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Segunda parte del nuevo idioma

MI COLUMNA

Por mary Daza Orozco

Cada día se hace más espantoso el uso del verbo colocar.  Las personas que le tienen pavor al verbo poner han hecho de colocar un vicio de los peores, no se dan cuenta de que pierden elegancia, hablan disparates y además, hieren de muerte al idioma.
El disparate no está arraigado sólo en personas sin estudio, también en intelectuales. Veamos dos ejemplos: el de un señor profesional que publicó un artículo: “…con eso logran colocar a temblar al Estado”;el de una señora vendedora de cosméticos: “… me preguntaron cuántos años tenía y yo contesté qué me colocaran los que se imaginaban y me colocaron veinticinco”.El temor al verbo poner, uno de los más bonitos y sonoros, viene de asociarlo con el acto de expulsión de los huevos por parte de las aves, y no es así, pero ya está tan incrustado el vicio que mucha gente dice: “Esa gallina no coloca huevos,” y si seguimos así, van a decir que la gallina no es colocadora en lugar de ponedora.
Para hablar bien, como en todos nuestros actos, hay que tener valor, sin importar lo que piensen los equivocados, uno lleva la verdad y con ella no hay temores. Entonces, use el bonito verbo poner para todo acto de situar en un lugar y en lo intangible, como: “ponen a temblar al Estado”, “me pusieron veinticinco años de edad”, “pongamos nuestra esperanza en Dios”. Ahí es donde está el secreto: usar poner en lo que no se puede agarrar: “puso una sonrisa en tus labios”, usted no agarra la sonrisa, ni la noche que llega.
Colocar es sólo para lo tangible, lo que se toca, lo que se agarra: “coloco el vaso sobre la mesa”, pero si usted tiene el vicio muy arraigado, trate de no usar el verbo colocar por un tiempo y así logrará poner las cosas en su justo lugar.
Tampoco use colocar en acciones verbales que caen sobre usted: “me coloco un vestido”; no, cámbielo por “me pongo un vestido; también en “me coloqué los zapatos”, lo correcto es me pongo los zapatos, me calzo, o cámbielo por tantas opciones que nos presenta el idioma: me visto, me cambio de ropa. Tampoco lo use para indicar sus emociones o actitudes: me coloqué nervioso, no es correcto; me puse nervioso, es lo exacto. Entonces queda claro: colocar, para lo tangible, para lo que puede tocar; poner, para todo.
No quiero terminar sin hacer un llamado a los conferencistas, sacerdotes, pastores, a todas las personas que manejan un auditorio, son muy dadas a pedir: “Por favor, colóquense en pie”, aquí hay dos errores: el ser humano no es un objeto, es más elegante decir póngase de pie, y si le da temor, diga solamente: “de pie”. En pie es para animales y cosas: ganado en pie o solo una casa quedó en pie…
GAZAPITOS: Mi crítico más acérrimo, un pariente a quien aprecio mucho,  escribió un comentario elogioso a  una columna del doctor Rodrigo López, pero se equivocó al usar sobretodo (prenda de vestir); debió escribir sobre todo (encima de todo).
Siguen escribiendo cesarense con C (cesarence) todos los gentilicios terminados en “ense” son con S, menos vascuence.
Es “vox populi”, no “voz populis”. Ni es “quociente”, es cociente.
Y la tapa: “Sisma en el partido conservador. Es Cisma, que quiere decir rompimiento, escisión, separación, división y más.
Y una pregunta: ¿Quién será la mujer del monje?”, que yo sepa es la mujer del César, la que no sólo debe ser honesta sino parecerlo.
Hago estos comentarios porque, al aparecer mi nombre encabezando el Consejo Editorial, creen que yo soy la correctora de estilo y me llaman constantemente a señalarme los errores.

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