Por: Valerio Mejia
“Le daré sus viñas desde allí, y haré del valle de Acor una puerta de esperanza”. Oseas 2:15
El marco referencial en que aparece este texto es el amor incondicional de Dios hacia su pueblo infiel. Previamente Dios ha afirmado que seduciría a su pueblo, lo llevaría al desierto y allí hablaría a su corazón.
El desierto es un sitio verdaderamente extraño para encontrar viñas, ¿será posible que las riquezas que un alma necesita puedan obtenerse en el desierto?. Generalmente, los desiertos son sitios solitarios, donde raramente podemos encontrar el camino; pero desde allí, Dios ha prometido darnos nuestras viñas, o entregarnos nuestra herencia, o cumplir sus promesas para nosotros.
Sí, Dios conoce nuestra necesidad de la experiencia del desierto. Él conoce dónde y cómo llevarnos a esos lugares donde se establece lo fundamental y duradero. Nosotros, cual pueblo infiel, hemos permitido que nuestra alma se cargue de idolatría y rebeldía, hemos olvidado a Dios y con una perfecta obstinación hemos dicho: “Seguiremos detrás de nuestros amantes”. Pero, ¡no los hemos alcanzado! Y cuando nos hallábamos tristes, abandonados y sin esperanzas, Dios ha dicho: “Los seduciré, los llevaré al desierto y allí hablaré a sus corazones”. ¡Qué Dios tan amoroso y tierno es el nuestro!
Nosotros nunca sabremos dónde oculta Dios sus viñas. Vemos una roca y no podemos adivinar que allí nace un manantial de agua cristalina. Vemos un sitio pedregoso y no podemos decir que es lugar escondido de un manto de agua. Vemos terrenos secos y áridos y no podemos saber que debajo está lleno de carbón mineral u otro metal precioso como ocurre con las minas de nuestra región. La verdad es que en ocasiones, Dios nos conduce por sitios difíciles y entonces hallamos que hemos sido llevados al lugar en que existen manantiales eternos.
Querido amigo lector, Dios ha prometido hacer del valle de Acor una puerta de esperanza. El valle de Acor es aquel valle símbolo de desgracia y turbación donde Acán fue apedreado con el dinero, el manto, el lingote de oro y todo cuanto tenía para quitar el pecado y la vergüenza del pueblo y retirar así la infidelidad por el quebrantamiento del pacto de no tomar algo del anatema. Habiendo robado, mentido y aun guardado entre sus enseres, los hijos de Israel no podían hacer frente a sus enemigos, sino que delante de ellos volverían la espalda y Dios no estaría más con ellos, trayéndoles derrota y frustración.
Toda desgracia, Dios ha prometido convertirla en una puerta de esperanza. Es decir, toda experiencia de dolor, aflicción, vergüenza y turbación, Dios la convertirá en una nueva oportunidad de crecimiento y expectación.
En el idioma original hebreo se lee: “Petaj tikvá”. Petaj es una puerta grande, una abertura gigante, un boquete en medio que nos conducirá a la esperanza. El himno nacional de Israel hoy se llama: “Ha Tikvá”. El himno de la esperanza.
Lo que estoy tratando de decir es que luego de cualquier experiencia en el valle de Acor de nuestras vidas, siempre podemos encontrar una puerta de esperanza como símbolo de restauración después de la aflicción.
Recuerda: Dios ha prometido entregar y bendecir nuestras viñas y convertir toda experiencia de desgracia y turbación en el valle de Acor en una puerta de esperanza donde renazcan las ilusiones y florezcan las nuevas oportunidades. Entonces, cantaremos en los días de nuestra juventud y le llamaremos “esposo nuestro” y no solamente “dueño nuestro”.
Mi oración para que podamos ver en cada dificultad, un boquete de nuevas oportunidades y nuestra vida sea llena de esperanza cada día. ¡Nunca pierdas la esperanza de cosas mejores cada día!
“Querido Dios: Gracias por cambiar nuestro lamento en danza y convertir cada situación de dolor en una puerta de esperanza. Amén”.
Abrazos y bendiciones para todo lo que hagas.
valeriomejia@etb.net.co