Los nauseabundos olores que la comunidad de la Esperanza ha tenido que aguantar por el desbordamiento de una alcantarilla en la carrera 22 con calle 7ª, no sólo les causa fastidio sino también enfermedades y falta de apetito a los residentes que se encuentran cerca a las corrientes de aguas negras.
De igual manera, los establecimientos que están ubicados alrededor del lugar han sido afectados, pues sus administradores y propietarios aseguran que las ventas han bajado, debido a que los fétidos olores no dejan que los clientes se acerquen.
Ismael Cadena, dueño de una ferretería, dice que cuando llueve la situación empeora porque al menos en días secos se bajaba un poco el nivel de la corriente, pero que con el invierno ni con palas han logrado que este disminuya.
Las aguas negras que salen de la calle 7ª y la que tiene un extenso recorrido que finaliza cerca al Batallón la Popa, ha sido la causante de mosquitos y enfermedades infecciosas, hecho que mantiene preocupada a la comunidad, que ha presentado el asunto a Emdupar pero sin resultados positivos.
Según Cadena, en una oportunidad los funcionarios se acercaron y destaparon la alcantarilla, pero no han vuelto a repetir la necesaria faena.
Pedro Vélez, trabajador del sector, señaló que en ocasiones ha sentido nauseas porque los olores son bastante fuertes. Expresó que una de sus vecinas ha tenido vómitos por lo mismo.