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Columnista - 23 octubre, 2021

Panorama Jurídico: La oscuridad institucional

Definitivamente nuestro país, Colombia, no marca síntomas de mejoramiento por ningún lado; ni en lo político, económico, menos en materia de desarrollo social. El problema no es nuevo, prácticamente su origen es arcaico; podría decirse que está enquistado como un cáncer al interior de la institucionalidad desde la misma época de la colonia; pero lo […]

Definitivamente nuestro país, Colombia, no marca síntomas de mejoramiento por ningún lado; ni en lo político, económico, menos en materia de desarrollo social. El problema no es nuevo, prácticamente su origen es arcaico; podría decirse que está enquistado como un cáncer al interior de la institucionalidad desde la misma época de la colonia; pero lo más vergonzoso es que el flagelo de la perversidad en todos sus niveles cobra vigencia, vigor y fortaleza en las últimas décadas.

Testimonios palpables e innegables que las cosas no marchan correctamente y que estamos bajo la lupa del mundo entero lo constituyen ejemplos simples como el rechazo contundente al presidente Iván Duque, en plena plaza Alfonso López Michelsen, durante la realización del Festival de la Leyenda Vallenata en Valledupar. Allí se observó a una multitud, coreando y abucheando en forma de desprecio al ciudadano que ocupa la primera magistratura del país. Fue a no dudarlo una expresión que el Ejecutivo Nacional debe analizar, ya casi en la recta final de su cuatrienio de gobierno.

Preguntamos: ¿Tendrán razón los protestantes? La respuesta surge en forma inmediata, absoluta razón. Los ciudadanos presentes en ese emblemático escenario de expresión folclórica y espectadores extranjeros, en el contexto universal vía virtual, lo presenciaron todo; sin embargo, el poder de la oscuridad institucional que pretende ocultar lo que realmente sucede en este país del realismo mágico, la gran prensa, medios radiales y otros, se quedaron callados. Supe de esta situación por fuente directa que filmó, sin interrumpir y me envió el video de lo sucedido.

El impacto cada día más asombroso, contundente e impresionante de las redes sociales, lo divulgaron y delataron todo. Esta breve descripción de lo que ocurrió en Valledupar se suma a otro rosario de manifestaciones, protestas y descontento del pueblo colombiano que quiere soluciones pronto. Esta injusticia social se acrecienta desde décadas atrás. Sobrada razón por la cual, en la Colombia olvidada del realismo mágico, donde todo es posible aún lo inverosímil. Debe entenderse y atenderse el descontento de la gente lo más pronto posible expresado, en marchas integradas por el pueblo, patrocinadas o no, que ha tenido tanta fuerza en los últimos días. Protesta similar produjo una campesina boyacense, “cantándole la tabla” a la Corte Constitucional, cuando le pidió a los nueve magistrados protección a los derechos para la mujer rural, existiendo una Ley; el ente máximo judicial no le respondió.

Como consecuencia de lo anterior, un abultado número de profesionales de diversas carreras ve con extrañeza cómo sus sueños se ahogan ante las dificultades de poder ejercer laboralmente. Una extensa juventud de profesionales anclados en la inercia por la falta de oportunidades, en estos tiempos cada día más difíciles, mientras los delfines, hijos de los caciques políticos y demás representantes influyentes, desfilan y se pasean a su antojo por las diversas posiciones burocráticas, perpetuando vicios y cercenando opciones a quienes las merecen. Son solo unos casos los aquí expuestos, donde la oscuridad institucional se presenta en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Es por ello, que hoy por hoy, los colombianos de escasos recursos ven con tristeza cómo la pobreza se agudiza cada día más. Aunado a este sinsabor crece en toda la jurisdicción territorial colombiana el desempleo, el hambre, los asesinatos colectivos selectivos, el abandono del campo, el precario sistema educativo, el excesivo consumo de drogas, el analfabetismo, el narcotráfico y el peor de todos los males, la asqueante y reprochable corrupción, que no tiene fin.  Y como perlita final dejo a consideración de mis lectores y seguidores, muchos por cierto, el otro abucheo y rechazo que recibió la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez en Nueva York, por parte de colombianos indignados residentes allí. Preguntamos: ¿Por qué lo hicieron? Ustedes sabrán interpretar 

jairofrancos@hotmail.com

Columnista
23 octubre, 2021

Panorama Jurídico: La oscuridad institucional

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Franco Salas

Definitivamente nuestro país, Colombia, no marca síntomas de mejoramiento por ningún lado; ni en lo político, económico, menos en materia de desarrollo social. El problema no es nuevo, prácticamente su origen es arcaico; podría decirse que está enquistado como un cáncer al interior de la institucionalidad desde la misma época de la colonia; pero lo […]


