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Columnista - 11 julio, 2019

País de indignados

No me cabe ninguna duda en que Colombia es un país de contrastes inverosímiles, por no decir imposibles, porque en las sucesivas encuestas de nivel internacional, la gente colombiana siempre resulta calificada como la más feliz del mundo; sin embargo, la mayoría de los colombianos vivimos indignados y muchos mueren insatisfechos por los múltiples inconvenientes […]

No me cabe ninguna duda en que Colombia es un país de contrastes inverosímiles, por no decir imposibles, porque en las sucesivas encuestas de nivel internacional, la gente colombiana siempre resulta calificada como la más feliz del mundo; sin embargo, la mayoría de los colombianos vivimos indignados y muchos mueren insatisfechos por los múltiples inconvenientes sistemáticos presentes en nuestro país.

Entre tales inconvenientes tenemos el Narcotráfico, el conflicto armado interno, la distribución desigual de la riqueza, la mala atención de la salud, la politiquería, el fariseísmo, el arribismo, la corrupción, el abuso a los más débiles; en fin, son tantos exabruptos, que el espacio de la columna no me alcanza para escribirlos.

En todo caso, los que viven alegres todos los días son los propietarios y empleados de los canales de televisión, radioemisoras y periódicos, que muy a menudo difunden noticias sobre escándalos provocados por tales inconveniencias y adversidades, ya que son la subsistencia de los diferentes medios de comunicación, que la gente ve, escucha y lee con un entusiasmo rayano a la morbosidad.

Los que votaron por el No en el plebiscito convocado por el expresidente JM Santos, para refrendar el acuerdo con las Farc, todavía andan indignados, porque a pesar de que la mayoría lo rechazó, el ganador del Premio Nobel de la Paz, apoyado por la opinión internacional, impuso el acuerdo logrado en La Habana, Cuba.

Hoy la indignación es porque ‘Jesús Santrich’ ha burlado a la JEP, a la CSJ, a las víctimas del conflicto armado y a la comunidad internacional. A la vez hay indignación contra el ministro de Defensa y los tres generales involucrados en actos de corrupción, ya que uno de ellos lo llamaron a calificar servicio.

Yo, que muchas personas me catalogan como calmado, ahora me ha indignado el banco español BBVA, del cual me retiré hace varios años porque me robaron un dinero. La historia es comparable a las de Ripley, pues cuando tuve cuenta de ahorro en la sucursal aledaña a la sede de la Gobernación Departamental, por línea telefónica 018000 autoricé el cobro automático de un seguro de vida. Meses después decidí cancelarlo, su empleado, Rafael Hinojosa, que es mi amigo, solícitamente me complació, para mi sorpresa el mes siguiente se produjo el descuento automático de mi cuenta, ante mi reclamo de inmediato volvieron a cancelarlo, no obstante, el descuento prosiguió.

Preocupado recurrí a la Dra. Katriza Morelli, entonces la gerente de dicha sucursal. Muy amable y servicial como siempre, llamó al mismo número 018000, allí respondieron que yo nunca había tenido seguro de vida recaudado por el BBVA. Ante tal respuesta le dije que iba a cancelar la cuenta, amistosamente me invitó a un compás de espera y que ella me solucionaría el impase con reingreso del recaudo. No fue posible, finalmente para evitar el descuento tuve que retirarme del susodicho banco.

Hace un año adquirí un carro por crédito del BBVA, aunque con antelación avisé que tomaría un nuevo seguro al vehículo a través de BanCoomeva conservando la continuidad de la póliza anterior, el BBVA me ha cobrado el valor del seguro inicial. Los empleados de la sucursal de Unicentro con suma amabilidad me dijeron que me lo devolverán. Lo cierto es que ya autoricé a otro banco la compra de mi crédito del BBVA. Ojalá esta otra platica la recupere y no la pierda como la de hace varios años.

Columnista
11 julio, 2019

País de indignados

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

No me cabe ninguna duda en que Colombia es un país de contrastes inverosímiles, por no decir imposibles, porque en las sucesivas encuestas de nivel internacional, la gente colombiana siempre resulta calificada como la más feliz del mundo; sin embargo, la mayoría de los colombianos vivimos indignados y muchos mueren insatisfechos por los múltiples inconvenientes […]


No me cabe ninguna duda en que Colombia es un país de contrastes inverosímiles, por no decir imposibles, porque en las sucesivas encuestas de nivel internacional, la gente colombiana siempre resulta calificada como la más feliz del mundo; sin embargo, la mayoría de los colombianos vivimos indignados y muchos mueren insatisfechos por los múltiples inconvenientes sistemáticos presentes en nuestro país.

Entre tales inconvenientes tenemos el Narcotráfico, el conflicto armado interno, la distribución desigual de la riqueza, la mala atención de la salud, la politiquería, el fariseísmo, el arribismo, la corrupción, el abuso a los más débiles; en fin, son tantos exabruptos, que el espacio de la columna no me alcanza para escribirlos.

En todo caso, los que viven alegres todos los días son los propietarios y empleados de los canales de televisión, radioemisoras y periódicos, que muy a menudo difunden noticias sobre escándalos provocados por tales inconveniencias y adversidades, ya que son la subsistencia de los diferentes medios de comunicación, que la gente ve, escucha y lee con un entusiasmo rayano a la morbosidad.

Los que votaron por el No en el plebiscito convocado por el expresidente JM Santos, para refrendar el acuerdo con las Farc, todavía andan indignados, porque a pesar de que la mayoría lo rechazó, el ganador del Premio Nobel de la Paz, apoyado por la opinión internacional, impuso el acuerdo logrado en La Habana, Cuba.

Hoy la indignación es porque ‘Jesús Santrich’ ha burlado a la JEP, a la CSJ, a las víctimas del conflicto armado y a la comunidad internacional. A la vez hay indignación contra el ministro de Defensa y los tres generales involucrados en actos de corrupción, ya que uno de ellos lo llamaron a calificar servicio.

Yo, que muchas personas me catalogan como calmado, ahora me ha indignado el banco español BBVA, del cual me retiré hace varios años porque me robaron un dinero. La historia es comparable a las de Ripley, pues cuando tuve cuenta de ahorro en la sucursal aledaña a la sede de la Gobernación Departamental, por línea telefónica 018000 autoricé el cobro automático de un seguro de vida. Meses después decidí cancelarlo, su empleado, Rafael Hinojosa, que es mi amigo, solícitamente me complació, para mi sorpresa el mes siguiente se produjo el descuento automático de mi cuenta, ante mi reclamo de inmediato volvieron a cancelarlo, no obstante, el descuento prosiguió.

Preocupado recurrí a la Dra. Katriza Morelli, entonces la gerente de dicha sucursal. Muy amable y servicial como siempre, llamó al mismo número 018000, allí respondieron que yo nunca había tenido seguro de vida recaudado por el BBVA. Ante tal respuesta le dije que iba a cancelar la cuenta, amistosamente me invitó a un compás de espera y que ella me solucionaría el impase con reingreso del recaudo. No fue posible, finalmente para evitar el descuento tuve que retirarme del susodicho banco.

Hace un año adquirí un carro por crédito del BBVA, aunque con antelación avisé que tomaría un nuevo seguro al vehículo a través de BanCoomeva conservando la continuidad de la póliza anterior, el BBVA me ha cobrado el valor del seguro inicial. Los empleados de la sucursal de Unicentro con suma amabilidad me dijeron que me lo devolverán. Lo cierto es que ya autoricé a otro banco la compra de mi crédito del BBVA. Ojalá esta otra platica la recupere y no la pierda como la de hace varios años.