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Editorial - 23 diciembre, 2020

Seguridad en la vía y en la casa

El tema de la seguridad vial es recurrente en el registro de las noticias. Un paciente de 93 años en una ambulancia  fue la mortal víctima de un fuerte choque en la vía Valledupar-San Juan, del que se dijo que el conductor de esta habría invadido el carril de un carro de servicio oficial, no […]

El tema de la seguridad vial es recurrente en el registro de las noticias. Un paciente de 93 años en una ambulancia  fue la mortal víctima de un fuerte choque en la vía Valledupar-San Juan, del que se dijo que el conductor de esta habría invadido el carril de un carro de servicio oficial, no se precisa qué contribución haya tenido algún ciclista en el accidente.

Cuando no es una moto es una bicicleta en esa vía que se ha convertido en corredor de deportistas hasta Patillal y los pueblos del norte. Pero el asunto vial no es de esa vía. Es de la vía a Codazzi, a Chiriguaná, de la ruta del Magdalena antes de la Ruta del Sol 2. En fin, el Cesar está crucificado en los cuatro puntos cardinales por la inseguridad vial. Cualquier aparatoso vehículo sin revisión se desplaza en las carreteras y no parece contenerlo la acción de la Agencia de Seguridad Vial, ni de los concesionarios o responsables viales.

La situación de la seguridad en el hogar en estas calendas ha sido puesta de presente por la tragedia en los  450 Años que envolvió a la familia Gamez Mendoza de La Junta, por un accidente derivado de un corto circuito, concentración de gases o causa no identificada con certeza pero que sí muestra deficiencias en el estado de las conexiones y cableado de energías, de cocina, de mantenimiento de elementos inflamables en lugares cerrados.

Otras veces es el daño por la secuela que deja el uso inadecuado de la pólvora, especialmente por jóvenes y niños.

Pero la más crucial atención es la que se exige de los colombianos con relación a las normas y prácticas de bioseguridad para defender a la población de la epidemia del coronavirus. Es redundante y redundante el llamado al lavado de manos, el distanciamiento  y el uso del tapabocas.

Es diciente un aviso que se ha colocado estos aciagos días de celebrada tristeza en los muros   sobre el año que se va extinguiendo: “El 2020, el año que nos tapó la boca”. Sí, nos dejó sin palabras. Muchas veces sin aliento ni olfato. Sin gusto, ni placer. Hasta las más frenéticas pasiones del ser por el abrazo, el roce, el beso o el amacizado baile han pasado a segundo plano. Las afectaciones emocionales no cesan. Son los hábitos que se moldean, se modifican y se asumen en este periodo que no dejará de recordarse como un especial alineamiento copular de los astros, como ayer en el mundo fue el de Júpiter y el anillado Saturno.

Editorial
23 diciembre, 2020

Seguridad en la vía y en la casa

El tema de la seguridad vial es recurrente en el registro de las noticias. Un paciente de 93 años en una ambulancia  fue la mortal víctima de un fuerte choque en la vía Valledupar-San Juan, del que se dijo que el conductor de esta habría invadido el carril de un carro de servicio oficial, no […]


El tema de la seguridad vial es recurrente en el registro de las noticias. Un paciente de 93 años en una ambulancia  fue la mortal víctima de un fuerte choque en la vía Valledupar-San Juan, del que se dijo que el conductor de esta habría invadido el carril de un carro de servicio oficial, no se precisa qué contribución haya tenido algún ciclista en el accidente.

Cuando no es una moto es una bicicleta en esa vía que se ha convertido en corredor de deportistas hasta Patillal y los pueblos del norte. Pero el asunto vial no es de esa vía. Es de la vía a Codazzi, a Chiriguaná, de la ruta del Magdalena antes de la Ruta del Sol 2. En fin, el Cesar está crucificado en los cuatro puntos cardinales por la inseguridad vial. Cualquier aparatoso vehículo sin revisión se desplaza en las carreteras y no parece contenerlo la acción de la Agencia de Seguridad Vial, ni de los concesionarios o responsables viales.

La situación de la seguridad en el hogar en estas calendas ha sido puesta de presente por la tragedia en los  450 Años que envolvió a la familia Gamez Mendoza de La Junta, por un accidente derivado de un corto circuito, concentración de gases o causa no identificada con certeza pero que sí muestra deficiencias en el estado de las conexiones y cableado de energías, de cocina, de mantenimiento de elementos inflamables en lugares cerrados.

Otras veces es el daño por la secuela que deja el uso inadecuado de la pólvora, especialmente por jóvenes y niños.

Pero la más crucial atención es la que se exige de los colombianos con relación a las normas y prácticas de bioseguridad para defender a la población de la epidemia del coronavirus. Es redundante y redundante el llamado al lavado de manos, el distanciamiento  y el uso del tapabocas.

Es diciente un aviso que se ha colocado estos aciagos días de celebrada tristeza en los muros   sobre el año que se va extinguiendo: “El 2020, el año que nos tapó la boca”. Sí, nos dejó sin palabras. Muchas veces sin aliento ni olfato. Sin gusto, ni placer. Hasta las más frenéticas pasiones del ser por el abrazo, el roce, el beso o el amacizado baile han pasado a segundo plano. Las afectaciones emocionales no cesan. Son los hábitos que se moldean, se modifican y se asumen en este periodo que no dejará de recordarse como un especial alineamiento copular de los astros, como ayer en el mundo fue el de Júpiter y el anillado Saturno.