La semana pasada titulé mi columna “Hemos perdido la virtud de la decencia” y quedé comprometido de enviarles un nuevo mensaje a los padres e hijos, como lo es la falta de carácter.
Diría que el mejor regalo para los niños vallenatos y no vallenatos, es sin duda lo que le ha faltado a nuestra sociedad y que es una de las principales causas, tal vez la más importante, de la tremenda crisis en que nos encontramos: carácter.
Hay muchas definiciones de eso que se llama carácter, pero la más apropiada es la que la define como todo aquello que determina en una persona sus decisiones morales. El carácter tiene que ver con los pensamientos y los sentimientos, con la historia y con la acción, se forma a través de la vida y todo lo influye. La educación moral de los niños es precisamente para darles carácter, para enseñarles a tomar decisiones correctas, basada en sólidos principios que les permitan distinguir claramente entre los que está bien y lo que está mal.
Los cimientos del carácter se construyen en la casa, en el seno de la familia, y el carácter es a veces uno de los lazos más fuertes del núcleo familiar, la base de toda sociedad.
Uno de los problemas más graves de nuestra sociedad es que nos olvidamos de este concepto tan básico, o lo relegamos a un segundo plano en la educación de nuestros hijos. Le hemos dado prioridad, por ejemplo, a lo que ahora se conoce como autoestima que no es otra cosa que procesar que las personas se sientan bien con ellas mismas. Se supone que los ciudadanos con un alto grado de autoestima rindan mejor, se vuelven mejores ciudadanos y están menos expuestos en caer en estado de ánimo que los induzcan al crimen o a la drogadicción.
Puede ser que esto sea cierto, pero la autoestima es el resultado más que la causa de los buenos trabajos.
Al darle prioridad a la autoestima por encima del carácter, se acaba formando una juventud narcisista que se siente mejor con el enriquecimiento fácil y rápido que con el trabajo duro y honrado.
Los padres de ahora prefieren que sus hijos sean felices a que sean buenos. Es decir, se concentran más en los sentimientos que en el comportamiento.
Finalmente, los padres deben forjar en sus hijos un poco más de carácter, es un hecho que a la larga nos hace a todos más felices.
Y como es mi costumbre, trataré otros temitas: Primero: Me siento muy contento con la visita de mi yerno Juan Manuel Vergara Taboada y de mi hija Silvia Carolina y mi bello nieto Santiago. Bienvenidos a mi hogar.
Y ahora que se habla de cultura ciudadana se debe considerar la aplicación de la regla “conserve su derecha”, pues es muy común que, por prisa o capricho, las personas, al transitar por las calles o atraviesan una cebra apliquen esta norma, lo cual ocasiona roces y obstaculiza la libre circulación. Hay que tener respeto por el peatón.
Sigue la irresponsabilidad de los mototaxistas; cada día hay de 2 a 3 muertos. Son los clientes más apetecidos de la donación de órganos. Estos irresponsables mototaxistas son unos sinvergüenzas que hacen lo que les da la gana. Claro que ahora la tienen tesa por la Policía y el Tránsito los tienen acosados por su comportamiento y eso está bien.
Por Alberto Herazo Palmera