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Columnista - 29 noviembre, 2019

Nuevos mandatarios, escuchen también

Las movilizaciones populares que iniciaron el 21N tienen como propósitos atraer la atención de Iván Duque por la inconformidad que deja la gran desigualdad existente en el país, ignorada por este gobierno y por sus antecesores, sumado al malestar por la falta de liderazgo de un mandatario acorralado por el Congreso, oposición, sindicatos, estudiantes y […]

Las movilizaciones populares que iniciaron el 21N tienen como propósitos atraer la atención de Iván Duque por la inconformidad que deja la gran desigualdad existente en el país, ignorada por este gobierno y por sus antecesores, sumado al malestar por la falta de liderazgo de un mandatario acorralado por el Congreso, oposición, sindicatos, estudiantes y cacerolas.

Todos estamos a la espera de los pasos del presidente, su estilo lento refleja una aterradora inseguridad a pesar de esforzarse por un tono de voz cada vez más fuerte pero cada vez menos convincente provocando más incertidumbre que esperanza; aunque los días pasan y esperamos señales de liderazgo desde palacio, la coyuntura actual debe servir también para que los mandatarios municipales, distritales y departamentales que tomarán posesión el próximo 1 de enero comprendan que el asunto también es con ellos.

Cada cuatro años llega la oportunidad para que los gobiernos locales construyan verdaderas políticas que mejoren la calidad de vida de las personas, pero prefieren retrasar las soluciones a eso graves problemas, el Cesar es un verdadero ejemplo, la crisis del Hospital Rosario Pumarejo de López parece llegar a un punto irreversible, lo mismo ocurre con el IDREEC y el hospital San Andrés de Chiriguaná, instituciones que han padecido ocho años de absoluto desinterés destinándolas a una orfandad que incide en que nuestro departamento no se destaque en aspectos importantes como competitividad.

Luis Alberto Monsalvo en este segundo mandato tiene la oportunidad de corregir los grandes errores de su primer gobierno y procurar invertir en cosas realmente provechosas para los cesarenses sin que el derroche en obras como la plaza de la Gobernación sea una constante al tiempo que la gente debe ser atendida en el piso de un hospital sin camillas, sin medicamentos, con médicos, enfermeras y especialistas que nos les pagan.

El nuevo alcalde de Valledupar debe hacer lectura también de lo que ocurre en el país, es indispensable que el nuevo mandatario comprenda que para tener éxito la clave está en escuchar a sectores interesados en el desarrollo de la ciudad y están ahí dispuestos a colaborar desde la academia, desde los gremios, desde la cultura y muchos más con quienes encontrará la luz que le permita conducirnos acertadamente; es hora de pensar en empleo, salud, educación, seguridad, movilidad y tantos temas hasta el momento olvidados.

Es por eso que las protestas de los últimos días no solo las debe escuchar el presidente, todos los nuevos gobernantes están obligados a reflexionar sobre cada exigencia para que desde el primer año regrese la esperanza a cada rincón del país.

Columnista
29 noviembre, 2019

Nuevos mandatarios, escuchen también

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Andrés Añez Maestre

Las movilizaciones populares que iniciaron el 21N tienen como propósitos atraer la atención de Iván Duque por la inconformidad que deja la gran desigualdad existente en el país, ignorada por este gobierno y por sus antecesores, sumado al malestar por la falta de liderazgo de un mandatario acorralado por el Congreso, oposición, sindicatos, estudiantes y […]


Las movilizaciones populares que iniciaron el 21N tienen como propósitos atraer la atención de Iván Duque por la inconformidad que deja la gran desigualdad existente en el país, ignorada por este gobierno y por sus antecesores, sumado al malestar por la falta de liderazgo de un mandatario acorralado por el Congreso, oposición, sindicatos, estudiantes y cacerolas.

Todos estamos a la espera de los pasos del presidente, su estilo lento refleja una aterradora inseguridad a pesar de esforzarse por un tono de voz cada vez más fuerte pero cada vez menos convincente provocando más incertidumbre que esperanza; aunque los días pasan y esperamos señales de liderazgo desde palacio, la coyuntura actual debe servir también para que los mandatarios municipales, distritales y departamentales que tomarán posesión el próximo 1 de enero comprendan que el asunto también es con ellos.

Cada cuatro años llega la oportunidad para que los gobiernos locales construyan verdaderas políticas que mejoren la calidad de vida de las personas, pero prefieren retrasar las soluciones a eso graves problemas, el Cesar es un verdadero ejemplo, la crisis del Hospital Rosario Pumarejo de López parece llegar a un punto irreversible, lo mismo ocurre con el IDREEC y el hospital San Andrés de Chiriguaná, instituciones que han padecido ocho años de absoluto desinterés destinándolas a una orfandad que incide en que nuestro departamento no se destaque en aspectos importantes como competitividad.

Luis Alberto Monsalvo en este segundo mandato tiene la oportunidad de corregir los grandes errores de su primer gobierno y procurar invertir en cosas realmente provechosas para los cesarenses sin que el derroche en obras como la plaza de la Gobernación sea una constante al tiempo que la gente debe ser atendida en el piso de un hospital sin camillas, sin medicamentos, con médicos, enfermeras y especialistas que nos les pagan.

El nuevo alcalde de Valledupar debe hacer lectura también de lo que ocurre en el país, es indispensable que el nuevo mandatario comprenda que para tener éxito la clave está en escuchar a sectores interesados en el desarrollo de la ciudad y están ahí dispuestos a colaborar desde la academia, desde los gremios, desde la cultura y muchos más con quienes encontrará la luz que le permita conducirnos acertadamente; es hora de pensar en empleo, salud, educación, seguridad, movilidad y tantos temas hasta el momento olvidados.

Es por eso que las protestas de los últimos días no solo las debe escuchar el presidente, todos los nuevos gobernantes están obligados a reflexionar sobre cada exigencia para que desde el primer año regrese la esperanza a cada rincón del país.