Definitivamente nuestro país, Colombia, no marca síntomas de mejoramiento por ningún lado; ni en lo político, económico, menos en materia de desarrollo social. El problema no es nuevo, prácticamente su origen es arcaico; podría decirse que está enquistado como un cáncer al interior de la institucionalidad desde la misma época de la colonia; pero lo más vergonzoso es que el flagelo de la perversidad en todos sus niveles cobra vigencia, vigor y fortaleza en las últimas décadas.

Testimonios palpables e innegables que las cosas no marchan correctamente y que estamos bajo la lupa del mundo entero lo constituyen ejemplos simples como el rechazo contundente al presidente Iván Duque, en plena plaza Alfonso López Michelsen, durante la realización del Festival de la Leyenda Vallenata en Valledupar. Allí se observó a una multitud, coreando y abucheando en forma de desprecio al ciudadano que ocupa la primera magistratura del país. Fue a no dudarlo una expresión que el Ejecutivo Nacional debe analizar, ya casi en la recta final de su cuatrienio de gobierno.

Preguntamos: ¿Tendrán razón los protestantes? La respuesta surge en forma inmediata, absoluta razón. Los ciudadanos presentes en ese emblemático escenario de expresión folclórica y espectadores extranjeros, en el contexto universal vía virtual, lo presenciaron todo; sin embargo, el poder de la oscuridad institucional que pretende ocultar lo que realmente sucede en este país del realismo mágico, la gran prensa, medios radiales y otros, se quedaron callados. Supe de esta situación por fuente directa que filmó, sin interrumpir y me envió el video de lo sucedido.

El impacto cada día más asombroso, contundente e impresionante de las redes sociales, lo divulgaron y delataron todo. Esta breve descripción de lo que ocurrió en Valledupar se suma a otro rosario de manifestaciones, protestas y descontento del pueblo colombiano que quiere soluciones pronto. Esta injusticia social se acrecienta desde décadas atrás. Sobrada razón por la cual, en la Colombia olvidada del realismo mágico, donde todo es posible aún lo inverosímil. Debe entenderse y atenderse el descontento de la gente lo más pronto posible expresado, en marchas integradas por el pueblo, patrocinadas o no, que ha tenido tanta fuerza en los últimos días. Protesta similar produjo una campesina boyacense, “cantándole la tabla” a la Corte Constitucional, cuando le pidió a los nueve magistrados protección a los derechos para la mujer rural, existiendo una Ley; el ente máximo judicial no le respondió.

Como consecuencia de lo anterior, un abultado número de profesionales de diversas carreras ve con extrañeza cómo sus sueños se ahogan ante las dificultades de poder ejercer laboralmente. Una extensa juventud de profesionales anclados en la inercia por la falta de oportunidades, en estos tiempos cada día más difíciles, mientras los delfines, hijos de los caciques políticos y demás representantes influyentes, desfilan y se pasean a su antojo por las diversas posiciones burocráticas, perpetuando vicios y cercenando opciones a quienes las merecen. Son solo unos casos los aquí expuestos, donde la oscuridad institucional se presenta en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Es por ello, que hoy por hoy, los colombianos de escasos recursos ven con tristeza cómo la pobreza se agudiza cada día más. Aunado a este sinsabor crece en toda la jurisdicción territorial colombiana el desempleo, el hambre, los asesinatos colectivos selectivos, el abandono del campo, el precario sistema educativo, el excesivo consumo de drogas, el analfabetismo, el narcotráfico y el peor de todos los males, la asqueante y reprochable corrupción, que no tiene fin.  Y como perlita final dejo a consideración de mis lectores y seguidores, muchos por cierto, el otro abucheo y rechazo que recibió la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez en Nueva York, por parte de colombianos indignados residentes allí. Preguntamos: ¿Por qué lo hicieron? Ustedes sabrán interpretar 

jairofrancos@hotmail.com