A propósito de la polarización y el pesimismo que agobia a Colombia -aun de la degradación moral- el Contralor General de la Nación, Edgardo Maya Villazón, en entrevista con Yamit Amad, en El Tiempo, señala que “la mayoría de los colombianos no son corruptos. No todos los servidores lo son, pero el problema es que los corruptos si están haciendo un daño inmenso a nuestra democracia” (09/abr/17, 12:09).
El Contralor Maya -que igualmente fue Procurador General- tiene bien asumido que los órganos de control ejercen funciones, diversas, a un organismo de investigación como la Fiscalía General de la Nación. La responsabilidad fiscal es distinta de la responsabilidad disciplinaria y de la penal. Y los comportamientos que en esas sedes se auscultan pueden tener repuestas yuxtapuestas. Lo tiene conceptualmente claro y procura soluciones inteligentes.
Por su parte, los periodistas Juan Gossain y Felipe Zuleta, señalan al unísono que en este país ¡todo hiede! No obstante, el análisis es diverso para cada generación. La línea de tiempo generacional así lo pone de presente, por ejemplo, la de los adultos mayores (baby boomer) nacidos entre 1946 y 1964 -la mayoría se encuentran jubilados o en proceso de pensionarse- examinan las cosas que soporta -en estos momentos la patria- con mucho desanimo. Desconcertados.
La generación X, nacidos entre 1964 y 1984, quienes actualmente están entre 34 y 54 años -hijos de los baby boomer y padres de los millennials- como quiera que es un segmento de la sociedad que buscan tener propiedades, gadgets y accesorios, de vidas de restaurantes, bares y viajes, lamentablemente cohonestan la corrupción porque produce flujo de caja. Y su preocupación en la temática se soslaya sin horizonte ético. Triste.
Por su parte la generación de los millennials, nacidos a partir de 1984, que hoy tienen menos de 34 años, llamada también generación Y. Nacidos también en los años del dolor 1995-2005, 8 millones de víctimas, Pablo Escobar, Carlos Castaño, autodefensas, Farc y narcotráfico, masacres -a estos no les interesa los medios de comunicación, sino las redes sociales, las noticias virales, no profundizan la información se quedan con lo que les llega. De ahí que las porquerías de la corrupción y de las conductas tramposas le son indiferentes, porque son generación de los home office, duran poco en un empleo, tienen otras expectativas en el trabajo. Generación vegana les gusta comer saludable y balanceada. ¡Todo se compra todo se vende!
Entonces, se requiere un País unido, que no se deje avasallar por el pesimismo originado en lo nauseabundo de lo existente. Los baby boomer, la Gen X y la Gen Y (millenniels) y ahora los madurescentes (la franja entre los 50 y 80 años) debemos esforzarnos de optimismo y contribuir propositivamente sacar a Colombia de un momento trascendente para su supervivencia vital, ante los comportamientos de una elite corrupta que se devora por el poder, por los puestos y por los presupuestos.
El pueblo colombiano no es ignorante, ni indiferente ni irresponsable, sino que está sumido en el escepticismo ante el desastre político que conlleva al desastre social, promovidos por el craso error de polarizar o satanizar la sociedad por la codicia humana. Uribe versus Santos y viceversa. Los demás borregos. En ellos la maldad se señorea.
No todo hiede, no todo da asco, no todo es asqueroso, no hay que desanimarse, por el contrario, ante la adversidad de un horizonte desesperanzador lograr salidas, con repuestas creadoras. Y lo primero alcanzar un equilibrio social, con la ética del trabajo honesto, público y privado. ¡Necesitamos hombres nuevos!
Por Hugo Mendoza Guerra