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Editorial - 26 mayo, 2020

No es tanto Zuleta; es el contexto y el pensamiento sobre el rol de la mujer

Recientemente conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, el Día de la Madre, curiosamente el día más violento del año, según estadísticas de la Policía Nacional; ayer lunes el “Día Nacional por la Dignidad de las Mujeres víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado interno”, como un acto para resarcir el daño a las mujeres como Jineth Bedoya, quien se convirtió en el símbolo de lucha en contra de las prácticas violatorias, en medio de la violencia.

Recientemente conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, el Día de la Madre, curiosamente el día más violento del año, según estadísticas de la Policía Nacional; ayer lunes el “Día Nacional por la Dignidad de las Mujeres víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado interno”, como un acto para resarcir el daño a las mujeres como Jineth Bedoya, quien se convirtió en el símbolo de lucha  en contra de las prácticas violatorias,  en medio de la violencia.

El pasado domingo la opinión nacional se escandalizó tras conocer un video en el que el reconocido humorista costumbrista, Fabio Zuleta,  entrevista a un indígena de la etnia wayuu y juntos se refieren de manera despectiva y peyorativa poniendo la dignidad de la mujer guajira por ‘el suelo’, por decir lo menos.

De inmediato la defensa de la dignidad femenina de la mujer wayuu no se hizo esperar y una avalancha de voces convirtió a Zuleta en despreciable para la sociedad; por supuesto, con pena ajena ante la vergüenza nacional para los hombres de la región, éstos también salieron en defensa de la mujer  y mandaron un mensaje al país : no todos los guajiros y caribes somos como Fabio Zuleta Díaz, no representa al  guajiro ni el vallenato auténtico, que se inspira en la mujer pero para cantarle y componer canciones, ¡jamás para agredirla!

El caso es que, además de la sanción social de la que fue objeto Zuleta, el hecho llegó a oídos del procurador General de La Nación , Fernando Carrillo, quien anunció una demanda. La Vicepresidencia y la Consejería para la Mujer piden a la fiscalía investigar presuntos delitos contra mujeres indígenas. Y el presidente Duque también le salió al paso a la noticia: “Todo el peso de la ley debe caer sobre quienes promuevan el tráfico de personas y la explotación sexual de mujeres o niños. Nada excusa a quienes pretenden vulnerar los derechos humanos de las  comunidades indígenas”.

A pesar de que Zuleta pidió, como era de esperarse,  disculpas públicas en la misma tribuna desde donde su chiste se transformaría en agresión obscena,  las mujeres wayuu  han respondido con energía al agravio en sentidos videos, ‘podcasts’ y en la televisión nacional.

Aquella entrevista deja ver el desprecio a la mujer indígena y se recordó que Zuleta suele hacer burla de arhuacos y negros, se expone a la mujer como objeto, para satisfacer el apetito sexual, de mayor calidad si el producto era virgen; se mencionó también la actitud del proxeneta al encargar dos “chinitas” más para sus viejos amigos.

Por supuesto su intención no era hacer daño pero bastante que hizo a la dignidad de la mujer, y esas excusas esconden una realidad,  de a puño y de macho,  del contexto social y el pensamiento sobre el rol de la mujer subestimada, discriminada, sacrificada a la pobreza del hogar, comprada por el pudiente, y cual joven burlada con humor de escándalo en algunos cantos vallenatos como en el de ‘las vainas de Diomedes’ cuando dijo el recordado cacique: “Porque Jose me conoce, él es lo mismo que Chema, que también le gustan las hembras, de 20, de 15 y 14”.

Editorial
26 mayo, 2020

No es tanto Zuleta; es el contexto y el pensamiento sobre el rol de la mujer

Recientemente conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, el Día de la Madre, curiosamente el día más violento del año, según estadísticas de la Policía Nacional; ayer lunes el “Día Nacional por la Dignidad de las Mujeres víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado interno”, como un acto para resarcir el daño a las mujeres como Jineth Bedoya, quien se convirtió en el símbolo de lucha en contra de las prácticas violatorias, en medio de la violencia.


Recientemente conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, el Día de la Madre, curiosamente el día más violento del año, según estadísticas de la Policía Nacional; ayer lunes el “Día Nacional por la Dignidad de las Mujeres víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado interno”, como un acto para resarcir el daño a las mujeres como Jineth Bedoya, quien se convirtió en el símbolo de lucha  en contra de las prácticas violatorias,  en medio de la violencia.

El pasado domingo la opinión nacional se escandalizó tras conocer un video en el que el reconocido humorista costumbrista, Fabio Zuleta,  entrevista a un indígena de la etnia wayuu y juntos se refieren de manera despectiva y peyorativa poniendo la dignidad de la mujer guajira por ‘el suelo’, por decir lo menos.

De inmediato la defensa de la dignidad femenina de la mujer wayuu no se hizo esperar y una avalancha de voces convirtió a Zuleta en despreciable para la sociedad; por supuesto, con pena ajena ante la vergüenza nacional para los hombres de la región, éstos también salieron en defensa de la mujer  y mandaron un mensaje al país : no todos los guajiros y caribes somos como Fabio Zuleta Díaz, no representa al  guajiro ni el vallenato auténtico, que se inspira en la mujer pero para cantarle y componer canciones, ¡jamás para agredirla!

El caso es que, además de la sanción social de la que fue objeto Zuleta, el hecho llegó a oídos del procurador General de La Nación , Fernando Carrillo, quien anunció una demanda. La Vicepresidencia y la Consejería para la Mujer piden a la fiscalía investigar presuntos delitos contra mujeres indígenas. Y el presidente Duque también le salió al paso a la noticia: “Todo el peso de la ley debe caer sobre quienes promuevan el tráfico de personas y la explotación sexual de mujeres o niños. Nada excusa a quienes pretenden vulnerar los derechos humanos de las  comunidades indígenas”.

A pesar de que Zuleta pidió, como era de esperarse,  disculpas públicas en la misma tribuna desde donde su chiste se transformaría en agresión obscena,  las mujeres wayuu  han respondido con energía al agravio en sentidos videos, ‘podcasts’ y en la televisión nacional.

Aquella entrevista deja ver el desprecio a la mujer indígena y se recordó que Zuleta suele hacer burla de arhuacos y negros, se expone a la mujer como objeto, para satisfacer el apetito sexual, de mayor calidad si el producto era virgen; se mencionó también la actitud del proxeneta al encargar dos “chinitas” más para sus viejos amigos.

Por supuesto su intención no era hacer daño pero bastante que hizo a la dignidad de la mujer, y esas excusas esconden una realidad,  de a puño y de macho,  del contexto social y el pensamiento sobre el rol de la mujer subestimada, discriminada, sacrificada a la pobreza del hogar, comprada por el pudiente, y cual joven burlada con humor de escándalo en algunos cantos vallenatos como en el de ‘las vainas de Diomedes’ cuando dijo el recordado cacique: “Porque Jose me conoce, él es lo mismo que Chema, que también le gustan las hembras, de 20, de 15 y 14”.