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Editorial - 5 octubre, 2020

Monsalvo y sus obras

Hay que reconocer que Luis Alberto Monsalvo es un gobernador que exhibe las mejores intenciones y así lo expuso ayer en entrevista a este diario. Se mostró sin amarguras, de buena disposición a trabajar y no ser inferior al desafío de satisfacer a sus 280 mil electores. Le deseamos éxitos porque así ganamos todos los cesarenses

Hay que reconocer que Luis Alberto Monsalvo es un gobernador que exhibe las mejores intenciones y así lo expuso ayer en entrevista a este diario. Se mostró sin amarguras, de buena disposición a trabajar y no ser inferior al desafío de satisfacer a sus 280 mil electores.  Le deseamos éxitos porque así ganamos todos los cesarenses

Es claro que en su concepción de la legitimidad y manejo del poder se mueve en el mundo de la política tradicional de los parlamentarios. Se inquieta cuando un congresista  no está unido a través de los propósitos de su gobierno para recabar apoyos del Gobierno nacional. Se entiende que valore la fuerza parlamentaria que lo ha apoyado, aunque no todos los congresistas se sienten correspondidos con su participación en el gobierno. Es bienvenido su interés en que frente al gobierno deben estar unidos todos.

Monsalvo podría desarrollar una alianza con sectores sociales, gremiales, empresariales, profesionales y agentes de la ‘nueva política’ pero no es su interés, porque no se debe a ellos y, podría pensar que el poder está en los aliados políticos.

Considera que es fundamental, para el buen gobierno,  ejecutar obras públicas que sean reconocidas en el territorio. Se encontrará con que las regalías en virtud de la reforma se le habrán duplicado, y ya puede programar su plan de desarrollo 2020-2023, aforado en un escenario piso en $3,5 billones. De ellos, $2 billones son recursos del Sistema General de Participaciones (transferencia que le hace la nación), para educación, salud, agua potable. $1.5 billones, de los que un billón son de regalías, se invertirán principalmente en vías, 1/3 parte. Va a encontrar unas regalías disminuidas de mantenerse la estrepitosa caída de la producción de carbón, -aunque en parte podrá compensar por que la participación del productor en el ponqué se duplica- y unos ingresos de libre destinación, basado en recaudos propios; como por ejemplo, la  sobretasa del Acpm, reducidos por las crisis económica de la covid-19.

El enfoque en priorizar vías es apropiado, especialmente en las veredales, como en apoyar el programa de acueductos.

La apuesta en infraestructura es buena para generar empleo y dinamizar la economía. Hacemos observación de que se asocian, en algunos visibles casos de su pasada administración y a las del gobierno interino de Franco Ovalle; a obras inconclusas. No es propiamente que la ejecución física no se haya concluido sino que no son muy funcionales.

De nada sirve invertir en un estadio $60 mil millones sino se le aseguran recursos, junto a los privados, a un equipo competente y a unas divisiones de futbol en ascenso desde la niñez, que hagan posible que el bello escenario tenga un intenso uso y una felicidad para el pueblo. Es decir, no solo hay que invertir en el estadio sino en el fútbol.  Igual para el complejo de patinaje o de tenis, sino se invierte en hacer competitiva la respectiva disciplina deportiva.  O cómo invertir en parques y no asegurar su mantenimiento o la seguridad. Esta preocupación surge ante el anuncio de una obra cultural de $120 mil millones que genera preguntas, y que luego estaremos haciendo. 

Editorial
5 octubre, 2020

Monsalvo y sus obras

Hay que reconocer que Luis Alberto Monsalvo es un gobernador que exhibe las mejores intenciones y así lo expuso ayer en entrevista a este diario. Se mostró sin amarguras, de buena disposición a trabajar y no ser inferior al desafío de satisfacer a sus 280 mil electores. Le deseamos éxitos porque así ganamos todos los cesarenses


Hay que reconocer que Luis Alberto Monsalvo es un gobernador que exhibe las mejores intenciones y así lo expuso ayer en entrevista a este diario. Se mostró sin amarguras, de buena disposición a trabajar y no ser inferior al desafío de satisfacer a sus 280 mil electores.  Le deseamos éxitos porque así ganamos todos los cesarenses

Es claro que en su concepción de la legitimidad y manejo del poder se mueve en el mundo de la política tradicional de los parlamentarios. Se inquieta cuando un congresista  no está unido a través de los propósitos de su gobierno para recabar apoyos del Gobierno nacional. Se entiende que valore la fuerza parlamentaria que lo ha apoyado, aunque no todos los congresistas se sienten correspondidos con su participación en el gobierno. Es bienvenido su interés en que frente al gobierno deben estar unidos todos.

Monsalvo podría desarrollar una alianza con sectores sociales, gremiales, empresariales, profesionales y agentes de la ‘nueva política’ pero no es su interés, porque no se debe a ellos y, podría pensar que el poder está en los aliados políticos.

Considera que es fundamental, para el buen gobierno,  ejecutar obras públicas que sean reconocidas en el territorio. Se encontrará con que las regalías en virtud de la reforma se le habrán duplicado, y ya puede programar su plan de desarrollo 2020-2023, aforado en un escenario piso en $3,5 billones. De ellos, $2 billones son recursos del Sistema General de Participaciones (transferencia que le hace la nación), para educación, salud, agua potable. $1.5 billones, de los que un billón son de regalías, se invertirán principalmente en vías, 1/3 parte. Va a encontrar unas regalías disminuidas de mantenerse la estrepitosa caída de la producción de carbón, -aunque en parte podrá compensar por que la participación del productor en el ponqué se duplica- y unos ingresos de libre destinación, basado en recaudos propios; como por ejemplo, la  sobretasa del Acpm, reducidos por las crisis económica de la covid-19.

El enfoque en priorizar vías es apropiado, especialmente en las veredales, como en apoyar el programa de acueductos.

La apuesta en infraestructura es buena para generar empleo y dinamizar la economía. Hacemos observación de que se asocian, en algunos visibles casos de su pasada administración y a las del gobierno interino de Franco Ovalle; a obras inconclusas. No es propiamente que la ejecución física no se haya concluido sino que no son muy funcionales.

De nada sirve invertir en un estadio $60 mil millones sino se le aseguran recursos, junto a los privados, a un equipo competente y a unas divisiones de futbol en ascenso desde la niñez, que hagan posible que el bello escenario tenga un intenso uso y una felicidad para el pueblo. Es decir, no solo hay que invertir en el estadio sino en el fútbol.  Igual para el complejo de patinaje o de tenis, sino se invierte en hacer competitiva la respectiva disciplina deportiva.  O cómo invertir en parques y no asegurar su mantenimiento o la seguridad. Esta preocupación surge ante el anuncio de una obra cultural de $120 mil millones que genera preguntas, y que luego estaremos haciendo.