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Columnista - 22 abril, 2021

Más mezquindad que solidaridad

El periódico EL PILÓN, por suscripción, todos los días me llega temprano a mi casa, y lo leo con suma complacencia, por dos motivaciones primordiales: la primera, por su contenido ilustrativo de mucha calidad y con mesura. La segunda, por ser uno de sus columnistas; todos ellos, incluido el editorial, son exponentes de opiniones de […]

El periódico EL PILÓN, por suscripción, todos los días me llega temprano a mi casa, y lo leo con suma complacencia, por dos motivaciones primordiales: la primera, por su contenido ilustrativo de mucha calidad y con mesura. La segunda, por ser uno de sus columnistas; todos ellos, incluido el editorial, son exponentes de opiniones de interés general.

Hoy me habría gustado escribir sobre la entrevista realizada al médico vallenato Fernando Dangond Castro, especializado en Medicina Interna, Neurología, Biología Molecular e Inmunología, residenciado en Estados Unidos hace más de 32 años y, con mucho honor, compositor intérprete de la música de su terruño. O hacer comentario elogioso a la columna ‘Carta al Papa Francisco’, escrita por Fausto Cotes, o al editorial ‘Administración Monsalvo dice no haber olvidado las obras del Loperena’, colegio donde yo estudié los seis años de bachillerato. En EL PILÓN siempre hay temas sobre los cuales me gustaría escribir en mi columna; pero, en fin, hoy hablaré sobre lo que he visto ­o ha ocurrido­ durante la pandemia del SARS-CoV-2/Covid-19.

En realidad, en el manejo de la actual pandemia ha habido más mezquindad que solidaridad, en esto sobresale el egoísmo de los países desarrollados que han producido las vacunas anticovid-19, con los países subdesarrollados, y que, en muchos de ellos todavía no han comenzado a inocular ninguna de las vacunas disponibles, porque para obtenerlas había que comprarlas por anticipado. Y la gran excusa es que la demanda supera la producción de las vacunas. De veraz, no ha habido voluntad y mucho menos solidaridad con los países más pobres.

Por ejemplo, Colombia, que es uno de los países catalogados como subdesarrollados, compró o negoció y aportó dinero al fondo Covax de la OMS para adquirir una cantidad de vacunas suficientes para la inmunidad de rebaño, y las está recibiendo a cuentagotas, con el agravante del trasporte oneroso por la lejanía de los sitios de la producción, el inconveniente de la conservación de las vacunas, cuya inoculación no ha sido juiciosa. Es decir, ha faltado organización y también ha habido prelaciones indecorosas. 

Hoy día, en el mundo habría una mayor cantidad de personas vacunadas si las farmacéuticas fabricantes de las vacunas hubieran concedido las patentes de propiedad intelectual a los países que tienen infraestructuras y capacidad para producir las vacunas. En sur América hay varios países con laboratorios productores de medicamentos y vacunas. No regaladas sino con sus debidos precios, porque lo importante es acelerar la vacunación de toda la gente.

En cambio, es notoria la competencia desleal ­de índole ideológico y económico­ de querer desacreditar, por ejemplo, a la vacuna Sinovac producida por China, que tiene mayor demanda por ser más barata y, por ende, es la que más se está aplicando en nuestro país   que, el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, lo ha declarado en quiebra dizque por los gastos inesperados en la atención de la pandemia. La verdad es que gran parte de la responsabilidad del déficit económico se debe al despilfarro y al robispicio del erario, y al conflicto armado interno, que los políticos apoyadores del actual gobierno no han tenido la voluntad para que se acabe.

Por la demora en desaparecer la pandemia debido a la lentitud de la vacunación, el gobierno colombiano autorizó la compra privada de vacunas para acelerar la inmunización de las personas. Dijo el presidente que la aplicación debe ser gratuita a los trabajadores de quienes las importen. Por aquello de las competencias comerciales y efectividades de las vacunas. Me niego a predecir qué tan favorable será tal autorización.  

