Reconocemos el exitoso desempeño en la materia del ministro Sanguino. Colombia cuenta hoy con importantes decisiones que beneficiarán a los trabajadores formales, sin dejar de considerar sus limitaciones y observaciones críticas como las que la micro y pequeña empresa ha expuesto sobre el contenido de la nueva ley del trabajo.
Estos días han sido bastante agitados en la política colombiana. Los analistas lo consideran un periodo determinante en el cuatrienio del gobierno del presidente Gustavo Petro: aquel en que las instituciones fueron contrapeso y equilibrio en los poderes del Estado, atenuaron los efectos de la polarización, del desvío o exceso de las facultades presidenciales, y las cortes judiciales y el Congreso recobraron su valor como ejes de la preservación de la democracia y los derechos. Es llamativo en los regímenes presidenciales, esa especie de gobierno que tuvo su origen en la Constitución de los Estados Unidos, en que se elige a un gobernante directamente por el pueblo, con ausencia de un rey soberano como jefe y representante del Estado, ante las otras naciones, su recurrente tentación a predominar sobre las otras ramas del poder público. Lo estamos viendo en el gran país del norte, de la Unión Americana, y en nuestras latitudes latinoamericanas. La tentación autocrática de nuestros presidentes.
En medio de esas circunstancias se dio un elemento importante dentro de los propósitos del ejecutivo: la aprobación de una nueva reforma laboral, que ha tenido como protagonista central las apuestas políticas del presidente Petro, su puja con el Congreso pero también el hábil despliegue que, el ministro de Trabajo, el cesarense Antonio Sanguino, ha hecho para moverse entre las arenas movedizas de los lados de la tensión política entre Presidencia y el Congreso, por un lado, y, por el otro, tejiendo dentro de la misma corporación acuerdos para sacar adelante el cambio en el régimen laboral.
Reconocemos el exitoso desempeño en la materia del ministro Sanguino. Colombia cuenta hoy con importantes decisiones que beneficiarán a los trabajadores formales, sin dejar de considerar sus limitaciones y observaciones críticas como las que la micro y pequeña empresa ha expuesto sobre el contenido de la nueva ley del trabajo.
Otro asunto que genera dura polémica y tal vez oportunidad es el nombramiento de Alfredo Saade Vergel, hijo de Valledupar, como jefe de gabinete del gobierno de Gustavo Petro, a quien le reconocemos su logro y deseamos una buena gestión, por la cuidadosa responsabilidad que asume.
Es necesario estar despojados de cualquier sentimiento político, religioso o ideológico para que se pueda lograr la mejor lectura de lo que significa para Valledupar, y su entorno regional, el nombramiento de Saade que en el pasado -que dice haber superado- se ha autodenominado pastor, ha cambiado o intentado cambiar de partido y ha creado controversias, como en tiempos del Covid-19. Se le ha llamado miembro del ‘progresismo conservador’ en columna que le dedica Sara Tufano en El Tiempo hace 3 días, por haber tenido expresiones que ella considera homofóbicas y antiaborto.
También, como probable censurador de periodistas que se atreven a dar información negativa del gobierno, motivó la columna de este domingo en El Espectador, de otra mujer, la periodista costeña Laura Ardila, quien afirma, entre otros recuentos, que “el presidente Gustavo Petro nombró como una de sus manos derechas a un fanático intolerante, enemigo declarado de la prensa libre y promotor de la desinformación”.
Se recuerdan sus acaloradas declaraciones de cerrar el Congreso y, en su lugar, promover una asamblea constituyente o llamar a campañas reeleccionistas. En momentos contraproducentes al propósito de la Iglesia católica de llamar a todos los órganos y protagonistas del Estado a atemperar los ánimos y la locuacidad. De modo que el paisano Alfredo Saade tendrá la oportunidad de demostrar su reservada serenidad e inteligencia en un periodo de agitación electoral, y de apoyar genuinamente a las causas de nuestra región. En esa tarea estamos a disposición. Buena suerte.
