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Columnista - 27 agosto, 2020

Tiro de chorro | La otra selección

Siempre tratamos de escoger lo mejor, o eso creemos. Desde nuestros amigos de infancia o colegio, hasta nuestras novias por caribonitas, familia, y recientemente por interés. Ni tan reciente dice un viejo zorro que tengo de vecino. Igual sucede en la política, pero ante tanta desconfianza, nos resignamos a lo que da la tierrita y elegimos a los menos malos, como si eso fuera consuelo.

Siempre tratamos de escoger lo mejor, o eso creemos. Desde nuestros amigos de infancia o colegio, hasta nuestras novias por caribonitas, familia, y recientemente por interés. Ni tan reciente dice un viejo zorro que tengo de vecino. Igual sucede en la política, pero ante tanta desconfianza, nos resignamos a lo que da la tierrita y elegimos a los menos malos, como si eso fuera consuelo.

La discusión sobre la famosa y esperada vacuna, se volvió casi un mito y al mismo tiempo una preocupación, casi una desesperación. Cuando una nación, o laboratorio tiene altos índices de posibilidades, aparece entonces que a quienes serían los primeros en usarla, si sus vecinos comerciales o ideológicos, si sus ciudadanos de la salud o del Ejército o Policía, si a los estudiantes, entiéndase jóvenes, o a los veteranos que son sentimientos, es decir familia. La cuestión es quien pueda aguantar más y en economía quien es capaz de seguir produciendo.

Valledupar es hoy una ciudad de sustos, la gente en su mayoría tiene las precauciones y miedos por las cosas por lo que está pasando. Terror, tanto al vicho como a las clínicas y al sistema  médico en general. Las cifras no concuerdan el miedo aumenta, desde los que más cuidados y precauciones podían tener, Alcalde, secretaria de Salud y médicos del hospital auxiliar, están aislados por positivos en la pandemia conocida.

 Abrir colegios ni se incluye en las listas de ocurrencias, hacer conciertos en una ciudad parrandera, tampoco, billares y moteles están solitarios, escenarios deportivos ni que hablar, y la cantidad de parques que dejó el gobierno anterior para estrenarlos con la familia es lo primero, quedaron solitarios; sin uso también se dañarán pronto.

Personas que usted conoce, no va a volverlas a ver, desde el amigo de los plátanos en el mercado, hasta la señora del tinto en la esquina, personas conversadoras en el Centro, como arte de magia desaparecieron y lo mejor nunca volveremos a encontrarlas.

Ahora cuando el Gobierno nacional anuncia los encierros selectivos, parece que abrieran la llave para que en masa salgan a la calle a buscar nada, aún no tenemos cultura de autocuidado, pero nos sobra la angustia, quien nos entiende.  Ni para qué hablar de los remedios caseros, cada quien carga su vademécum propio, desde moringa con jengibre, hasta panela rallada con aceite de atún, todo antes que los industriales del Cauca registren y produzcan solo ellos, el viejo alimento nacional.

Nos queda repartir el miedo. Olvidarnos de la terna gubernamental, escuchar hallazgos de la contraloría municipal, ya sabemos que eso en lo departamental tiene previos acuerdos, para que todo salga bien, esa gente sabe mucho. Y lo acuerdan todo antes que intente pasar algo. A veces pasan cosas, inesperadas pero pasajeras.

Todo está cerrado, hasta la Asamblea y el Concejo municipal, otrora lugares de recreación para las barras, y también para periodistas sin oficio definido. Novedades como temas de regalías, Banco de Maquinarias, Ruta Escalona  y Besotes no están en  mesa hoy. Y los elefantes blancos que tenemos como buenos criadores siguen engordando entre los bruscos y las investigaciones que se  hicieran para su real verdad, se las tragó la aurora, como decía un viejo trasnochador del Viejo Valledupar.

Antes, a quien tenía miedo, aconsejaban comprarse un perro, hoy hasta los gatos se esconden del bicho verde invisible, pero inclemente destructor. Si nos toca ir a la selección, iremos, ¿pero quien la convoca?

