Suicidios en La Jagua, “puede corresponder a casos por imitación o modelamiento”: psiquiatra Ávila     

Nada más complejo que las enfermedades mentales que se presentan en niños y adolescentes, muchas de las veces se vuelve difícil identificarlas a tiempo o peor aún habiéndolas identificado los padres hacen negación de las mismas o se apenan de evidenciarlas en sus hijos.  Más que oportuna la voz de un experto como la del médico vallenato Juan David Ávila Cadavid, quien estudio psiquiatría en la facultad de medicina de la universidad Nacional de Colombia y psiquiatría infantil en la facultad de medicina de la universidad del Bosque, y cuenta con más de 20 años de experiencia en el área de la psiquiatría y más de 5 años en la atención de pacientes niños y adolescentes de ciudades como Bogotá, Montería, y Valledupar.

La principal recomendación para los padres de familia es estar alertas a cualquier señal de los hijos.

¿Cuáles son las enfermedades mentales, que más se presentan en los niños y adolescentes de Valledupar y de los distintos municipios del Cesar? 

Una gran parte de los motivos de consultas en psiquiatría infantil y del adolescente están dados por los trastornos depresivos y los trastornos de ansiedad, los cuales particularmente han venido en aumento en relación al confinamiento por la pandemia del Covid – 19. Y aunque se podría pensar que una vez se diera el retorno   progresivo a la presencialidad escolar, las consultas por estas patologías disminuyeran a sus niveles previos, desafortunadamente esto no ha sido así, el retorno a la vida escolar ha generado nuevos y grandes desafíos a muchos menores, que de alguna manera habían logrado adaptarse con dificultad a la virtualidad. Eso está pasando en Valledupar y la radiografía es muy parecida en todo el país, particularmente en las ciudades y poblaciones urbanas.

¿Algunas razones en especial, por las que estemos hablando en Valledupar y en otros municipios del departamento, con más frecuencia de casos de enfermedades mentales en niños y adolescentes?

 El aislamiento por la pandemia del Covid-19, que se dio de manera repentina y que durante mucho tiempo fue muy estricto, representó un factor generador de estrés no solo para los niños y adolescentes, sino también para las familias que se vieron sometidas a disminución de los ingresos. Se evidenció que muchas de las familias que ya presentaban disfuncionalidad en su interacción dejaron de ser capaces de brindar adecuados soportes a los menores y responder a las exigencias de tener a los hijos todo el tiempo en casa. 

En muchos casos las familias no contaban con la disponibilidad de la tecnología y acceso a internet para continuar el proceso de escolarización de manera virtual, muchos no pudieron continuar en el colegio, esto, sumado a la falta de socialización y espacios de esparcimiento indispensables en esta etapa de la vida; actuaron como generadores de estrés que a su vez aumentan la incidencia de enfermedad mental. El aumento de la violencia intrafamiliar, del consumo de sustancias también se hizo evidente debido a que el colegio se constituye en un elemento protector contra estos factores. 

¿Cómo pueden identificar los padres trastornos en sus hijos como la  ansiedad, la depresión, trastornos de la conducta, trastornos por déficit de atención e hiperactividad, trastornos obsesivos – compulsivo y trastornos por estrés postraumático? ¿Qué hacer?

Se requiere  que  a nivel intrafamiliar se trabaje en mejorar la comunicación entre padres e hijos, tener contacto frecuente con los profesores – no solo al final de cada periodo académico, para recibir el reporte académico -, debido a que son múltiples las señales  de alerta que con frecuencia se pueden evidenciar en los menores, son frecuentes por ejemplo la disminución en el rendimiento académico,  la renuencia a  asistir al  colegio, el aislamiento, la pérdida del interés en las actividades deportivas o lúdicas a las que previamenten asistían.

Los profesores también deben estar atentos a las señales que lo menores manifiestan, en muchas casos están en contacto más frecuentes con ellos que las mismas familias y en particular el estar en alerta a un fenómeno frecuente: el bullying o matoneo escolar el cual idealmente debe ser identificado de manera  temprana, abordado y tomar medidas activas y evaluables debido a que es un factor importante como desencadenante de síntomas depresivos y de ansiedad en niños y adolescentes. 

Mención aparte merece otro de los motivos frecuentes de consulta en psiquiatría infantil, el TDAH -trastorno por déficit de atención e hiperactividad-. Esta condición muchas veces pasada por alto o atendida de manera tardía afecta el rendimiento escolar, genera frustración en el niño o adolescente, rechazo por los compañeros, fracaso y deserción escolar, en casos graves. Un adecuado diagnóstico, y tratamiento multidisciplinario a tiempo le brinda al menor un retorno a un funcionamiento escolar, familiar y social adecuado, evitando complicaciones en el largo plazo. 

¿Por qué la vergüenza social de muchos padres cuando se trata de enfermedades mentales en niños y adolescentes? ¿Cómo ser proactivos los padres frente a sus hijos, cuando se trata de la salud mental?

Desafortunadamente el estigma que acompaña a las enfermedades mentales es una realidad que retrasa la búsqueda de ayuda.  Muchos padre tienen temor  a consultar porque creen que los comportamientos disfuncionales de los niños y adolescentes  se debe a fallas de ellos como padres, también la desinformación y la creencia injustificada  de que los comportamientos  que presentan los niños y adolescentes hacen parte de la etapa que están transitando, hacen que la atención sea con frecuencia tardía. Las dificultades emocionales y/o comportamentales que afecten a un menor obedecen a múltiples factores: genéticos en algunos casos, familiares, sociales, que deben ser identificados a tiempo para darles el tratamiento adecuado.

