“López es el pollo, López es el gallo el presidente de todos los colombianos”, coro que se escuchó en la campaña electoral de 1978 por todos los rincones del país y que tal vez es el jingle más famoso de todos aquellos que se han compuesto en el género vallenato, no solo es de la autoría del más grande de los compositores de nuestra historia, Rafael Escalona Martínez, sino que fue grabado por el tres veces Rey del Festival de la Leyenda Vallenata y quien por esa época estaba en la cima de la fama, sin duda un éxito nacional, que entre otras cosas no fue suficiente para que Alfonso López Michelsen, uno de los hombres más queridos por los vallenatos y quien fuera el primer gobernador del Cesar, por segunda vez llegara al palacio de Nariño.
Recientemente se desató una polémica nacional por algunos saludos de artistas vallenatos que abiertamente les hacían publicidad a candidatos a gobernaciones y alcaldías, en un claro proselitismo electoral extemporáneo que fue materia de investigación por el Consejo Nacional Electoral.
No es de ahora que el vallenato como género musical popular es empleado como parte de las estrategias publicitarias de los candidatos a cargos y corporaciones públicas, los compositores e intérpretes vallenatos también se han congraciado y lucrado con canciones y jingles de campañas electorales a lo largo y ancho del territorio nacional.
Sin embargo, esta costumbre es mucho más arraigada en nuestra región caribe y cada día cobra más fuerza la llave vallenato-política, lo cual no considero sea perjudicial para ninguno de los dos, pero hay otro fenómeno que también viene haciendo carrera y que creo que debe ser abordado y analizado por quienes nos dedicamos a defender el folclor.
El asunto es que ahora los políticos ya no contratan o le piden el favor a un compositor que les haga una canción o un jingle publicitario, sino que le cambian la letra a obras exitosas e importantes de nuestra música, incluso, sin ningún tipo de permiso o autorización de su compositor o autor, lo cual transgrede abiertamente el derecho de autor, pero como si eso fuera poco desfigura, fusila y “perratea” muchos clásicos de nuestro querido vallenato.
Los compositores podrían demandar con muchas probabilidades de éxito a aquellos politiqueros que viene empleando la música de sus canciones para incorporarle letras alusivas a su producto sin que medie autorización al respecto, pero además las casas disqueras y editoras deberían ponerle coto al asunto y me extraña que la sociedad de autores y compositores Sayco no se haya pronunciado en lo más mínimo sobre este tema, como diría el periodista Juan Rincón Vanegas, parafraseando la fábula, es hora de que alguien le ponga el cascabel al gato.