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Columnista - 11 febrero, 2019

No me lleves todavía

(Repito esta columna escrita y publicada en 2013. Es coyuntural cuando Venezuela lucha por su democracia. Periodistas han vuelto a publicar entrevistas al señalador de Maduro como su sucesor. Además el tema me dio lugar para recordar la despedida de otros personajes de la historia del mundo) Un Chávez devoto y desesperado es la imagen […]

(Repito esta columna escrita y publicada en 2013. Es coyuntural cuando Venezuela lucha por su democracia. Periodistas han vuelto a publicar entrevistas al señalador de Maduro como su sucesor. Además el tema me dio lugar para recordar la despedida de otros personajes de la historia del mundo)

Un Chávez devoto y desesperado es la imagen de esta Semana Santa que acaba de pasar. Su oración ante el mundo: “Dame vida, Señor”, va a quedar en la memoria de muchos, aun de los que lo han odiado, incluso yo lo he criticado todo el tiempo, pero cuando un ser humano muestra su dolor y su desesperación, por el motivo que sea, ante el mundo o ante uno solo, el deseo de que no sufra, de que esté bien, aflora en el corazón.

Así dijo el presidente de Venezuela: “Le digo a Dios, si lo que uno vivió y ha vivido no ha sido suficiente, sino que me faltaba esto (la enfermedad) bienvenido, pero dame vida, aunque sea vida llameante, dame tu corona de espinas, dame vida porque todavía me quedan cosas por hacer por este pueblo y por esta patria, no me lleves todavía”.

La triste plegaria da para pensar mucho y es leña para los que sienten el odio irracional por el mandatario para especular, lo único que se ve desprevenidamente es que el mandatario está muy grave y él es consciente de ello, tanto que le ha dado un título más a Nuestros Señor Jesucristo: “Jesús, mi Comandante en Jefe, me salvará”. Eses es el Chávez cotidiano, el folclórico, el arrogante, el prepotente, el locuaz, el adolorido, ¿el que tiene miedo?

Ante este episodio conmovedor he recogido palabras de famosos cuando sabían que sus muertes eran inminentes:
Jesucristo: fueron muchas sus palabras en la hora del dolor, pero escojo la que pronunció en Getsemaní: “Siento en mi alma una tristeza de muerte” (Marcos14, 33-34)

Pablo Picasso: “Beban por mí, beban por mi salud”.
Sigmund Freud: “Esto es absurdo, esto es absurdo”.
Frank Sinatra: “Estoy Perdiendo”.
Vincent Van Gogh: “La tristeza les durará para siempre”.
Aldous Huxley: “LSD, 100 microgramos intramuscular”.
Harry Houdini: “Estoy cansado de luchar”.
Frederic Chopín: “Ya no más”.
Wiston Churchill: “¡Estoy tan aburrido de todo!”.
Charles Darwin: “No tengo el menor miedo a morir”.
Henry Ford: “Voy a dormir bien esta noche”.
Thomas Edison: “Es muy bonito por allá”.
Steve Jobs: Oh wow, oh wow, oh wow”
Menéndez Pelayo: “¿Qué pena morir cuando me queda tanto por leer”.
Nerón: “Qué pérdida irreparable para el mundo” (su muerte por supuesto)
Kart Marx: “Las últimas palabras son para los tontos que no han dicho lo suficiente.
Óscar Wilde: “Muero como he vivido: por encima de mis posibilidades.(Lo hizo con una copa de champaña en las manos).
John Lennon: “Me han dado”.
Albert Einstein: “Ya he cumplido mi misión aquí”.
Dylan Thomas (poeta): “Me he bebido 18 vasos de güisqui puro, creo que es todo un record”.

La fuente que utilicé para algunas frases que no conocía es el libro de Hans Halter, médico alemán que atendió a muchos famosos en sus graves enfermedades. Él dice que la muerte llega tan inesperadamente, que es imposible preparar las últimas palabras.

Volvamos a Chávez, no es que ya lo esté matando, no, son sus palabras y su actitud ante el mundo, que conmueven y se harán inolvidables, y como un homenaje a él, quiero terminar con las últimas de quien ha sido su inspiración constante:

Simón Bolívar: “Aré en el Mar”, aunque a mí me gusta la carta a Fanny que escribió 11 días antes de su muerte: “…Muero despreciable, proscrito, detestado por los mismos que gozaron mis favores; víctima de intenso dolor, presa de infinitas amarguras. Te dejo mis recuerdos, mis tristezas y las lágrimas que no llegaron a verter mis ojos. ¿No es digna de tu grandeza tal ofrenda?

