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Columnista - 22 octubre, 2020

Tres pueblos, tres motivos

Era un pueblo inventado del escritor William Faulkner, Yoknapatawpha, significa “tierra dividida”, ahí  se desarrolla la novela “El ruido y la furia” el nombre produjo muchos comentarios entre los lectores. Pasa igual con Parangaricutirímicuaro, este al parecer existe en México, a nosotros nos basta con Macondo, esos lugares imaginarios parecidos a la actualidad nacional, entre […]

Era un pueblo inventado del escritor William Faulkner, Yoknapatawpha, significa “tierra dividida”, ahí  se desarrolla la novela “El ruido y la furia” el nombre produjo muchos comentarios entre los lectores. Pasa igual con Parangaricutirímicuaro, este al parecer existe en México, a nosotros nos basta con Macondo, esos lugares imaginarios parecidos a la actualidad nacional, entre Mingas indígenas, paro de maestros y virus con nuevas realidades.

Los nombres parecen trabalenguas, no es tan fácil para cualquiera, pronunciarlos, igual sucede con las mingas pidiendo al gobierno los escuche en sus regiones, como no se pudo van a la capital, entonces el gobierno va a sus regiones, pero los lideres están en la capital, y la vaina parece un juego de gatos y ratones. Ustedes dirán quiénes son cada cual.

Con los profesores pasa igual. Mi generación solo recuerda huelgas, paros, pupitres viejos y escasas, aulas escolares abandonadas, y si existían  baños, no funcionaban. Los maestros reclaman derechos, conquistas, reivindicaciones, en la mayoría de los casos con razón, ellos aún con sus fallas, forman la sociedad que tenemos, mala, regular o buena. De la educación depende todo, progreso, conocimientos, comprensión, no violencia, pero curiosamente este país es una extraña mezcla de todo lo anterior.

¿Cómo explicar que hace cinco meses los salones de clases estén cerrados y los maestros organicen paros por las mismas causas de hace décadas?, nada ha cambiado, excepto la tecnología que lo cambió todo.

Con el virus sucede igual. Por salvarnos nos encierran, nos restringen movilización y reuniones, luego los comerciantes se quiebran, el Estado no puede solucionarlo todo; nos permiten después de tantas lágrimas en solitario, volver a la calle, nos recuerdan que el virus no se ha ido, pero que cada quien ponga de su parte, porque resulta imposible cuidarlos a todos, pero toca salvar la economía y aparece el “rebrote”, algo que apenas estamos entendiendo.

Era imposible viajar en masas, y los indígenas de la minga lo hicieron, parece imposible que si no hay colegios abiertos, ni estudiantes con tecnología actualizada, los maestros hicieran paro, y lo hacen; si nos quedamos encerrados aumentan la violencia intrafamiliar y la pandemia en gran parte está en los hogares, pero ya nos autorizan para salir, si salimos nos amenaza el rebrote y para de contar.

Y lo mejor: en todo la política tiene la mano metida, mejor dicho los políticos. Una lección, tal vez de dignidad, o de respeto, o de humildad  nos dieron, dos viejos zorros de la política uruguaya, Sanguinetti y Mujica esta semana; ambos, tan contrarios ideológicamente, siempre adversarios, se retiraron del Senado de su país, para que el país siga. Yo creo que en Macondo, en Vigatá, en el 221 B de Baker Street, Sherlock Holmes, nos cuente mejor la historia, y pensar que el ministro de Defensa que quiere ser presidente, lleva el mismo nombre. Algo nos pasa, aquí en Cafarnaúm, seguimos divididos.

Columnista
22 octubre, 2020

Tres pueblos, tres motivos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Edgardo Mendoza Guerra

Era un pueblo inventado del escritor William Faulkner, Yoknapatawpha, significa “tierra dividida”, ahí  se desarrolla la novela “El ruido y la furia” el nombre produjo muchos comentarios entre los lectores. Pasa igual con Parangaricutirímicuaro, este al parecer existe en México, a nosotros nos basta con Macondo, esos lugares imaginarios parecidos a la actualidad nacional, entre […]


Era un pueblo inventado del escritor William Faulkner, Yoknapatawpha, significa “tierra dividida”, ahí  se desarrolla la novela “El ruido y la furia” el nombre produjo muchos comentarios entre los lectores. Pasa igual con Parangaricutirímicuaro, este al parecer existe en México, a nosotros nos basta con Macondo, esos lugares imaginarios parecidos a la actualidad nacional, entre Mingas indígenas, paro de maestros y virus con nuevas realidades.

Los nombres parecen trabalenguas, no es tan fácil para cualquiera, pronunciarlos, igual sucede con las mingas pidiendo al gobierno los escuche en sus regiones, como no se pudo van a la capital, entonces el gobierno va a sus regiones, pero los lideres están en la capital, y la vaina parece un juego de gatos y ratones. Ustedes dirán quiénes son cada cual.

Con los profesores pasa igual. Mi generación solo recuerda huelgas, paros, pupitres viejos y escasas, aulas escolares abandonadas, y si existían  baños, no funcionaban. Los maestros reclaman derechos, conquistas, reivindicaciones, en la mayoría de los casos con razón, ellos aún con sus fallas, forman la sociedad que tenemos, mala, regular o buena. De la educación depende todo, progreso, conocimientos, comprensión, no violencia, pero curiosamente este país es una extraña mezcla de todo lo anterior.

¿Cómo explicar que hace cinco meses los salones de clases estén cerrados y los maestros organicen paros por las mismas causas de hace décadas?, nada ha cambiado, excepto la tecnología que lo cambió todo.

Con el virus sucede igual. Por salvarnos nos encierran, nos restringen movilización y reuniones, luego los comerciantes se quiebran, el Estado no puede solucionarlo todo; nos permiten después de tantas lágrimas en solitario, volver a la calle, nos recuerdan que el virus no se ha ido, pero que cada quien ponga de su parte, porque resulta imposible cuidarlos a todos, pero toca salvar la economía y aparece el “rebrote”, algo que apenas estamos entendiendo.

Era imposible viajar en masas, y los indígenas de la minga lo hicieron, parece imposible que si no hay colegios abiertos, ni estudiantes con tecnología actualizada, los maestros hicieran paro, y lo hacen; si nos quedamos encerrados aumentan la violencia intrafamiliar y la pandemia en gran parte está en los hogares, pero ya nos autorizan para salir, si salimos nos amenaza el rebrote y para de contar.

Y lo mejor: en todo la política tiene la mano metida, mejor dicho los políticos. Una lección, tal vez de dignidad, o de respeto, o de humildad  nos dieron, dos viejos zorros de la política uruguaya, Sanguinetti y Mujica esta semana; ambos, tan contrarios ideológicamente, siempre adversarios, se retiraron del Senado de su país, para que el país siga. Yo creo que en Macondo, en Vigatá, en el 221 B de Baker Street, Sherlock Holmes, nos cuente mejor la historia, y pensar que el ministro de Defensa que quiere ser presidente, lleva el mismo nombre. Algo nos pasa, aquí en Cafarnaúm, seguimos divididos.