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Columnista - 23 octubre, 2017

El narcotráfico, verdugo de la paz

Muchos pensaron que con las Farc desarmadas se allanaba el camino de la paz, aunque hay que entender que la paz no solo se mide con los heridos en el hospital militar o las armas que entregaron las Farc, la paz se hace en el territorio, con inversión social y con una decidida lucha contra […]

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Muchos pensaron que con las Farc desarmadas se allanaba el camino de la paz, aunque hay que entender que la paz no solo se mide con los heridos en el hospital militar o las armas que entregaron las Farc, la paz se hace en el territorio, con inversión social y con una decidida lucha contra el narcotráfico.

No quiere decir que los acuerdos con los guerrilleros no hayan servido, ni que los índices no hayan bajado, menos que el mensaje que se le envió al mundo de un país diferente que mira al futuro de otra manera sea malo, todo es muy positivo. Pero está sucediendo lo que tanto se temía, sigue el narcotráfico, un mal mayor que nos supera y ha sido la gasolina para que este conflicto no termine, un tema que este gobierno descuidó hasta llegar a una escandalosa cifra de cultivos ilícitos, ronda las 200.000 hectáreas, y subrayo lo único bueno que ha dicho Alejandro Ordoñez en el último tiempo, estamos nadando en coca.

Supuestamente ya no están las Farc, pronto se desarmará el Eln, a pesar de su terquedad, cederá, porque sabe que es una guerra sin sentido; pero subsisten los mismos problemas, el reciclaje y la ocupación de bandas criminales alimentadas por el narcotráfico, hasta han creado repúblicas independientes de coca, como está sucediendo en Tumaco, donde hay total ausencia del Estado, lo que ha servido de caldo de cultivo para que la región se convierta en un polvorín y ahora quieren llegar a erradicar a sangre y fuego. Lo más grave es que lo mismo pasa en otras regiones de Colombia, como el Catatumbo, Guaviare, parte del Meta, Vichada y Putumayo, tampoco hay Dios ni ley y siguen asesinando líderes sociales sin que el gobierno haga nada.
Santos, después de casi ocho años de gobierno, anuncia con bombos y platillos un plan especial para Tumaco, donde no hay ni siquiera un hospital de primer nivel, las vías de acceso son trochas y no hay oportunidades para que los jóvenes se eduquen o accedan a la cultura y al deporte como fuente de desarrollo y crecimiento, ni siquiera pueden explotar el turismo con tan bellos paisajes que tienen; la masacre que dejó seis campesinos muertos obedece a que están siendo instrumentalizados por capos, que buscan reciclar guerrilleros defraudados y les venden el narcotráfico como una solución de vida y, si a esto le súmanos la presión del gobierno de EEUU donde nunca capturan un capo, pero sí exigen que en Colombia nos matemos por erradicar, la cosa se complica aún más. El narcotráfico es la papa caliente más caliente para los candidatos presidenciales, deberán articular estrategias y plantear verdaderas propuestas, no desde la represión, que enfrenten este posconflicto que se está convirtiendo en otro conflicto y con expectativas más crueles. Se requiere una política integral de cooperación e inversión en muchos sectores, para que el campesinado y la población en general que necesitan oportunidades reales, salgan de tan miserable negocio. Es el mayor reto del Estado Colombiano en muchos años y de ello depende que la verdadera paz llegue a este país, agobiado por la sangre y la desigualdad.

@JACOBOSOLANOC

 

Por Jacobo Solano C.

 

 

 

 

 

Columnista
23 octubre, 2017

El narcotráfico, verdugo de la paz

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
El Pilón

Muchos pensaron que con las Farc desarmadas se allanaba el camino de la paz, aunque hay que entender que la paz no solo se mide con los heridos en el hospital militar o las armas que entregaron las Farc, la paz se hace en el territorio, con inversión social y con una decidida lucha contra […]


Muchos pensaron que con las Farc desarmadas se allanaba el camino de la paz, aunque hay que entender que la paz no solo se mide con los heridos en el hospital militar o las armas que entregaron las Farc, la paz se hace en el territorio, con inversión social y con una decidida lucha contra el narcotráfico.

No quiere decir que los acuerdos con los guerrilleros no hayan servido, ni que los índices no hayan bajado, menos que el mensaje que se le envió al mundo de un país diferente que mira al futuro de otra manera sea malo, todo es muy positivo. Pero está sucediendo lo que tanto se temía, sigue el narcotráfico, un mal mayor que nos supera y ha sido la gasolina para que este conflicto no termine, un tema que este gobierno descuidó hasta llegar a una escandalosa cifra de cultivos ilícitos, ronda las 200.000 hectáreas, y subrayo lo único bueno que ha dicho Alejandro Ordoñez en el último tiempo, estamos nadando en coca.

Supuestamente ya no están las Farc, pronto se desarmará el Eln, a pesar de su terquedad, cederá, porque sabe que es una guerra sin sentido; pero subsisten los mismos problemas, el reciclaje y la ocupación de bandas criminales alimentadas por el narcotráfico, hasta han creado repúblicas independientes de coca, como está sucediendo en Tumaco, donde hay total ausencia del Estado, lo que ha servido de caldo de cultivo para que la región se convierta en un polvorín y ahora quieren llegar a erradicar a sangre y fuego. Lo más grave es que lo mismo pasa en otras regiones de Colombia, como el Catatumbo, Guaviare, parte del Meta, Vichada y Putumayo, tampoco hay Dios ni ley y siguen asesinando líderes sociales sin que el gobierno haga nada.
Santos, después de casi ocho años de gobierno, anuncia con bombos y platillos un plan especial para Tumaco, donde no hay ni siquiera un hospital de primer nivel, las vías de acceso son trochas y no hay oportunidades para que los jóvenes se eduquen o accedan a la cultura y al deporte como fuente de desarrollo y crecimiento, ni siquiera pueden explotar el turismo con tan bellos paisajes que tienen; la masacre que dejó seis campesinos muertos obedece a que están siendo instrumentalizados por capos, que buscan reciclar guerrilleros defraudados y les venden el narcotráfico como una solución de vida y, si a esto le súmanos la presión del gobierno de EEUU donde nunca capturan un capo, pero sí exigen que en Colombia nos matemos por erradicar, la cosa se complica aún más. El narcotráfico es la papa caliente más caliente para los candidatos presidenciales, deberán articular estrategias y plantear verdaderas propuestas, no desde la represión, que enfrenten este posconflicto que se está convirtiendo en otro conflicto y con expectativas más crueles. Se requiere una política integral de cooperación e inversión en muchos sectores, para que el campesinado y la población en general que necesitan oportunidades reales, salgan de tan miserable negocio. Es el mayor reto del Estado Colombiano en muchos años y de ello depende que la verdadera paz llegue a este país, agobiado por la sangre y la desigualdad.

@JACOBOSOLANOC

 

Por Jacobo Solano C.