Publicidad
Categorías
Categorías
Editorial - 21 julio, 2021

No a gobernadores recluidos

Ante el nuevo proceso que se adelanta en contra del gobernador del Cesar, Luis Alberto Monsalvo, acusado por la Fiscalía General de la Nación de cometer irregularidades, en su primer mandato, relacionadas con la contratación del PAE, no tenemos elementos de juicio para calificar su conducta, menos sin haber escuchado en audiencia, como norma el debido proceso, los argumentos de la defensa que se expondrán en el curso del día y que rebatirán las justificaciones del fiscal del caso, el cual pidió la medida de aseguramiento.

Ante el nuevo proceso que se adelanta en contra del gobernador del Cesar, Luis Alberto Monsalvo, acusado por la Fiscalía General de la Nación de cometer irregularidades, en su primer mandato, relacionadas con la contratación del PAE, no tenemos elementos de juicio para calificar su conducta, menos sin haber escuchado en audiencia, como norma el debido proceso,  los argumentos de la defensa que se expondrán en el curso del día y que rebatirán las justificaciones del fiscal del caso, el cual pidió la medida de aseguramiento.

Cualquiera sea la medida adoptada por la justicia la respetaremos, ya que nuestro régimen constitucional ha contemplado un Estado Social de Derecho.

Nuestra preocupación con el gobernador Monsalvo es otra.  Y contando con que continúe en el cargo, o tenga un sucesor temporal que desarrolle su programa de gobierno, como sucedió el año pasado, lo urgente y necesario es que el gobernador del departamento  no esté voluntariamente recluido, por omisión, desinterés o falta de liderazgo, frente a tremendos desafíos del pueblo cesarense.

Nos inquieta su aislamiento. Hemos dicho que el gobernador gobierna a medias: no comunica, hace propaganda. No tiene una política de participación social y ciudadana. No tiene un programa contra el desempleo y la reactivación económica. No lidera los temas estratégicos y del futuro del departamento. El gobernador considera que gobernar se limita a  invertir las regalías, principalmente en obras de infraestructura, mejor si se ven bastante, y coordinar los servicios rutinarios de toda administración, como la salud. Y aparecer cuando hicieron crisis.

De un gobernador,  cuando la gente ha caído en la pobreza, en el desempleo, en el miedo, el duelo y la desesperanza, se requiere un elemento crucial: el liderazgo. El gobernador, con su inteligencia, podría ejercerlo. Es el momento en que más se requiere estar atento a la crítica,  sin sobresaltarse ante los dolores y angustias del cesarense, al que no solo se le complace anunciándole una obra pública.

Lo dijimos en estas páginas el pasado 9 de junio: “El gobernador Monsalvo ha manifestado que el departamento registra unos indices de ‘pobreza multidimensional’ menores que los de los otros de la costa. Es una categoría que tiene que ver con elementos materiales, denominados ‘bienes públicos’, que dotan a los habitantes de un lugar. Es cierto que el departamento, con todo y los llamativos despilfarros de regalías, ha hecho obras de todo tipo en los municipios pero, al observarse el otro indicador de pobreza que registra el DANE, conocido como pobreza monetaria, los ingresos que tienen las personas de un hogar para subsistir, se raja.

Dicho de otra manera, mucha gente  tiene parque iluminado, calle pavimentada, puesto de salud o colegio – aunque operen a medias o con calidad mediana-, pero no tiene ingreso ni empleo estable. Todo lo consume, y le falta. No puede ahorrar y menos invertir. El gobernador no escucha, solo desea mostrar lo que hace, es la diferencia entre la pancarta y la genuina comunicación. No entiende que debe dar participación, no burocrática, sino de espacios de diálogo y trámite de quejas y sugerencias”.

Editorial
21 julio, 2021

No a gobernadores recluidos

Ante el nuevo proceso que se adelanta en contra del gobernador del Cesar, Luis Alberto Monsalvo, acusado por la Fiscalía General de la Nación de cometer irregularidades, en su primer mandato, relacionadas con la contratación del PAE, no tenemos elementos de juicio para calificar su conducta, menos sin haber escuchado en audiencia, como norma el debido proceso, los argumentos de la defensa que se expondrán en el curso del día y que rebatirán las justificaciones del fiscal del caso, el cual pidió la medida de aseguramiento.


Ante el nuevo proceso que se adelanta en contra del gobernador del Cesar, Luis Alberto Monsalvo, acusado por la Fiscalía General de la Nación de cometer irregularidades, en su primer mandato, relacionadas con la contratación del PAE, no tenemos elementos de juicio para calificar su conducta, menos sin haber escuchado en audiencia, como norma el debido proceso,  los argumentos de la defensa que se expondrán en el curso del día y que rebatirán las justificaciones del fiscal del caso, el cual pidió la medida de aseguramiento.

Cualquiera sea la medida adoptada por la justicia la respetaremos, ya que nuestro régimen constitucional ha contemplado un Estado Social de Derecho.

Nuestra preocupación con el gobernador Monsalvo es otra.  Y contando con que continúe en el cargo, o tenga un sucesor temporal que desarrolle su programa de gobierno, como sucedió el año pasado, lo urgente y necesario es que el gobernador del departamento  no esté voluntariamente recluido, por omisión, desinterés o falta de liderazgo, frente a tremendos desafíos del pueblo cesarense.

Nos inquieta su aislamiento. Hemos dicho que el gobernador gobierna a medias: no comunica, hace propaganda. No tiene una política de participación social y ciudadana. No tiene un programa contra el desempleo y la reactivación económica. No lidera los temas estratégicos y del futuro del departamento. El gobernador considera que gobernar se limita a  invertir las regalías, principalmente en obras de infraestructura, mejor si se ven bastante, y coordinar los servicios rutinarios de toda administración, como la salud. Y aparecer cuando hicieron crisis.

De un gobernador,  cuando la gente ha caído en la pobreza, en el desempleo, en el miedo, el duelo y la desesperanza, se requiere un elemento crucial: el liderazgo. El gobernador, con su inteligencia, podría ejercerlo. Es el momento en que más se requiere estar atento a la crítica,  sin sobresaltarse ante los dolores y angustias del cesarense, al que no solo se le complace anunciándole una obra pública.

Lo dijimos en estas páginas el pasado 9 de junio: “El gobernador Monsalvo ha manifestado que el departamento registra unos indices de ‘pobreza multidimensional’ menores que los de los otros de la costa. Es una categoría que tiene que ver con elementos materiales, denominados ‘bienes públicos’, que dotan a los habitantes de un lugar. Es cierto que el departamento, con todo y los llamativos despilfarros de regalías, ha hecho obras de todo tipo en los municipios pero, al observarse el otro indicador de pobreza que registra el DANE, conocido como pobreza monetaria, los ingresos que tienen las personas de un hogar para subsistir, se raja.

Dicho de otra manera, mucha gente  tiene parque iluminado, calle pavimentada, puesto de salud o colegio – aunque operen a medias o con calidad mediana-, pero no tiene ingreso ni empleo estable. Todo lo consume, y le falta. No puede ahorrar y menos invertir. El gobernador no escucha, solo desea mostrar lo que hace, es la diferencia entre la pancarta y la genuina comunicación. No entiende que debe dar participación, no burocrática, sino de espacios de diálogo y trámite de quejas y sugerencias”.