Cuentan que hace unos años, en una fiesta de carnavales perfumado con whisky y bellas canciones, un hombre joven perturbado por unas piernas hermosas se acercó a una chica de ojos esquivos y le susurró al oído unas cuantas palabras dulces que resultaron ser un poema, ella se entusiasmó de tal manera que jamás pudo arrancárselo de su corazón.