El miércoles de la próxima semana, se cumplen los primeros dos años de la administración de la Presidencia de Juan Manuel Santos Calderón, y como comentábamos en el editorial de ayer, es el momento de hacer la evaluación y los avances sobre los logros, los fracasos y los retos, que tiene el actual gobierno para los próximos dos años.
En el área económica le ha correspondido, en estos primeros dos años, un periodo de “vacas gordas”, el buen ambiente en materia de seguridad y el clima de confianza heredados del gobierno de Álvaro Uribe, ha permitido mantener una economía con buenas tasas de crecimiento en los últimos dos años, (entre el 4 y el 6 por ciento), aproximadamente, lo que ha facilitado una reducción del desempleo al 10 por ciento. Además, hoy Colombia tiene una inflación controlada en márgenes inferiores al 4 por ciento, acorde con las metas fijadas por el gobierno y la Junta del Banco de la República.
En materia de finanzas públicas, ese crecimiento ha permitido un buen recaudo en los impuestos de carácter nacional y Colombia recuperó su grado de inversión, ante las calificadoras de riesgo, gracias al buen manejo de su deuda y – en general- de su macroeconomía.
Sin embargo, este buen desempeño, en términos generales, no debe hacerle olvidar al país que vienen días difíciles y que se requiere afrontar con mucho tino y prudencia el problema de la revaluación, una reforma tributaria para quitarle beneficios a sectores y grandes empresas que no los merecen y tampoco los necesitan, y la reforma al régimen de pensiones, que tiene un gran impacto en el futuro de las finanzas públicas.
Y una cosa es el balance general, a nivel macro, y otro, disímil, el balance sector por sector, donde falta mucho por hacer y es urgente un cambio de políticas y de agenda. Por ejemplo, a pesar de los avances del sector minero, en este campo está pendiente una nueva legislación que facilite que esa expansión sea ordenada y responsable, desde el punto de vista ambiental y social.
En el sector agropecuario, a su vez, la excesiva concentración en el tema de la tierra ha hecho olvidar temas como el crédito, el mercadeo, la transferencia de tecnología y todo lo que tiene que ver con la agenda interna y la preparación frente al Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. El país tiene recursos y fortalezas para ser una potencia agrícola en América Latina, pero falta mucho por hacer por parte del Estado para crear mejores condiciones para la inversión privada en el sector primario.
En el sector industrial es mucho lo que esta por hacer en la administración del “Buen Gobierno”. En primer lugar, insistimos, combatir la famosa enfermedad holandesa, es decir los efectos de la revaluación generada en el sector minero. En segundo término, se requiere una gran alianza Estado-sector privado para reimpulsar la industria nacional, hoy amenazada por la competencia desleal de países como la China, entre otros.
El gobierno se ha propuesto metas ambiciosas en materia de vivienda. Donde el país tiene un gran déficit, estimado en más de un millón de unidades. Se habla de construir unas cien mil viviendas para los más pobres, estas serían totalmente subsidiadas; pero también hay que estimular la vivienda para las clases medias, subsector que requiere del estímulo oficial.
Y en el área de la infraestructura, es decir carreteras, ferrocarriles, puertos y aeropuertos, es quizás en el cual el país presenta el mayor rezago histórico, debido a que en el mismo no se avanzó nada durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Se requiere un plan ambicioso y ordenado en este frente, no sólo para aminorar el impacto de la crisis internacional en la economía interna (una especie de Plan B), sino para ir superando ese rezago que amenaza una exitosa adaptación a los tratados de libre comercio que el país ha firmado.