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Editorial - 20 febrero, 2012

Señales de alarma en la economía nacional

Son positivas, a todas luces, la gran mayoría de las cifras de la economía nacional: la producción industrial viene creciendo bien, al 5,9 por ciento en 2011, según una encuesta contratada por la Asociación Nacional de Industriales y otros gremios de la producción. Además, hay un buen ambiente para la inversión y las exportaciones también […]

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Son positivas, a todas luces, la gran mayoría de las cifras de la economía nacional: la producción industrial viene creciendo bien, al 5,9 por ciento en 2011, según una encuesta contratada por la Asociación Nacional de Industriales y otros gremios de la producción.

Además, hay un buen ambiente para la inversión y las exportaciones también vienen creciendo de manera dinámica, a pesar del problema de la revaluación. Igualmente el desempleo ha reaccionado al buen comportamiento del crecimiento, aunque no con la velocidad y la calidad que se quisiera.

Todo esa coyuntura se ha presentado en Colombia, paradójicamente, en momentos en que la economía de los Estados Unidos, y la de Europa, principalmente, pasa por un mal momento, con una gran incertidumbre en la primera, y con los riesgos de una recesión y una gran crisis en la segunda, situación esta última que pone en riesgo, inclusive, hasta la misma unión europea.
Buena parte de esa coyuntura positiva se debe al legado de Álvaro Uribe Vélez, en materia de seguridad y confianza inversionista; pero también a la confianza que inspira la gestión de Juan Manuel Santos Calderón, quien ya cumplió año y medio al frente de la jefatura del Estado.
Pero no hay nada completo en la vida y ese viejo adagio se puede aplicar a la economía colombiana. Hay varias señales de alarma que indicarían que el país debe adoptar una serie de correctivos para evitar caer en un sobrecalentamiento de su aparato productivo, con un posterior aumento de la inflación y un serio problema financiero debido al alto y preocupante endeudamiento de los hogares colombianos, como lo ha advertido el Banco de la República, y organismos como Anif y
Fedesarrollo, entre otros.
En efecto, cifras como las ventas de vehículos que el año pasado llegaron a las 324.000 nuevas unidades, un crecimiento del 25 por ciento en el crédito de consumo, un aumento del 18 por ciento,  más de un millón de nuevas tarjetas de crédito, para un total de diez millones de plásticos en el país, son cifras positivas pero que, paradójicamente, representan signos de alarma que deben tenerse en cuenta por parte de las autoridades económicas, del sector financiero y de las empresas y familias.
No se trata de dar un frenazo en seco, lo que tendría sus costos en materia de crecimiento y de empleo; sino, por el contrario, de iniciar un proceso gradual de enfriamiento de la economía, por medio de las tasas de interés u otros instrumentos de política monetaria y financiera para evitar que se presente un exceso en el endeudamiento y luego, como ha sucedido en otras ocasiones, sobrevengan problemas de pago por un aumento inusitado del desempleo o una disminución en el valor de los activos, entre otros fenómenos.
En opinión de algunas autoridades económicas, y de expertos independientes, es el momento preciso para iniciar lo que los técnicos llaman un proceso de aterrizaje suave, es decir sin sobresaltos, monitoreando indicadores como la cartera bancaria y también la capacidad de pago de las familias.
En términos generales, en últimas, se trata de un llamado a la prudencia por parte de todos los agentes económicas para evitar repetir lo ocurrido hace varios años y que tanto le costó al país en general, pero principalmente a las familias colombianas. Prudencia y mesura son las palabras claves para todos.

Editorial
20 febrero, 2012

Señales de alarma en la economía nacional

Son positivas, a todas luces, la gran mayoría de las cifras de la economía nacional: la producción industrial viene creciendo bien, al 5,9 por ciento en 2011, según una encuesta contratada por la Asociación Nacional de Industriales y otros gremios de la producción. Además, hay un buen ambiente para la inversión y las exportaciones también […]


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Son positivas, a todas luces, la gran mayoría de las cifras de la economía nacional: la producción industrial viene creciendo bien, al 5,9 por ciento en 2011, según una encuesta contratada por la Asociación Nacional de Industriales y otros gremios de la producción.

Además, hay un buen ambiente para la inversión y las exportaciones también vienen creciendo de manera dinámica, a pesar del problema de la revaluación. Igualmente el desempleo ha reaccionado al buen comportamiento del crecimiento, aunque no con la velocidad y la calidad que se quisiera.

Todo esa coyuntura se ha presentado en Colombia, paradójicamente, en momentos en que la economía de los Estados Unidos, y la de Europa, principalmente, pasa por un mal momento, con una gran incertidumbre en la primera, y con los riesgos de una recesión y una gran crisis en la segunda, situación esta última que pone en riesgo, inclusive, hasta la misma unión europea.
Buena parte de esa coyuntura positiva se debe al legado de Álvaro Uribe Vélez, en materia de seguridad y confianza inversionista; pero también a la confianza que inspira la gestión de Juan Manuel Santos Calderón, quien ya cumplió año y medio al frente de la jefatura del Estado.
Pero no hay nada completo en la vida y ese viejo adagio se puede aplicar a la economía colombiana. Hay varias señales de alarma que indicarían que el país debe adoptar una serie de correctivos para evitar caer en un sobrecalentamiento de su aparato productivo, con un posterior aumento de la inflación y un serio problema financiero debido al alto y preocupante endeudamiento de los hogares colombianos, como lo ha advertido el Banco de la República, y organismos como Anif y
Fedesarrollo, entre otros.
En efecto, cifras como las ventas de vehículos que el año pasado llegaron a las 324.000 nuevas unidades, un crecimiento del 25 por ciento en el crédito de consumo, un aumento del 18 por ciento,  más de un millón de nuevas tarjetas de crédito, para un total de diez millones de plásticos en el país, son cifras positivas pero que, paradójicamente, representan signos de alarma que deben tenerse en cuenta por parte de las autoridades económicas, del sector financiero y de las empresas y familias.
No se trata de dar un frenazo en seco, lo que tendría sus costos en materia de crecimiento y de empleo; sino, por el contrario, de iniciar un proceso gradual de enfriamiento de la economía, por medio de las tasas de interés u otros instrumentos de política monetaria y financiera para evitar que se presente un exceso en el endeudamiento y luego, como ha sucedido en otras ocasiones, sobrevengan problemas de pago por un aumento inusitado del desempleo o una disminución en el valor de los activos, entre otros fenómenos.
En opinión de algunas autoridades económicas, y de expertos independientes, es el momento preciso para iniciar lo que los técnicos llaman un proceso de aterrizaje suave, es decir sin sobresaltos, monitoreando indicadores como la cartera bancaria y también la capacidad de pago de las familias.
En términos generales, en últimas, se trata de un llamado a la prudencia por parte de todos los agentes económicas para evitar repetir lo ocurrido hace varios años y que tanto le costó al país en general, pero principalmente a las familias colombianas. Prudencia y mesura son las palabras claves para todos.