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Columnista - 3 diciembre, 2020

Tapabocas de libros

Estamos tan acostumbrados a los diciembres, que este será diferente, pero lo trataremos igual. Ya las casas con sus luces de colores lo están anunciando.  Cerraron las fronteras, pero la gente aparecerá; cancelaron las reuniones masivas, pero la gente buscará cómo reunirse; no abrirán discotecas, pero la gente bailará ‘apretao’ y a medio lado, según […]

Estamos tan acostumbrados a los diciembres, que este será diferente, pero lo trataremos igual. Ya las casas con sus luces de colores lo están anunciando.

 Cerraron las fronteras, pero la gente aparecerá; cancelaron las reuniones masivas, pero la gente buscará cómo reunirse; no abrirán discotecas, pero la gente bailará ‘apretao’ y a medio lado, según las canciones y la clase de licor consumido. Entre otras cosas el decreto dice que no está prohibida la expedición de licores, el mes, tal vez por capricho, nos regalará cinco martes, cinco miércoles y cinco jueves, lo pintan muy laboral, pero ante tantas circunstancias, el desempleo entre las mayores dificultades, algo aparece, este pueblo no pierde ni la fe, ni las tradiciones.

Desde el primero, los vecinos están pensando en la amanecida del 8, con velitas incluidas y tapabocas del mismo color de las velitas para las primeras fotos con celulares; luego velitas y tapabocas terminarán en la misma canasta. Las empresas, regalarán algunas cosas, pero no harán fiestas masivas, de tal manera organizan por grupos, en  casas de compañeros, y el jefe según en caso, visitará como chupaflores polinizando, ya lo verán.

Las abuelas que quedan, estarán ahí, asustadas y aburridas con esta música de ahora en las pantallas de televisores y celulares, algunas recordarán que el primero de diciembre de 1957 votaron por primera vez; para la misma fecha, pero en año diferente, 1979, llegó la televisión a colores al país, y como cosa curiosa, igual un primero de diciembre de  1955, Rosa Parks, en los Estados Unidos, se negó a cederle su puesto en el bus a un hombre blanco, y los derechos sobre negritudes, iniciaron su igualdad, a pesar que aún subsisten diferencias. ¿Cuantas cajeras negras encuentras en una sede bancaria?

Y eso, para no tocar otros derechos como la comunidad LGTBQ, al menos, el martes, iban por esa letra, como todo es tan rápido, ya deben estar por QUVZ, sin saber exactamente qué significa cada letra, y es mejor no saberlo.

Y la gente sigue en su fiesta, en su salsa, en su bebé. Jóvenes colegas periodistas, como Wilfrido Lozada con final fatal, cuenteros como Moisés Perea, e Ike Gómez, un sabanero que vino por el Valle a hacernos  reír, también se marcharon.

Con esa larga cadena de duelo, algo positivo sucede: el Gobierno departamental del Cesar inició, el día primero, una campaña denominada ‘Mi barrio es una biblioteca’, donde tiene previsto entregar gratuitamente al menos 10 mil libros, procurando subir los niveles de lecturabilidad en una región de cantores, bohemios, ganaderos, contrabandistas y mineros.

Sí, es una mezcla  rara para la lectura, un oficio de solitarios, pero el intento vale la pena. Leer nos hace mejores personas, menos violentos, más solidarios, más comprensivos. La masa no está para bollos, pero las hojas de los libros no son para envolver pasteles. Ojalá viajen los nuevos lectores con imaginación.

Columnista
3 diciembre, 2020

Tapabocas de libros

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Edgardo Mendoza Guerra

Estamos tan acostumbrados a los diciembres, que este será diferente, pero lo trataremos igual. Ya las casas con sus luces de colores lo están anunciando.  Cerraron las fronteras, pero la gente aparecerá; cancelaron las reuniones masivas, pero la gente buscará cómo reunirse; no abrirán discotecas, pero la gente bailará ‘apretao’ y a medio lado, según […]


Estamos tan acostumbrados a los diciembres, que este será diferente, pero lo trataremos igual. Ya las casas con sus luces de colores lo están anunciando.

 Cerraron las fronteras, pero la gente aparecerá; cancelaron las reuniones masivas, pero la gente buscará cómo reunirse; no abrirán discotecas, pero la gente bailará ‘apretao’ y a medio lado, según las canciones y la clase de licor consumido. Entre otras cosas el decreto dice que no está prohibida la expedición de licores, el mes, tal vez por capricho, nos regalará cinco martes, cinco miércoles y cinco jueves, lo pintan muy laboral, pero ante tantas circunstancias, el desempleo entre las mayores dificultades, algo aparece, este pueblo no pierde ni la fe, ni las tradiciones.

Desde el primero, los vecinos están pensando en la amanecida del 8, con velitas incluidas y tapabocas del mismo color de las velitas para las primeras fotos con celulares; luego velitas y tapabocas terminarán en la misma canasta. Las empresas, regalarán algunas cosas, pero no harán fiestas masivas, de tal manera organizan por grupos, en  casas de compañeros, y el jefe según en caso, visitará como chupaflores polinizando, ya lo verán.

Las abuelas que quedan, estarán ahí, asustadas y aburridas con esta música de ahora en las pantallas de televisores y celulares, algunas recordarán que el primero de diciembre de 1957 votaron por primera vez; para la misma fecha, pero en año diferente, 1979, llegó la televisión a colores al país, y como cosa curiosa, igual un primero de diciembre de  1955, Rosa Parks, en los Estados Unidos, se negó a cederle su puesto en el bus a un hombre blanco, y los derechos sobre negritudes, iniciaron su igualdad, a pesar que aún subsisten diferencias. ¿Cuantas cajeras negras encuentras en una sede bancaria?

Y eso, para no tocar otros derechos como la comunidad LGTBQ, al menos, el martes, iban por esa letra, como todo es tan rápido, ya deben estar por QUVZ, sin saber exactamente qué significa cada letra, y es mejor no saberlo.

Y la gente sigue en su fiesta, en su salsa, en su bebé. Jóvenes colegas periodistas, como Wilfrido Lozada con final fatal, cuenteros como Moisés Perea, e Ike Gómez, un sabanero que vino por el Valle a hacernos  reír, también se marcharon.

Con esa larga cadena de duelo, algo positivo sucede: el Gobierno departamental del Cesar inició, el día primero, una campaña denominada ‘Mi barrio es una biblioteca’, donde tiene previsto entregar gratuitamente al menos 10 mil libros, procurando subir los niveles de lecturabilidad en una región de cantores, bohemios, ganaderos, contrabandistas y mineros.

Sí, es una mezcla  rara para la lectura, un oficio de solitarios, pero el intento vale la pena. Leer nos hace mejores personas, menos violentos, más solidarios, más comprensivos. La masa no está para bollos, pero las hojas de los libros no son para envolver pasteles. Ojalá viajen los nuevos lectores con imaginación.