Columnista
27 agosto, 2020

Tiro de chorro | La otra selección

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Edgardo Mendoza Guerra

Siempre tratamos de escoger lo mejor, o eso creemos. Desde nuestros amigos de infancia o colegio, hasta nuestras novias por caribonitas, familia, y recientemente por interés. Ni tan reciente dice un viejo zorro que tengo de vecino. Igual sucede en la política, pero ante tanta desconfianza, nos resignamos a lo que da la tierrita y elegimos a los menos malos, como si eso fuera consuelo.


Siempre tratamos de escoger lo mejor, o eso creemos. Desde nuestros amigos de infancia o colegio, hasta nuestras novias por caribonitas, familia, y recientemente por interés. Ni tan reciente dice un viejo zorro que tengo de vecino. Igual sucede en la política, pero ante tanta desconfianza, nos resignamos a lo que da la tierrita y elegimos a los menos malos, como si eso fuera consuelo.

La discusión sobre la famosa y esperada vacuna, se volvió casi un mito y al mismo tiempo una preocupación, casi una desesperación. Cuando una nación, o laboratorio tiene altos índices de posibilidades, aparece entonces que a quienes serían los primeros en usarla, si sus vecinos comerciales o ideológicos, si sus ciudadanos de la salud o del Ejército o Policía, si a los estudiantes, entiéndase jóvenes, o a los veteranos que son sentimientos, es decir familia. La cuestión es quien pueda aguantar más y en economía quien es capaz de seguir produciendo.

Valledupar es hoy una ciudad de sustos, la gente en su mayoría tiene las precauciones y miedos por las cosas por lo que está pasando. Terror, tanto al vicho como a las clínicas y al sistema  médico en general. Las cifras no concuerdan el miedo aumenta, desde los que más cuidados y precauciones podían tener, Alcalde, secretaria de Salud y médicos del hospital auxiliar, están aislados por positivos en la pandemia conocida.

 Abrir colegios ni se incluye en las listas de ocurrencias, hacer conciertos en una ciudad parrandera, tampoco, billares y moteles están solitarios, escenarios deportivos ni que hablar, y la cantidad de parques que dejó el gobierno anterior para estrenarlos con la familia es lo primero, quedaron solitarios; sin uso también se dañarán pronto.

Personas que usted conoce, no va a volverlas a ver, desde el amigo de los plátanos en el mercado, hasta la señora del tinto en la esquina, personas conversadoras en el Centro, como arte de magia desaparecieron y lo mejor nunca volveremos a encontrarlas.

Ahora cuando el Gobierno nacional anuncia los encierros selectivos, parece que abrieran la llave para que en masa salgan a la calle a buscar nada, aún no tenemos cultura de autocuidado, pero nos sobra la angustia, quien nos entiende.  Ni para qué hablar de los remedios caseros, cada quien carga su vademécum propio, desde moringa con jengibre, hasta panela rallada con aceite de atún, todo antes que los industriales del Cauca registren y produzcan solo ellos, el viejo alimento nacional.

Nos queda repartir el miedo. Olvidarnos de la terna gubernamental, escuchar hallazgos de la contraloría municipal, ya sabemos que eso en lo departamental tiene previos acuerdos, para que todo salga bien, esa gente sabe mucho. Y lo acuerdan todo antes que intente pasar algo. A veces pasan cosas, inesperadas pero pasajeras.

Todo está cerrado, hasta la Asamblea y el Concejo municipal, otrora lugares de recreación para las barras, y también para periodistas sin oficio definido. Novedades como temas de regalías, Banco de Maquinarias, Ruta Escalona  y Besotes no están en  mesa hoy. Y los elefantes blancos que tenemos como buenos criadores siguen engordando entre los bruscos y las investigaciones que se  hicieran para su real verdad, se las tragó la aurora, como decía un viejo trasnochador del Viejo Valledupar.

Antes, a quien tenía miedo, aconsejaban comprarse un perro, hoy hasta los gatos se esconden del bicho verde invisible, pero inclemente destructor. Si nos toca ir a la selección, iremos, ¿pero quien la convoca?