El chavismo va por el cuarto de siglo, después de la posesión ayer de Nicolás Maduro. Contra el querer de la comunidad internacional y sus vecinos. Un aislamiento que nos recordó el de hace 60 años en los albores de la revolución cubana, con la diferencia de que entonces era un movimiento nuevo, romántico, con […]
El chavismo va por el cuarto de siglo, después de la posesión ayer de Nicolás Maduro. Contra el querer de la comunidad internacional y sus vecinos. Un aislamiento que nos recordó el de hace 60 años en los albores de la revolución cubana, con la diferencia de que entonces era un movimiento nuevo, romántico, con un liderazgo de masas liderado por Fidel Castro. Maduro está muy lejos de esa dirigencia que hoy inspira, en un mundo diferente, su gobierno. Tampoco tiene el liderazgo de su mentor Hugo Chavez.
El régimen cambió progresivamente hacia una concentración de los poderes del Estado, y el elemento clave de esa profundización fue la decisión del Tribunal Supremo de Justicia en el 2015 de afectar el quórum de la Asamblea Nacional – órgano legislativo constitucional que había conquistado en elecciones libres la oposición- para llevarla a un desacato abriendo el camino para elegir, sin el concurso de los opositores defensores de aquel cuerpo, una constituyente, investida de amplios poderes en cabeza de Diosdado Cabello, el segundo hombre del Estado.
Es característico del régimen el hecho de que ha venido acentuando el modelo tradicional venezolano mono-exportador petrolero, repartidor y subsidiador de esa riqueza, con escaso incentivo del trabajo y del emprendimiento, y con claras muestras de un pésimo manejo de la economía, que desafía las leyes del mercado, llama a la estatización, a la administración de empresas por militares y el establecimiento de varias tasas de cambios y de monedas de circulación, que ha disparado la inflación. Un sistema que acrecienta la corrupción como modo de perpetuación del poder político y de supervivencia de millones de venezolanos.
Lo logrado con Chavez en materia social, cuando los ciudadanos pobres tuvieron la posibilidad de acceder a bienes y servicios, que antes solo recibían los cacaos, se desplumó en estos pocos años de ejercicio de Maduro.
Millones de personas han buscado salida y Colombia es el principal destino. Eso es pan diario en la vida del colombiano y en la región: la compañía del venezolano, como amigo, compañero de trabajo, vecino o competidor.
¿Los pronósticos?, ya que se está hablando con fundamento de otra oleada de aun mayor escala de migrantes hacia nuestro territorio, en la próximas semanas EL PILÓN llama a las autoridades, a gremios, para que busquemos nuevas fórmulas ante una situación de probable impacto descomunal. Si lo que hemos visto genera preocupación, una oleada, como hojarasca sobre Macondo, parodiando a García Márquez, al referirse a los miles que llegaban a la zona bananera hace 100 años, puede desbaratar todos los propósitos y ejecutorias de paz, estabilidad y relativo buen manejo de la economía que ha venido logrando el país.
El chavismo va por el cuarto de siglo, después de la posesión ayer de Nicolás Maduro. Contra el querer de la comunidad internacional y sus vecinos. Un aislamiento que nos recordó el de hace 60 años en los albores de la revolución cubana, con la diferencia de que entonces era un movimiento nuevo, romántico, con […]
El chavismo va por el cuarto de siglo, después de la posesión ayer de Nicolás Maduro. Contra el querer de la comunidad internacional y sus vecinos. Un aislamiento que nos recordó el de hace 60 años en los albores de la revolución cubana, con la diferencia de que entonces era un movimiento nuevo, romántico, con un liderazgo de masas liderado por Fidel Castro. Maduro está muy lejos de esa dirigencia que hoy inspira, en un mundo diferente, su gobierno. Tampoco tiene el liderazgo de su mentor Hugo Chavez.
El régimen cambió progresivamente hacia una concentración de los poderes del Estado, y el elemento clave de esa profundización fue la decisión del Tribunal Supremo de Justicia en el 2015 de afectar el quórum de la Asamblea Nacional – órgano legislativo constitucional que había conquistado en elecciones libres la oposición- para llevarla a un desacato abriendo el camino para elegir, sin el concurso de los opositores defensores de aquel cuerpo, una constituyente, investida de amplios poderes en cabeza de Diosdado Cabello, el segundo hombre del Estado.
Es característico del régimen el hecho de que ha venido acentuando el modelo tradicional venezolano mono-exportador petrolero, repartidor y subsidiador de esa riqueza, con escaso incentivo del trabajo y del emprendimiento, y con claras muestras de un pésimo manejo de la economía, que desafía las leyes del mercado, llama a la estatización, a la administración de empresas por militares y el establecimiento de varias tasas de cambios y de monedas de circulación, que ha disparado la inflación. Un sistema que acrecienta la corrupción como modo de perpetuación del poder político y de supervivencia de millones de venezolanos.
Lo logrado con Chavez en materia social, cuando los ciudadanos pobres tuvieron la posibilidad de acceder a bienes y servicios, que antes solo recibían los cacaos, se desplumó en estos pocos años de ejercicio de Maduro.
Millones de personas han buscado salida y Colombia es el principal destino. Eso es pan diario en la vida del colombiano y en la región: la compañía del venezolano, como amigo, compañero de trabajo, vecino o competidor.
¿Los pronósticos?, ya que se está hablando con fundamento de otra oleada de aun mayor escala de migrantes hacia nuestro territorio, en la próximas semanas EL PILÓN llama a las autoridades, a gremios, para que busquemos nuevas fórmulas ante una situación de probable impacto descomunal. Si lo que hemos visto genera preocupación, una oleada, como hojarasca sobre Macondo, parodiando a García Márquez, al referirse a los miles que llegaban a la zona bananera hace 100 años, puede desbaratar todos los propósitos y ejecutorias de paz, estabilidad y relativo buen manejo de la economía que ha venido logrando el país.