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Columnista - 7 agosto, 2019

Ojo con la escogencia de candidatos

Siempre ha sido un tema de resonancia por la incidencia que tiene en el desarrollo de la vida departamental y municipal, el de la elección de gobernador y alcalde.

Siempre ha sido un tema de resonancia por la incidencia que tiene  en el desarrollo de la vida departamental y municipal, el de la elección de gobernador y alcalde. Escoger a estos candidatos no es del todo fácil. Y, esto es normal en política. Los grupos buscan afanosamente un candidato de cualidades excelsas, capaz de concitar el consenso y de neutralizar las naturales aprensiones con que los mismos dirigentes políticos a todos los niveles y a los ciudadanos observan el poder total, una réplica en lo local del poder presidencial.

El proceso se puede decir que es de doble vía: Por un lado, lograr el candidato, pero conciliando sectores que se conviertan en eventuales apoyos y buscar la manera de que el candidato persuada o cautive a la opinión pública para que se garantice la elección. O sea que el problema es cada vez más complejo por el cúmulo de variables que interviene en la definición, ya que comenzar los micropoderes sociales económicos y políticos a tensionarse y a desarrollar alrededor de cada avance o retroceso en el proceso definitorio una expectativa cada vez mayor.

Se ha convertido el tema en una mecánica de sumas y restar cálculos y preferencias que lo ha convertido en un proceso tortuoso y desgastador.

La idea de impulsar la elección de alcalde, por ejemplo, debió de partir del supuesto de que era necesario oxigenar la vida municipal, que lo que justicieramente se denominará “La cédula fundamental de la administración pública ganará más autonomía”, se ampliará mecanismo de toma de decisiones y lo que es lo más importante, se entenderán las posibilidades de participación ciudadana. No creemos que la participación que pueda entenderse como sabiamente ironizaban en el célebre grafiti en la Universidad de Berkeley: “Yo participo, tú participas, él participa, nosotros participamos, vosotros participáis, ellos deciden”. Y este ha sido el talón de Aquiles de la metodológica (si así puede llamarse que se ha empleado).

Tiene que comenzarse por el programa de gobierno del alcalde, para que los ciudadanos puedan saber si les conviene votar por X o Y candidato. La democracia representativa sólo se consolida si aparecen los ciudadanos escogiendo la mejor alternativa y esta sólo se puede expresar a través de un programa coherente, factible y cimentado en el conocimiento a fondo de la realidad. Y este se obtiene con el contacto directo. Claro está que necesita de la persona con las cualidades y experiencias que garantice que el programa es una herramienta de trabajo. Pero estamos sobre el tiempo.

Y como es mi costumbre, trataré otras cositas: Ojo en la escogencia de candidatos a la Asamblea y Concejo. Sigo insistiendo en esto. Hay que tener en cuenta el perfil de la persona que se va a elegir. No se requiere una Asamblea o Concejo de bolsillo sino una entidad activa y fiscalizadora. Deben ser ciudadanos incontaminados y de mucha solvencia moral. Por ello es urgente que el nuevo Concejo y la Asamblea queden integrados por gente joven o viejos pero honestos. En la próxima columna daré mis recomendaciones.

Está buenísima la política y cada cual a escasos pocos meses de las elecciones canta sus preferencias y se está alineando donde el cariñito íntimo le dice. Próximamente les estaré transmitiendo con mucha objetividad los pronósticos que han venido circulando de las posibilidades de algunos candidatos.

Postdata: Hay algunos loquitos de candidatos. Como siempre. Que…se rumoran algunas denuncias contra ciertos candidatos.   

Columnista
7 agosto, 2019

Ojo con la escogencia de candidatos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Alberto Herazo P.

Siempre ha sido un tema de resonancia por la incidencia que tiene en el desarrollo de la vida departamental y municipal, el de la elección de gobernador y alcalde.


Siempre ha sido un tema de resonancia por la incidencia que tiene  en el desarrollo de la vida departamental y municipal, el de la elección de gobernador y alcalde. Escoger a estos candidatos no es del todo fácil. Y, esto es normal en política. Los grupos buscan afanosamente un candidato de cualidades excelsas, capaz de concitar el consenso y de neutralizar las naturales aprensiones con que los mismos dirigentes políticos a todos los niveles y a los ciudadanos observan el poder total, una réplica en lo local del poder presidencial.

El proceso se puede decir que es de doble vía: Por un lado, lograr el candidato, pero conciliando sectores que se conviertan en eventuales apoyos y buscar la manera de que el candidato persuada o cautive a la opinión pública para que se garantice la elección. O sea que el problema es cada vez más complejo por el cúmulo de variables que interviene en la definición, ya que comenzar los micropoderes sociales económicos y políticos a tensionarse y a desarrollar alrededor de cada avance o retroceso en el proceso definitorio una expectativa cada vez mayor.

Se ha convertido el tema en una mecánica de sumas y restar cálculos y preferencias que lo ha convertido en un proceso tortuoso y desgastador.

La idea de impulsar la elección de alcalde, por ejemplo, debió de partir del supuesto de que era necesario oxigenar la vida municipal, que lo que justicieramente se denominará “La cédula fundamental de la administración pública ganará más autonomía”, se ampliará mecanismo de toma de decisiones y lo que es lo más importante, se entenderán las posibilidades de participación ciudadana. No creemos que la participación que pueda entenderse como sabiamente ironizaban en el célebre grafiti en la Universidad de Berkeley: “Yo participo, tú participas, él participa, nosotros participamos, vosotros participáis, ellos deciden”. Y este ha sido el talón de Aquiles de la metodológica (si así puede llamarse que se ha empleado).

Tiene que comenzarse por el programa de gobierno del alcalde, para que los ciudadanos puedan saber si les conviene votar por X o Y candidato. La democracia representativa sólo se consolida si aparecen los ciudadanos escogiendo la mejor alternativa y esta sólo se puede expresar a través de un programa coherente, factible y cimentado en el conocimiento a fondo de la realidad. Y este se obtiene con el contacto directo. Claro está que necesita de la persona con las cualidades y experiencias que garantice que el programa es una herramienta de trabajo. Pero estamos sobre el tiempo.

Y como es mi costumbre, trataré otras cositas: Ojo en la escogencia de candidatos a la Asamblea y Concejo. Sigo insistiendo en esto. Hay que tener en cuenta el perfil de la persona que se va a elegir. No se requiere una Asamblea o Concejo de bolsillo sino una entidad activa y fiscalizadora. Deben ser ciudadanos incontaminados y de mucha solvencia moral. Por ello es urgente que el nuevo Concejo y la Asamblea queden integrados por gente joven o viejos pero honestos. En la próxima columna daré mis recomendaciones.

Está buenísima la política y cada cual a escasos pocos meses de las elecciones canta sus preferencias y se está alineando donde el cariñito íntimo le dice. Próximamente les estaré transmitiendo con mucha objetividad los pronósticos que han venido circulando de las posibilidades de algunos candidatos.

Postdata: Hay algunos loquitos de candidatos. Como siempre. Que…se rumoran algunas denuncias contra ciertos candidatos.