Reconocemos el exitoso desempeño en la materia del ministro Sanguino. Colombia cuenta hoy con importantes decisiones que beneficiarán a los trabajadores formales, sin dejar de considerar sus limitaciones y observaciones críticas como las que la micro y pequeña empresa ha expuesto sobre el contenido de la nueva ley del trabajo.
Estos días han sido bastante agitados en la política colombiana. Los analistas lo consideran un periodo determinante en el cuatrienio del gobierno del presidente Gustavo Petro: aquel en que las instituciones fueron contrapeso y equilibrio en los poderes del Estado, atenuaron los efectos de la polarización, del desvío o exceso de las facultades presidenciales, y las cortes judiciales y el Congreso recobraron su valor como ejes de la preservación de la democracia y los derechos. Es llamativo en los regímenes presidenciales, esa especie de gobierno que tuvo su origen en la Constitución de los Estados Unidos, en que se elige a un gobernante directamente por el pueblo, con ausencia de un rey soberano como jefe y representante del Estado, ante las otras naciones, su recurrente tentación a predominar sobre las otras ramas del poder público. Lo estamos viendo en el gran país del norte, de la Unión Americana, y en nuestras latitudes latinoamericanas. La tentación autocrática de nuestros presidentes.
En medio de esas circunstancias se dio un elemento importante dentro de los propósitos del ejecutivo: la aprobación de una nueva reforma laboral, que ha tenido como protagonista central las apuestas políticas del presidente Petro, su puja con el Congreso pero también el hábil despliegue que, el ministro de Trabajo, el cesarense Antonio Sanguino, ha hecho para moverse entre las arenas movedizas de los lados de la tensión política entre Presidencia y el Congreso, por un lado, y, por el otro, tejiendo dentro de la misma corporación acuerdos para sacar adelante el cambio en el régimen laboral.
Reconocemos el exitoso desempeño en la materia del ministro Sanguino. Colombia cuenta hoy con importantes decisiones que beneficiarán a los trabajadores formales, sin dejar de considerar sus limitaciones y observaciones críticas como las que la micro y pequeña empresa ha expuesto sobre el contenido de la nueva ley del trabajo.
Otro asunto que genera dura polémica y tal vez oportunidad es el nombramiento de Alfredo Saade Vergel, hijo de Valledupar, como jefe de gabinete del gobierno de Gustavo Petro, a quien le reconocemos su logro y deseamos una buena gestión, por la cuidadosa responsabilidad que asume.
Es necesario estar despojados de cualquier sentimiento político, religioso o ideológico para que se pueda lograr la mejor lectura de lo que significa para Valledupar, y su entorno regional, el nombramiento de Saade que en el pasado -que dice haber superado- se ha autodenominado pastor, ha cambiado o intentado cambiar de partido y ha creado controversias, como en tiempos del Covid-19. Se le ha llamado miembro del ‘progresismo conservador’ en columna que le dedica Sara Tufano en El Tiempo hace 3 días, por haber tenido expresiones que ella considera homofóbicas y antiaborto.
También, como probable censurador de periodistas que se atreven a dar información negativa del gobierno, motivó la columna de este domingo en El Espectador, de otra mujer, la periodista costeña Laura Ardila, quien afirma, entre otros recuentos, que “el presidente Gustavo Petro nombró como una de sus manos derechas a un fanático intolerante, enemigo declarado de la prensa libre y promotor de la desinformación”.
Se recuerdan sus acaloradas declaraciones de cerrar el Congreso y, en su lugar, promover una asamblea constituyente o llamar a campañas reeleccionistas. En momentos contraproducentes al propósito de la Iglesia católica de llamar a todos los órganos y protagonistas del Estado a atemperar los ánimos y la locuacidad. De modo que el paisano Alfredo Saade tendrá la oportunidad de demostrar su reservada serenidad e inteligencia en un periodo de agitación electoral, y de apoyar genuinamente a las causas de nuestra región. En esa tarea estamos a disposición. Buena suerte.