello en la mañana, lejos de imaginar nada, disfrutamos de un jugo de naranja que le brindé, después de eso, en la mente  quedan los recuerdos de un ser humano maravilloso, una gran persona, servicial y jacarandoso.

Me dolió tu muerte, amigo querido.  Dios te reciba en su reino y que la gloria te cobije. Duele el corazón por tu partida.  Hasta siempre amigo Juan Cabana.

“Hoy  el cielo se engalana 

y con sentida oración 

pedimos con devoción 

por el alma de Cabana.

Y como luz de mañana

que florece en las auroras

así  el dolor nos aflora

por tu adiós intempestivo

adiós al querido amigo

ante Dios por ti se implora”.

Sólo Eso

Columnista
18 mayo, 2021

Triste adiós al amigo Juan Cabana…

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

Hay noticias que marcan el corazón  y hoy quiero referirme de manera especial a un ser humano humilde, dicharachero, un hombre bien;   que promovió,   quizás sin proponérselo, una actividad de trabajo informal que ha incidido de manera  sustancial en el desarrollo de la economía de Valledupar: el mototaxismo y el servicio domiciliario. Me refiero a […]


Hay noticias que marcan el corazón  y hoy quiero referirme de manera especial a un ser humano humilde, dicharachero, un hombre bien;   que promovió,   quizás sin proponérselo, una actividad de trabajo informal que ha incidido de manera  sustancial en el desarrollo de la economía de Valledupar: el mototaxismo y el servicio domiciliario. Me refiero a Juan Cabana, un hombre que vivió toda su vida en el barrio Sicarare y gozó  del aprecio y cariño de toda esa comunidad. 

El popular Cabana se dedicó a hacerle los ‘mandaos’ a la gente de su barrio, a los vecinos y amigos del sector; a llevar en su  pequeña moto, a las damas que elegían su servicio por ser un hombre serio, respetuoso, diligente  y servicial  y, algo muy especial,  era un  buen conversador.

En la época de sus inicios en esa labor no había tantas motos en Valledupar, poca competencia,  cosa que él aprovechó y se dedicó  a ganarse sus pesos con esa actividad, en la moto que convertiría  en su compañera fiel de toda la vida. Hasta cuando un desprevenido conductor en un acto irresponsable se voló  una señal de pare  y se llevó por delante al gran ‘Cabana’, por el sector de la carrera 6 con calles 19B y 20.  

El impacto  fue tremendo,  él  era un hombre menudito,  no aguantó los golpes  e infortunadamente murió.

Cabana en su moto era un prototipo de conductor diferente a ‘casi’ todos los mototaxistas, él  era muy pasivo para conducir, respetuoso de las normas de tránsito, brindaba confianza; no en vano  esa fue su actividad principal de sustento para él  y su familia.

Yo puedo dar fe de eso, era mi amigo, y acudí a sus servicios para que me llevara y me recogiera  desde la casa hasta Zona Creativa  y  al  medio día al salir del programa, ‘La Tertulia’, en Maravilla Estéreo,  me recogía y llevaba hasta la casa.

Con él  me enteraba de los sucesos que ocurrían en Valledupar con las protestas del paro, el precio de la carne donde Niño, y las  verduras en el mercado.  Uno que otro chisme de esos que nunca faltan en mi pueblo y que con él  era como pan fresco del día. A la mano.

La muerte  de Juan Cabana seguramente se convertirá  en una estadística más y  no pasará  de allí,  si bien es cierto en un accidente, sea cual fuere el motivo, nadie quiere hacerle daño a otro, no es menos cierto que la prudencia debe ser una constante porque un error y el descuido más  leve puede llevar a la muerte a cualquiera. Como en este caso, tristemente.

El día del accidente, fue en horas de la tarde,  antes de ello en la mañana, lejos de imaginar nada, disfrutamos de un jugo de naranja que le brindé, después de eso, en la mente  quedan los recuerdos de un ser humano maravilloso, una gran persona, servicial y jacarandoso.

Me dolió tu muerte, amigo querido.  Dios te reciba en su reino y que la gloria te cobije. Duele el corazón por tu partida.  Hasta siempre amigo Juan Cabana.

“Hoy  el cielo se engalana 

y con sentida oración 

pedimos con devoción 

por el alma de Cabana.

Y como luz de mañana

que florece en las auroras

así  el dolor nos aflora

por tu adiós intempestivo

adiós al querido amigo

ante Dios por ti se implora”.

Sólo Eso