Columnista
22 abril, 2021

Más mezquindad que solidaridad

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

El periódico EL PILÓN, por suscripción, todos los días me llega temprano a mi casa, y lo leo con suma complacencia, por dos motivaciones primordiales: la primera, por su contenido ilustrativo de mucha calidad y con mesura. La segunda, por ser uno de sus columnistas; todos ellos, incluido el editorial, son exponentes de opiniones de […]


El periódico EL PILÓN, por suscripción, todos los días me llega temprano a mi casa, y lo leo con suma complacencia, por dos motivaciones primordiales: la primera, por su contenido ilustrativo de mucha calidad y con mesura. La segunda, por ser uno de sus columnistas; todos ellos, incluido el editorial, son exponentes de opiniones de interés general.

Hoy me habría gustado escribir sobre la entrevista realizada al médico vallenato Fernando Dangond Castro, especializado en Medicina Interna, Neurología, Biología Molecular e Inmunología, residenciado en Estados Unidos hace más de 32 años y, con mucho honor, compositor intérprete de la música de su terruño. O hacer comentario elogioso a la columna ‘Carta al Papa Francisco’, escrita por Fausto Cotes, o al editorial ‘Administración Monsalvo dice no haber olvidado las obras del Loperena’, colegio donde yo estudié los seis años de bachillerato. En EL PILÓN siempre hay temas sobre los cuales me gustaría escribir en mi columna; pero, en fin, hoy hablaré sobre lo que he visto ­o ha ocurrido­ durante la pandemia del SARS-CoV-2/Covid-19.

En realidad, en el manejo de la actual pandemia ha habido más mezquindad que solidaridad, en esto sobresale el egoísmo de los países desarrollados que han producido las vacunas anticovid-19, con los países subdesarrollados, y que, en muchos de ellos todavía no han comenzado a inocular ninguna de las vacunas disponibles, porque para obtenerlas había que comprarlas por anticipado. Y la gran excusa es que la demanda supera la producción de las vacunas. De veraz, no ha habido voluntad y mucho menos solidaridad con los países más pobres.

Por ejemplo, Colombia, que es uno de los países catalogados como subdesarrollados, compró o negoció y aportó dinero al fondo Covax de la OMS para adquirir una cantidad de vacunas suficientes para la inmunidad de rebaño, y las está recibiendo a cuentagotas, con el agravante del trasporte oneroso por la lejanía de los sitios de la producción, el inconveniente de la conservación de las vacunas, cuya inoculación no ha sido juiciosa. Es decir, ha faltado organización y también ha habido prelaciones indecorosas. 

Hoy día, en el mundo habría una mayor cantidad de personas vacunadas si las farmacéuticas fabricantes de las vacunas hubieran concedido las patentes de propiedad intelectual a los países que tienen infraestructuras y capacidad para producir las vacunas. En sur América hay varios países con laboratorios productores de medicamentos y vacunas. No regaladas sino con sus debidos precios, porque lo importante es acelerar la vacunación de toda la gente.

En cambio, es notoria la competencia desleal ­de índole ideológico y económico­ de querer desacreditar, por ejemplo, a la vacuna Sinovac producida por China, que tiene mayor demanda por ser más barata y, por ende, es la que más se está aplicando en nuestro país   que, el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, lo ha declarado en quiebra dizque por los gastos inesperados en la atención de la pandemia. La verdad es que gran parte de la responsabilidad del déficit económico se debe al despilfarro y al robispicio del erario, y al conflicto armado interno, que los políticos apoyadores del actual gobierno no han tenido la voluntad para que se acabe.

Por la demora en desaparecer la pandemia debido a la lentitud de la vacunación, el gobierno colombiano autorizó la compra privada de vacunas para acelerar la inmunización de las personas. Dijo el presidente que la aplicación debe ser gratuita a los trabajadores de quienes las importen. Por aquello de las competencias comerciales y efectividades de las vacunas. Me niego a predecir qué tan favorable será tal autorización.