Los padres y maestros deben tener claro que un menor con una condición mental no atendida o atendida de manera tardía es un menor que está en riesgo de tener una evolución complicada o en el peor de los casos un desenlace fatal. 

¿Objetivamente hablando frente a las enfermedades mentales en niños y adolescentes, los colegios como instituciones educativas, tienen la posibilidad de aportar en beneficio de la salud mental de este sector de la población?

No solo lo pueden hacer, si no que cuenta con unas ventajas inigualables para hacerlo, debido a que  están en contacto diario con los menores, es decir tienen una población disponible para hacer lo que en prevención se denomina prevención universal en donde pueden llegar a menores que estén y que no estén en riesgo, un tipo de intervención en la que la inversión de recursos no es grande y que quienes reciben la información pueden actuar como replicadores de la misma. Una vez sensibilizado un grupo estos individuos pueden brindar ayuda y reportar a otros menores que consideren se encuentren en riesgo.  Dentro de esta denominada prevención universal también se pueden incluir las intervenciones en medios de comunicación y la restricción de los posible métodos con los  cuales se pueda cometer suicidio. 

Municipios como La Jagua de Ibirico, vienen evidenciando casos relacionados con el suicidio en la población infantil y adolescente y que han llevado a convocar marchas por la vida? ¿Estas medidas son acertadas y permiten resultados puntuales para disminuir esta problemática de salud? 

Realmente en el enfoque de prevención del suicido hay acciones estudiadas ampliamente y que son efectivas.  Es así como se puede llegar a un número grande poblacional -prevención universal- cuando por ejemplo se imparten charlas a un grupo de estudiantes o a un grupo de periodistas encargados de informar sobre este tema o se publica información adecuada  en medios de alcance masivos. También se puede llegar a un grupo más específicos identificando y educando a cuidadores o diagnosticando y brindando tratamiento a los trastornos psiquiátricos -prevención seleccionada- y finalmente identificando a grupos poblacionales de gran riesgo – prevención indicada- por ejemplo menores con intentos de suicidio anteriores que es uno de los factores de riesgo más potentes en términos de suicidios en adolescentes, para por ejemplo considerar la hospitalización. 

Desafortunadamente el fenómeno que ocurre en estos municipios es consistente con lo descrito en otros grupos poblacionales,  y puede corresponder a lo que se denomina suicidio por imitación o modelamiento, en donde una vez se presenta un caso, los menores en contacto con esta información si no es manejada de manera adecuada pueden interpretar que esta una  posible salida valida ante algunas vivencias estresantes. 

El realizar una llamada “marcha por la vida” visibiliza la problemática pero no es medible el efecto que esto pueda tener en términos de identificación de población en riesgo y prevención de futuros casos con desenlace fatal. 

¿Cómo ve la salud mental de los niños y adolescentes vallenatos y cesarenses, qué medidas como política pública le parecen acertadas? ¿Como sociedad cuál debe ser el aporte?

Debe existir una verdadera política de salud pública que se encargue de la atención de la salud mental de niños y adolescentes, un seguimiento al cumplimiento de las responsabilidades de cada uno de los actores involucrados en la atención. Es inadmisible la tardanza en la atención de un menor que requiera atención especializada de consulta externa de psiquiatría infantil, la demora en la entrega de los medicamentos que llegase a requerir como parte del tratamiento, la no continuidad en la asistencia al manejo terapéutico (por ejemplo por psicología, y/o terapia ocupacional). 

Los órganos de control deberían estar atentos a estas dificultades que se presentan muy frecuentemente. 

El sistema educativo debe tener una participación activa como un actor que con frecuencia se constituye en la puerta de entrada al sistema de salud de un menor cono dificultades. 

La familia debe procurar y favorecer espacios para la comunicación con los hijos, preguntar por el día a día de los menores en la escuela y por las relaciones interpersonales de los menores, involucrarse en temas sensibles en la adolescencia, sexualidad, consumo de sustancias, uso responsable de tecnología y redes sociales. 

Los medios de comunicación también son actores importantes en la problemática del suicido, debido a que la manera en que se informa sobre este tema,  tiene una clara repercusión en la incidencia de futuros casos en una comunidad dada. Es tal la importancia de la manera como se informa sobre el suicido que la Organización Mundial de la Salud en un documento instructor para profesionales de los medios de comunicación resalta que «informar del suicidio de manera adecuada, exacta y potencialmente útil a través de medios progresistas e inteligentes puede prevenir una trágica pérdida de vidas» (OMS, 2000).

Finalmente la recomendación para padres y profesores es estar alerta, favorecer espacios de comunicación con los menores, preguntar,  identificar signos de alarma, nunca ignorar o minimizar una idea de auto lesión en un menor, mucho  menos una autolesión consumada,  consultar a tiempo y referir al menor de manera pronta a los servicios de salud. El suicidio no se puede tratar, se puede prevenir. 

“El suicidio no se puede tratar, se puede prevenir”. 

POR JOSÉ ANTONIO SOTO MURGAS/ESPECIAL PARA EL PILÓN


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