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Ser colombiano es un acto de fe

BITÁCORA

Por: Oscar Ariza Daza

Colombia pasa por una de sus crisis más agudas en lo que respecta a su imagen institucional deteriorada por tantos procesos de corrupción que hoy se destapan por doquier. Los escandalosos manejos de contratación que tienen en la cuerda floja al Alcalde de la capital del país, Samuel Moreno, de quien ya se anticipa su destitución por parte de la Procuraduría, las chuzadas del  DAS y los demás errores del pasado gobierno, empiezan a quedar  en la impunidad frente a la equivocada señal que envía el gobierno panameño al otorgarle asilo político a la ex directora del Departamento Administrativo de Seguridad, quien después de perseguir políticamente a magistrados, jueces, periodistas y demás políticos contradictores del gobierno Uribe, en un acto de descaro y cinismo, al verse acorralada por la justicia que la requiere para que responda por sus delitos, se muestra como perseguida para que otro país la proteja.

La lista de vinculados en actos de corrupción es tan grande, así como podrían ser las futuras peticiones de asilo que hoy se anuncian como estrategia para evadir la ley. El deterioro en la ética de la función pública es tal, tanto a nivel central como en las regiones, que muchos cobijados por un pesimismo radical creen que será imposible avanzar frente a la postración en que se encuentra el aparato estatal tanto a nivel central como en las regiones y municipalidades. Hoy, a nivel local se han destapado escándalos que muestran cómo muchas personas insisten en  ocupar cargos públicos en Valledupar usando diplomas y títulos falsos.

Actos detestables como éstos, dejan mal posicionado la región y al país frente a la opinión pública, que no entiende cómo mientras se roban la plata de sus contribuciones y hacen chanchullos para ocupar cargos, la inmensa mayoría de los pueblos rivereños sufren desesperanzados por la furia de los ríos que arrasaron con sus cultivos, su casas y con pueblos enteros como Tamalameque, Chimichagua  y Gamarra que se está ahogando, porque el río Magdalena inundó el 80 % del municipio y su zona rural. Más de 12 mil personas están afectadas  mientras el Gobierno Nacional dice que afrontar la crisis invernal en todo el país cuesta un billón de pesos y no hay dinero para atender la emergencia.

No obstante, las crisis siempre originan movimientos de generosidad en quienes pese a las dificultades, no renuncian a colaborar con los más desfavorecidos. Nuestra tierra se muestra como una región con personas con una capacidad enorme para sobreponerse a las adversidades y seguir el camino. Ante las fatalidades como las que nos someten, los cesarenses han demostrado que unidos es posible caminar para homenajear la vida aún en los casos en los que la muerte ha querido arrebatarnos el optimismo, tal como sucedió con el asesinato del Coronel Tobo a quien el Cesar hoy le rinde tributo y acompaña a sus familiares en un gesto de agradecimiento.

Afortunadamente la gente aún tiene solidaridad y desde su buen corazón, en sinergia con la empresa privada, la cruz roja y el gobierno departamental, está haciendo lo que el gobierno Nacional ha sido incapaz; hoy las campañas para recolectar productos no perecederos y demás ayudas para los damnificados de la ola invernal han sido exitosas, pues arrojan cifras que muestran que a los colombianos y los cesarenses frente a la adversidad todavía nos queda el amor por el prójimo, por esta tierra que tanto sufre, pero que anhela algún día vivir en paz y equidad. Sin embargo, necesitamos de más ayuda, porque quienes están en estas condiciones deplorables no pueden esperar para comer y dormir con dignidad.

Es una vergüenza que el Estado no cumpla con su función constitucional de proteger a sus ciudadanos bajo el argumento de no tener el dinero suficiente, pues las arcas están vacías y empeñadas a futuro, porque el gobierno saliente comprometió vigencias futuras para que su aparato político pudiera despilfarrar en agro ingreso seguro por ejemplo, lo que hoy podría servir para ayudar a solucionar en parte la crisis.
Aun así, nos queda el corazón generoso para ayudar a quien lo necesita, porque siempre necesitaremos del apoyo de los demás para hacer de esta patria tan dolida una franja de esperanza que valide lo que un día Jorge Luis Borges expresó como una máxima que hoy ha de identificarnos, “ser colombiano es un acto de fe “
arizadaza@hotmail.com

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