El narcotráfico es la peor de las pandemias generada en el laboratorio de la sociedad de consumo y contra la cual no habrá vacuna mientras el problema sea mal definido. Opera transversalmente en la mayoría de los países siendo Colombia un operador instrumental, a manera de fusible. Los EE.UU., mayor importador de cocaína del mundo siempre lo ha definido como un problema de oferta y todas sus estrategias son diseñadas para reprimir esta parte del mercado, nunca se refieren a la demanda ni a las facilidades que posibilitan la entrada de este estupefaciente a su territorio; no se conocen las estadísticas sobre decomiso del alcaloide en territorio gringo pero miles de toneladas les entran, casi todas por el Pacífico, no por Venezuela.

Colombia produce el 80 % de la cocaína consumida en el mundo; 212 hectáreas (ha) de hoy pueden producir más de seis mil toneladas/año, en varias cosechas (7kg/ha, 4 cosechas/año); es tanta que en 2017 incautaron 2.432 tm de un solo despacho, en el puerto de Barranquilla. Más, estas incautaciones no alcanzan el 15 % de lo enviado. Con este criterio y parcialidad sancionan, exigen cumplimientos y ejercen chantajes financieros sobre los países productores.

La decisión arbitraria y unilateral de Trump de enviar 53 tropas a Colombia, pasando por encima de la CPC, aprovechando el miedo del gobierno a una desertificación y a la poca gobernanza de Duque para asumir posiciones nacionalistas, tendrá consecuencias imprevisibles; ahora son 53, luego 800 y mañana serán muchos; la política internacional nuestra siempre ha sido torpe. Colombia será cabeza de playa para una invasión militar a Venezuela, Trump tiene prisa por la proximidad de las elecciones, los guarismos electorales no le favorecen y necesita crear un nuevo Rambo electoral.

La justificación para venir es el asesoramiento a nuestras fuerzas militares en materia de narcotráfico, falaz argumento; no hay ejército en el mundo que tenga la experiencia que tiene el nuestro en esta materia; y tampoco hay país que haya sufrido más que el nuestro por este concepto: muertos, mutilados, presos, extraditados; además, nuestra literatura macondiana está degradada, gira alrededor de la droga, y nuestra cultura se volvió traqueta. Por la vía del control a la oferta, el mejor negocio del mundo nunca se  acabará, cooptando todas las instancias de poder para lavar dinero: procesos electorales, compra de tierras, sector financiero, estamentos militares y de gobierno, clase política, justicia, construcción, y en general, toda la economía subterránea.

La connivencia de estos sectores poderosos con el crimen, que esta actividad genera, no permitirá que la oferta fracase. Es un error pensar que el área sembrada depende del glifosato; esta solo depende del volumen de la demanda; el control del área sembrada por este medio, lo único que hará es contaminar nuestra biodiversidad y encarecer el precio internacional de la droga, y el día que se erradique acá, aparecerá otro país sustituto o la droga sintética importada, ya presente, absorberá el mercado.

Según la DEA, en EE.UU., una de cada diez personas consume algún tipo de alucinógeno, unas 30 millones de personas; y el 16 % de la población mundial confesó haberlo hecho, (OMS). De no haber un cambio de estrategias antidrogas, a esta Medusa no habrá Perseo que le corte la cabeza.