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Petro en Valledupar: Vino, vio y venció

Con muchas dificultades de logística y poca difusión, la llegada de Gustavo Petro a esta ciudad fue todo un éxito; es un indicador de que en época no electoral, la de las vacuas promesas, la gente quiera escuchar algo más trascendental como es lo referente al cambio climático, un tema exótico para las mayorías, pero del cual depende el futuro del planeta.

También vino a promover el SÍ por la paz, él conoce los rigores de la guerra, la ha vivido, la ha soportado después de su reencuentro con la democracia; de aquí salió ileso no obstante recibir toda la artillería de la Procuraduría y de todos los francotiradores de los medios audiovisuales, castas políticas y sectores comprometidos con la guerra; esas mismas que hacen negocios con la miseria de la gente y con sus tragedias; esas que han abonado el territorio patrio con la sangre de los plebeyos; como Prometeo Encadenado, sufrió el embate de la mafia de la basura y transportistas de Bogotá que rapta del tesoro miles de millones de pesos en contratación y soborno.

En el Senado de la República se jugó la vida denunciando el Estado mafioso en manos del paramilitarismo. Petro es un hombre de mucho valor civil, tan raro en Colombia como el sentido común. De su paso por la alcaldía de Bogotá no existe una sola sombra de corrupción.

La mortalidad perinatal cayó de 36 a 14.7% y la infantil pasó de 16.7 a 9.4 por mil niños nacidos vivos; en 10 % dejó los índices de pobreza, los más bajos del país, frente al 28 % que es la media nacional. La ONU vino a Bogotá a mirar este proceso. La tasa de homicidios la dejó en 32/100.000, la más baja en los últimos 27 años. Según Finantial Times, Bogotá es la octava ciudad del orbe para inversión y la primera en Latinoamérica (base: 44 megaciudades); esto no se dio solo.

Con razón se dice que en la guerra la primera víctima es la verdad. Pero el SÍ de Petro viene acompañado de una papeleta por una constituyente; los acuerdos de La Habana, si bien son importantes, son solo para parar la guerra; Colombia requiere unos cambios profundos que garanticen una paz duradera: la reforma del Congreso, de la justicia, del sistema electoral y participación política; el diseño de una política sobre salud, educación, ciencia y tecnología, no será posible con el Congreso que tenemos.

Petro tuvo dos eventos en Valledupar. El primero en el Hotel Sicarare donde presentó su agenda climática y su relación con el uso de combustibles fósiles y la minería, esa aparente fuente de riqueza cuyos beneficios y perjuicios aún no han sido cuantificados; solo el tiempo hará el balance.

Pese a ser un tema técnico y poco emotivo, el llenado fue total, sin tamboras, ron, publicidad, buses, ni caciques; la gente está mamada y quiere escuchar cosas diferentes a las que dicen los oportunistas de la política. Es que la gente sabe que GP tiene algo diferente que decirle.

El segundo acto ocurrió debajo del “palo e mango” en la mítica plaza Alfonso López, el termómetro político de la ciudad, en la que pocos quieren contarse. Este fue un conversatorio pedagógico del cual todos querían sentirse parte. Basta ya de dilaciones.

nadarpe@gmail.com

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