Por estos días, en nuestra ciudad se lleva a cabo el II Congreso de Turismo de Experiencias y Expo-Experiencias. Varias administraciones municipales y departamentales han insistido en impulsar a Valledupar como una ciudad turística. El vallenato está convencido de que nuestra riqueza cultural es —o será— suficiente para posicionarnos como destino turístico. Se construyen centros culturales y “casas en el aire”, se hacen reuniones con aerolíneas, se gestionan grandes eventos, pero no se hace lo suficiente para garantizar que precisamente la experiencia del visitante sea agradable y no una secuencia de decepciones.
Cuando el turista llega a Valledupar, la primera gran batalla es la de tomar un taxi sin ser estafado. La mayoría de conductores en el aeropuerto cobran entre $20.000 y $30.000, a pesar de que la tarifa oficial es de 10.100 pesos diurnos y 13.100 nocturnos. En la Terminal de Transporte, aunque no son tan abusivos, tampoco se cobra la tarifa autorizada. En ciudades como Santa Marta y Barranquilla este problema se resolvió con medidas simples: instalar puntos donde se emiten recibos con el valor de la carrera o carteleras de bienvenida con la información de precios visible.
Recordemos que no hace mucho, la influencer Maleja Restrepo hizo un video quejándose del abuso de los taxistas en la ciudad. Y es que discutir con un taxista es una situación muy intimidante, sobre todo para quienes viajan con niños o no conocen la ciudad. A los taxis podría exigírseles tener expuestas las tarifas oficiales en sus vehículos, por ejemplo. Son acciones sencillas que brindan al turista información básica para moverse con confianza, y que la administración podría implementar sin grandes inversiones.
La movilidad del visitante también puede fortalecerse aprovechando el agonizante SIVA, estableciendo rutas estratégicas entre el aeropuerto, la terminal, las principales zonas hoteleras y el centro histórico, coordinadas con los horarios de los vuelos. El mismo sistema podría ofrecer una ruta turística, como los conocidos Big Bus o Sightseeing Bus, en los que el viajero paga una tarifa y puede subir y bajar libremente en los puntos de interés. Incluso podría incluir recorridos hasta La Mina, que para mí es el balneario más bello de la región.
Pequeños detalles, como señalizar los lugares turísticos con mapas, reseñas y puntos de información, pueden tener un gran impacto en la experiencia del visitante. Un Punto de Información Turística, por ejemplo, es algo elemental para establecer una relación amable entre la ciudad y quien la recorre. En lugares tan remotos como Playa de Belén (Norte de Santander) o Nuquí (Chocó) he visto estos espacios donde se ofrece información sobre gastronomía, transporte, sitios de interés e historia. En Valledupar, al menos la Plaza Alfonso López y el Parque de la Provincia deberían contar con uno.
También sería útil contar con una página oficial dirigida al turista, y no solo con esa pequeña sección en la página de la Alcaldía donde apenas se enumeran sitios de interés. Proporcionar información clara y confiable sobre transporte, alojamiento, sitios de interés, cultura, gastronomía y clima, invita a visitar y facilita la experiencia.
Se trata de pequeñas acciones que, si se implementan dentro de un plan estratégico y sostenido, pueden marcar la diferencia entre que el turista se mueva como pez en el agua o que sienta que la ciudad es una carrera de obstáculos.
POR: MARIANA OROZCO.





