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Columnista - 28 noviembre, 2020

Otro año perdido para Valledupar

Valledupar completa 26 años perdidos, periodo en el cual se ha aumentado y sofisticado el cálculo político para ganarse la alcaldía, situación proporcional al deterioro de los indicadores socioeconómicos y exacerbación de las fragilidades urbanas relacionadas con inseguridad, desempleo, movilidad, transporte público, ordenamiento territorial, cultura ciudadana y discontinuidad en la prestación de los servicios públicos. […]

Valledupar completa 26 años perdidos, periodo en el cual se ha aumentado y sofisticado el cálculo político para ganarse la alcaldía, situación proporcional al deterioro de los indicadores socioeconómicos y exacerbación de las fragilidades urbanas relacionadas con inseguridad, desempleo, movilidad, transporte público, ordenamiento territorial, cultura ciudadana y discontinuidad en la prestación de los servicios públicos.

Solucionar estos problemas en cuatro años es prácticamente una causa milagrosa, insistir en esta proeza garantiza pasaporte al fracaso, las ciudades no se detienen son sistemas en constante evolución; Valledupar, hace rato dejó de ser de casitas de bahareque, razón por la cual he sido insistente en el diseño de un plan de largo plazo, para dejar de atender lo urgente y concentrarse en trabajar lo importante.

Mello Castro, actual alcalde de la ciudad, gobierna con la herencia que lo exculpa o absuelve, pero esa especie de indulto es un oasis peligroso que succiona al oscuro y profundo ostracismo, ese tiquete ha sido comprado por sus predecesores. Liderazgo es un factor diferencial que podría acabar con ese hechizo mediante el logro de los resultados inmediatos, pero construyendo escenarios y estrategias de largo plazo. Las preguntas son: ¿podrá el alcalde?, ¿querrá el alcalde?, ¿tiene el alcalde capacidad de liderazgo?

A menudo en la tranquilidad de mi pensamiento logro cuestionarme sobre las obras sobresalientes en la ciudad en los últimos 26 años. Hago un paneo rápido y solo encuentro al parque de la leyenda, entre otras cosas inutilizado. Bueno sería que las universidades, Cámara de Comercio y Fenalco analizaran el valor del lucro cesante de ese escenario desde que fue inaugurado.

No obstante hemos asistido al festín del derroche e inverosímil propuesta de la Economía Naranja, no discrepo del método, entiendo que Valledupar en su folclor y capacidad de sus intérpretes tiene una ventaja comparativa incuestionable, pero dudo mucho de los exponentes de las descrestantes políticas públicas esos instrumentos retóricos conciben un saco donde todo cabe; ahí meten el turismo la vocación agropecuaria y el sector servicios, pero no resuelven ni implementan nada, porque los problemas son mal planteados. ¿Dónde hay turismo sin infraestructura?, tampoco tenemos claro cuál es la vocación empresarial de la ciudad.

Fíjense por ejemplo, el gobernador Luis Alberto Monsalvo, en su imaginario encefálico, quiere construir el Centro Cultural de la Música Vallenata, en el lote de la antigua zona de carretera que está rodeado de clínicas. ¿Ese es el lugar adecuado?

Los ciudadanos debemos estar vigilantes, no hicimos nada con el ‘estadio inconcluso y costoso’, tenemos que recuperar ‘Valledupar cómo vamos’ para intervenir el seguimiento de la ejecución de los recursos públicos, que quedan tirados en obras como la Casa en el Aire y en proyectos como la reconstrucción de la Plaza Alfonso López y reposición de su entorno, que prácticamente quebró al incipiente comercio situado en el Centro Histórico. Cierto que la pandemia hizo lo suyo, pero la chambonería lleva años haciéndolo.

Columnista
28 noviembre, 2020

Otro año perdido para Valledupar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

Valledupar completa 26 años perdidos, periodo en el cual se ha aumentado y sofisticado el cálculo político para ganarse la alcaldía, situación proporcional al deterioro de los indicadores socioeconómicos y exacerbación de las fragilidades urbanas relacionadas con inseguridad, desempleo, movilidad, transporte público, ordenamiento territorial, cultura ciudadana y discontinuidad en la prestación de los servicios públicos. […]


Valledupar completa 26 años perdidos, periodo en el cual se ha aumentado y sofisticado el cálculo político para ganarse la alcaldía, situación proporcional al deterioro de los indicadores socioeconómicos y exacerbación de las fragilidades urbanas relacionadas con inseguridad, desempleo, movilidad, transporte público, ordenamiento territorial, cultura ciudadana y discontinuidad en la prestación de los servicios públicos.

Solucionar estos problemas en cuatro años es prácticamente una causa milagrosa, insistir en esta proeza garantiza pasaporte al fracaso, las ciudades no se detienen son sistemas en constante evolución; Valledupar, hace rato dejó de ser de casitas de bahareque, razón por la cual he sido insistente en el diseño de un plan de largo plazo, para dejar de atender lo urgente y concentrarse en trabajar lo importante.

Mello Castro, actual alcalde de la ciudad, gobierna con la herencia que lo exculpa o absuelve, pero esa especie de indulto es un oasis peligroso que succiona al oscuro y profundo ostracismo, ese tiquete ha sido comprado por sus predecesores. Liderazgo es un factor diferencial que podría acabar con ese hechizo mediante el logro de los resultados inmediatos, pero construyendo escenarios y estrategias de largo plazo. Las preguntas son: ¿podrá el alcalde?, ¿querrá el alcalde?, ¿tiene el alcalde capacidad de liderazgo?

A menudo en la tranquilidad de mi pensamiento logro cuestionarme sobre las obras sobresalientes en la ciudad en los últimos 26 años. Hago un paneo rápido y solo encuentro al parque de la leyenda, entre otras cosas inutilizado. Bueno sería que las universidades, Cámara de Comercio y Fenalco analizaran el valor del lucro cesante de ese escenario desde que fue inaugurado.

No obstante hemos asistido al festín del derroche e inverosímil propuesta de la Economía Naranja, no discrepo del método, entiendo que Valledupar en su folclor y capacidad de sus intérpretes tiene una ventaja comparativa incuestionable, pero dudo mucho de los exponentes de las descrestantes políticas públicas esos instrumentos retóricos conciben un saco donde todo cabe; ahí meten el turismo la vocación agropecuaria y el sector servicios, pero no resuelven ni implementan nada, porque los problemas son mal planteados. ¿Dónde hay turismo sin infraestructura?, tampoco tenemos claro cuál es la vocación empresarial de la ciudad.

Fíjense por ejemplo, el gobernador Luis Alberto Monsalvo, en su imaginario encefálico, quiere construir el Centro Cultural de la Música Vallenata, en el lote de la antigua zona de carretera que está rodeado de clínicas. ¿Ese es el lugar adecuado?

Los ciudadanos debemos estar vigilantes, no hicimos nada con el ‘estadio inconcluso y costoso’, tenemos que recuperar ‘Valledupar cómo vamos’ para intervenir el seguimiento de la ejecución de los recursos públicos, que quedan tirados en obras como la Casa en el Aire y en proyectos como la reconstrucción de la Plaza Alfonso López y reposición de su entorno, que prácticamente quebró al incipiente comercio situado en el Centro Histórico. Cierto que la pandemia hizo lo suyo, pero la chambonería lleva años haciéndolo.