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Editorial - 28 marzo, 2020

Ningún fusil nos salvará del Covid-19

El miedo, la incertidumbre nos acompañan por estos días. Y no es la guerra. No es todavía la tensión que ha generado el presidente de EE. UU., Donald Trump, por su sorpresivo anuncio sobre el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Es un enemigo silencioso, invisible, microscópico. Una enfermedad que llegó a países y gentes de todo tipo de origen.

El miedo, la incertidumbre nos acompañan por estos días. Y no es la guerra. No es todavía la tensión que ha generado el presidente de EE. UU., Donald Trump, por su sorpresivo anuncio sobre el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Es un enemigo silencioso, invisible, microscópico. Una enfermedad que llegó a países y gentes de todo tipo de origen.

Pero aun con las preocupaciones sobre tocar o ser tocado físicamente por otros, el miedo a la tos y a la gripe, el llamado a la paz es siempre oportuno y necesario.

Principalmente porque sabemos (esperamos) que el coronavirus es una pausa en nuestras rutinas, convertida en un contundente llamado de la madre naturaleza. De manera que todo volverá a su curso, entre otras, la violencia que ha disminuido.

Por esto recibimos como pertinente y necesario el llamado del padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, a “todas las organizaciones armadas al margen de la ley que todavía operan en el país a cesar de inmediato sus actividades de amenazas, secuestros, desaparición forzada, confinamientos, hostigamientos, desplazamiento forzado, asesinatos y cualquier otra forma de violencia contra la dignidad humana”.

El mensaje lo ha entregado el padre Francisco a través de una carta abierta a todos los colombianos en calidad de urgente. Entendemos que esta circunstancia inédita en nuestro país nos ha demostrado que no hay ideología, planteamiento y extremismo posible que sea superior a la naturaleza, aquella que nos desnuda, nos hace frágiles. Ningún fusil nos va a salvar si no reaccionamos velozmente ante el Covid-19.

El papa Francisco, justo ayer, cuando también conocemos la carta del presidente de la Comisión de la Verdad, el padre Francisco, nos envió un mensaje a todos los habitantes del mundo. El momento es justo para reflexionar sobre valores como la paz, la solidaridad, el cuidado humano, y nada más.

“Se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas: nos encontramos asustados y perdidos”, expresó el sumo pontífice de la Iglesia católica.

La gravedad de la situación que enfrentamos nos impone a todos anteponer la solidaridad humana y el cuidado de la vida y la salud por encima de cualquier consideración política, económica o militar”, escribió el padre de Roux. Nos sumamos a estos pronunciamientos, más que por lo coherentes que son, porque los necesitamos.

La paz, el diálogo que hemos defendido desde este diario vallenato, cesarense y guajiro, la justicia a través de la verdad y la no repetición son tan vigentes hoy y no debemos olvidar esa búsqueda apasionada.

Atravesamos en momento sumamente importante en nuestra historia. Invitamos a apreciar cada segundo y minuto, en la cuarentena del hogar, para replantear los caminos, y cuando salgamos de esta, que saldremos, ofrecer la mano segura para hacer la paz.

Editorial
28 marzo, 2020

Ningún fusil nos salvará del Covid-19

El miedo, la incertidumbre nos acompañan por estos días. Y no es la guerra. No es todavía la tensión que ha generado el presidente de EE. UU., Donald Trump, por su sorpresivo anuncio sobre el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Es un enemigo silencioso, invisible, microscópico. Una enfermedad que llegó a países y gentes de todo tipo de origen.


El miedo, la incertidumbre nos acompañan por estos días. Y no es la guerra. No es todavía la tensión que ha generado el presidente de EE. UU., Donald Trump, por su sorpresivo anuncio sobre el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Es un enemigo silencioso, invisible, microscópico. Una enfermedad que llegó a países y gentes de todo tipo de origen.

Pero aun con las preocupaciones sobre tocar o ser tocado físicamente por otros, el miedo a la tos y a la gripe, el llamado a la paz es siempre oportuno y necesario.

Principalmente porque sabemos (esperamos) que el coronavirus es una pausa en nuestras rutinas, convertida en un contundente llamado de la madre naturaleza. De manera que todo volverá a su curso, entre otras, la violencia que ha disminuido.

Por esto recibimos como pertinente y necesario el llamado del padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, a “todas las organizaciones armadas al margen de la ley que todavía operan en el país a cesar de inmediato sus actividades de amenazas, secuestros, desaparición forzada, confinamientos, hostigamientos, desplazamiento forzado, asesinatos y cualquier otra forma de violencia contra la dignidad humana”.

El mensaje lo ha entregado el padre Francisco a través de una carta abierta a todos los colombianos en calidad de urgente. Entendemos que esta circunstancia inédita en nuestro país nos ha demostrado que no hay ideología, planteamiento y extremismo posible que sea superior a la naturaleza, aquella que nos desnuda, nos hace frágiles. Ningún fusil nos va a salvar si no reaccionamos velozmente ante el Covid-19.

El papa Francisco, justo ayer, cuando también conocemos la carta del presidente de la Comisión de la Verdad, el padre Francisco, nos envió un mensaje a todos los habitantes del mundo. El momento es justo para reflexionar sobre valores como la paz, la solidaridad, el cuidado humano, y nada más.

“Se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas: nos encontramos asustados y perdidos”, expresó el sumo pontífice de la Iglesia católica.

La gravedad de la situación que enfrentamos nos impone a todos anteponer la solidaridad humana y el cuidado de la vida y la salud por encima de cualquier consideración política, económica o militar”, escribió el padre de Roux. Nos sumamos a estos pronunciamientos, más que por lo coherentes que son, porque los necesitamos.

La paz, el diálogo que hemos defendido desde este diario vallenato, cesarense y guajiro, la justicia a través de la verdad y la no repetición son tan vigentes hoy y no debemos olvidar esa búsqueda apasionada.

Atravesamos en momento sumamente importante en nuestra historia. Invitamos a apreciar cada segundo y minuto, en la cuarentena del hogar, para replantear los caminos, y cuando salgamos de esta, que saldremos, ofrecer la mano segura para hacer la paz.