Son preocupantes las estadísticas que se manejan en torno al suicidio en el departamento del Cesar, 18 casos, en su mayoría jóvenes que inexplicablemente ante la edad, deciden apagar su vida contraviniendo los designios de Dios, sin razón aparente. Me tomé el trabajo de consultar con profesionales de la psicología, las doctoras Nayibe Stella Acosta de Aguachica y Helen Ávila Gamero en Valledupar, sobre éste fenómeno que hoy está afectando y denota una lamentable crisis en la salud mental de esta sociedad.
¿Qué es lo que induce a un joven a quitarse la vida? ¿Cuáles son las razones? Pero más allá de cualquier razón no justificable por supuesto, ¿Qué se podría hacer para evitar este tipo de situaciones y llevar a cero esas estadísticas?
El análisis debe ser de fondo, buscar las razones por las cuales se vive con tanto afán; el frenesí desbocado de querer vivir todo al mismo tiempo. ¿Qué pasa con los jóvenes que no pueden satisfacer esa adrenalina impetuosa y desde la incidencia de las cosas malas al final deciden acampar en la droga, la prostitución, el vandalismo y la inclusión en pandillas y grupos delincuenciales al margen de la ley. La juventud está viviendo a millón por hora. El desaforo es notable como también la falta de programas y políticas estables que les permita llevar su vida de manera activa pero sin peligros.
Dar la espalda al problema y dejar solos a los jóvenes no es la solución. Coincidentes en los conceptos, las doctoras Acosta y Ávila dicen que no hay adecuadas estrategias de promoción y capacitación; hay programas pobres, muy tenues y es fundamental que desde la familia se aprenda a identificar las señales de alarma para poder actuar a tiempo; teniendo en cuenta que estudios serios desde la Organización Mundial de la Salud –OMS- indican que el suicidio se puede evitar, es importante reconocer eso; razón por la cual ellas invitan a las administraciones locales y regionales a implementar planes serios y continuos. Actuar en procesos que fortalezcan los factores de protección como son: el alta autoestima, buenas relaciones sociales, sobre todo con familiares y amigos, el apoyo social; propender por relaciones estables de pareja y desde luego las creencias religiosas o espirituales.
¿Dónde están los programas de atención urgente al problema? imposible seguir impávidos ante estas crudas estadísticas. Los suicidios están dando señales de alerta. Al igual que las recurrentes violaciones y muertes violentas a las niñas, hay un video rodando en las redes de un “criminal” abusando de sus sobrinas, da asco. Eso es el resultado de esta crisis mental y moral que se vive y objeto de un análisis individual. En la psicología clínica las personas son la unidad de análisis, pero no hay estudios serios, solo obras de concreto, y los profesionales expertos mirando lejos, sin apoyo; estamos hablando de seres humanos que tomaron la decisión errada y que bien valía la pena ayudar.
Sólo Eso.
Por Eduardo Santos Ortega Vergara