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Columnista - 8 febrero, 2020

Me quieren llamar Talento en Televisión

Concursantes salen frustrados, llorando, pensando que les han cerrado todas las puertas y expresando que les negaron la posibilidad de ser alguien en la vida, lo que tenían como única meta. Una identidad ficticia a la que quieren conducir a muchos en este acto histriónico, que quieren hacer creer como algo heroico. Por eso será […]

Concursantes salen frustrados, llorando, pensando que les han cerrado todas las puertas y expresando que les negaron la posibilidad de ser alguien en la vida, lo que tenían como única meta. Una identidad ficticia a la que quieren conducir a muchos en este acto histriónico, que quieren hacer creer como algo heroico. Por eso será que no progresamos, por imitar modelos importados. ¿Dónde está la originalidad?

Tuve la oportunidad de dialogar con un “Concursante imitador”, salió de ese concurso completamente desencantado, (programa que nunca he visto), que se quiso suicidar porque no ganó. La verdad, lo vi bastante decepcionado; llevado, como dicen por ahí, me contó: “Esos jurados imbéciles se las quieren dar de exigentes”. Recuerdo que le dije, bájate de esa nube y se original no imitador. Creo que lo saqué de ese cuento chino y la verdad fue que reacciono, diciéndome: “Me faltaba que alguien me hablara como lo hiciste”. Llegamos a la conclusión que solo es un concurso al cual le falta autenticidad y veracidad.

Como dice el refrán popular, a lo tuyo tú, zapatero a tus zapatos; esto para referirnos a “las exigencias” poco funcionales y productivas que se hacen en tal concurso de imitadores; quienes pretenden que el participante supere las expectativas del original; procedimiento absurdo desde todo punto de vista, ya que no es fácil; lo original es lo original; además, de ello los lineamientos de criterios que caracterizan los jurados no son los más idóneos.

No es nuestra intención mancillar nombres, pero si queremos hacer precisión que en Colombia hay dignos referentes para hacer símbolos de ejemplo con conocimiento, destreza y sabiduría, capaces de representar a determinadas expresiones artísticas y lo más importante que prosigan una tónica que afiance y respalde la validez y autenticidad de cada identidad cultural. Un ejemplo ilustrativo de lo aquí expresado, lo configura la osadía y por demás irrespeto contra la rica y exuberante existencia de manifestaciones culturales que posee el país, nos referimos a la selección de jurados, que si bien es cierto son artistas de cualquier género, ello no les da autoridad para calificar a los diferentes concursantes, donde existiera un concurso real. Parece ser, que solo se hubiesen especializado para calificar imitadores. ¿Qué es esto?

Es preciso señalar sobre el particular que los organizadores de los respectivos eventos, deberían ser más cuidadosos al momento de escoger quienes tendrán el compromiso ético y responsabilidad moral de dar un veredicto sin tener el suficiente conocimiento relacionado, no solo con el rol del actor imitador, sino de la idiosincrasia del lugar donde procedan.

Muy a pesar que el desarrollo de estos eventos esta articulado a ciencia ficticia, salidas de contexto, no se puede caer en la especulación de inclinar a un imitador que supere al original. Si bien es cierto que la realización de estos eventos produce expectativa; también, lo es que debemos ser cada día más veraces, pragmáticos, objetivos, auténticos, partiendo del hecho que la materialización de estos no se verá superada por la imitación. No se le puede pedir peras al olmo.

Columnista
8 febrero, 2020

Me quieren llamar Talento en Televisión

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Franco Salas

Concursantes salen frustrados, llorando, pensando que les han cerrado todas las puertas y expresando que les negaron la posibilidad de ser alguien en la vida, lo que tenían como única meta. Una identidad ficticia a la que quieren conducir a muchos en este acto histriónico, que quieren hacer creer como algo heroico. Por eso será […]


Concursantes salen frustrados, llorando, pensando que les han cerrado todas las puertas y expresando que les negaron la posibilidad de ser alguien en la vida, lo que tenían como única meta. Una identidad ficticia a la que quieren conducir a muchos en este acto histriónico, que quieren hacer creer como algo heroico. Por eso será que no progresamos, por imitar modelos importados. ¿Dónde está la originalidad?

Tuve la oportunidad de dialogar con un “Concursante imitador”, salió de ese concurso completamente desencantado, (programa que nunca he visto), que se quiso suicidar porque no ganó. La verdad, lo vi bastante decepcionado; llevado, como dicen por ahí, me contó: “Esos jurados imbéciles se las quieren dar de exigentes”. Recuerdo que le dije, bájate de esa nube y se original no imitador. Creo que lo saqué de ese cuento chino y la verdad fue que reacciono, diciéndome: “Me faltaba que alguien me hablara como lo hiciste”. Llegamos a la conclusión que solo es un concurso al cual le falta autenticidad y veracidad.

Como dice el refrán popular, a lo tuyo tú, zapatero a tus zapatos; esto para referirnos a “las exigencias” poco funcionales y productivas que se hacen en tal concurso de imitadores; quienes pretenden que el participante supere las expectativas del original; procedimiento absurdo desde todo punto de vista, ya que no es fácil; lo original es lo original; además, de ello los lineamientos de criterios que caracterizan los jurados no son los más idóneos.

No es nuestra intención mancillar nombres, pero si queremos hacer precisión que en Colombia hay dignos referentes para hacer símbolos de ejemplo con conocimiento, destreza y sabiduría, capaces de representar a determinadas expresiones artísticas y lo más importante que prosigan una tónica que afiance y respalde la validez y autenticidad de cada identidad cultural. Un ejemplo ilustrativo de lo aquí expresado, lo configura la osadía y por demás irrespeto contra la rica y exuberante existencia de manifestaciones culturales que posee el país, nos referimos a la selección de jurados, que si bien es cierto son artistas de cualquier género, ello no les da autoridad para calificar a los diferentes concursantes, donde existiera un concurso real. Parece ser, que solo se hubiesen especializado para calificar imitadores. ¿Qué es esto?

Es preciso señalar sobre el particular que los organizadores de los respectivos eventos, deberían ser más cuidadosos al momento de escoger quienes tendrán el compromiso ético y responsabilidad moral de dar un veredicto sin tener el suficiente conocimiento relacionado, no solo con el rol del actor imitador, sino de la idiosincrasia del lugar donde procedan.

Muy a pesar que el desarrollo de estos eventos esta articulado a ciencia ficticia, salidas de contexto, no se puede caer en la especulación de inclinar a un imitador que supere al original. Si bien es cierto que la realización de estos eventos produce expectativa; también, lo es que debemos ser cada día más veraces, pragmáticos, objetivos, auténticos, partiendo del hecho que la materialización de estos no se verá superada por la imitación. No se le puede pedir peras al olmo.