Columnista
11 febrero, 2019

No me lleves todavía

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mary Daza Orozco

(Repito esta columna escrita y publicada en 2013. Es coyuntural cuando Venezuela lucha por su democracia. Periodistas han vuelto a publicar entrevistas al señalador de Maduro como su sucesor. Además el tema me dio lugar para recordar la despedida de otros personajes de la historia del mundo) Un Chávez devoto y desesperado es la imagen […]


(Repito esta columna escrita y publicada en 2013. Es coyuntural cuando Venezuela lucha por su democracia. Periodistas han vuelto a publicar entrevistas al señalador de Maduro como su sucesor. Además el tema me dio lugar para recordar la despedida de otros personajes de la historia del mundo)

Un Chávez devoto y desesperado es la imagen de esta Semana Santa que acaba de pasar. Su oración ante el mundo: “Dame vida, Señor”, va a quedar en la memoria de muchos, aun de los que lo han odiado, incluso yo lo he criticado todo el tiempo, pero cuando un ser humano muestra su dolor y su desesperación, por el motivo que sea, ante el mundo o ante uno solo, el deseo de que no sufra, de que esté bien, aflora en el corazón.

Así dijo el presidente de Venezuela: “Le digo a Dios, si lo que uno vivió y ha vivido no ha sido suficiente, sino que me faltaba esto (la enfermedad) bienvenido, pero dame vida, aunque sea vida llameante, dame tu corona de espinas, dame vida porque todavía me quedan cosas por hacer por este pueblo y por esta patria, no me lleves todavía”.

La triste plegaria da para pensar mucho y es leña para los que sienten el odio irracional por el mandatario para especular, lo único que se ve desprevenidamente es que el mandatario está muy grave y él es consciente de ello, tanto que le ha dado un título más a Nuestros Señor Jesucristo: “Jesús, mi Comandante en Jefe, me salvará”. Eses es el Chávez cotidiano, el folclórico, el arrogante, el prepotente, el locuaz, el adolorido, ¿el que tiene miedo?

Ante este episodio conmovedor he recogido palabras de famosos cuando sabían que sus muertes eran inminentes:
Jesucristo: fueron muchas sus palabras en la hora del dolor, pero escojo la que pronunció en Getsemaní: “Siento en mi alma una tristeza de muerte” (Marcos14, 33-34)

Pablo Picasso: “Beban por mí, beban por mi salud”.
Sigmund Freud: “Esto es absurdo, esto es absurdo”.
Frank Sinatra: “Estoy Perdiendo”.
Vincent Van Gogh: “La tristeza les durará para siempre”.
Aldous Huxley: “LSD, 100 microgramos intramuscular”.
Harry Houdini: “Estoy cansado de luchar”.
Frederic Chopín: “Ya no más”.
Wiston Churchill: “¡Estoy tan aburrido de todo!”.
Charles Darwin: “No tengo el menor miedo a morir”.
Henry Ford: “Voy a dormir bien esta noche”.
Thomas Edison: “Es muy bonito por allá”.
Steve Jobs: Oh wow, oh wow, oh wow”
Menéndez Pelayo: “¿Qué pena morir cuando me queda tanto por leer”.
Nerón: “Qué pérdida irreparable para el mundo” (su muerte por supuesto)
Kart Marx: “Las últimas palabras son para los tontos que no han dicho lo suficiente.
Óscar Wilde: “Muero como he vivido: por encima de mis posibilidades.(Lo hizo con una copa de champaña en las manos).
John Lennon: “Me han dado”.
Albert Einstein: “Ya he cumplido mi misión aquí”.
Dylan Thomas (poeta): “Me he bebido 18 vasos de güisqui puro, creo que es todo un record”.

La fuente que utilicé para algunas frases que no conocía es el libro de Hans Halter, médico alemán que atendió a muchos famosos en sus graves enfermedades. Él dice que la muerte llega tan inesperadamente, que es imposible preparar las últimas palabras.

Volvamos a Chávez, no es que ya lo esté matando, no, son sus palabras y su actitud ante el mundo, que conmueven y se harán inolvidables, y como un homenaje a él, quiero terminar con las últimas de quien ha sido su inspiración constante:

Simón Bolívar: “Aré en el Mar”, aunque a mí me gusta la carta a Fanny que escribió 11 días antes de su muerte: “…Muero despreciable, proscrito, detestado por los mismos que gozaron mis favores; víctima de intenso dolor, presa de infinitas amarguras. Te dejo mis recuerdos, mis tristezas y las lágrimas que no llegaron a verter mis ojos. ¿No es digna de tu grandeza tal ofrenda?