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Columnista - 29 abril, 2021

¡Maldita exclusión!

La democracia para que sea funcional necesita que en ella se exprese, de alguna manera, la diversidad. La democracia para que funcione debe ser como la naturaleza: incluyente y heterogénea.  La naturaleza necesita la biodiversidad para ser inmortal e imperecedera porque la biodiversidad es regenerativa, preserva los balances y el difícil equilibrio. La democracia necesita […]

La democracia para que sea funcional necesita que en ella se exprese, de alguna manera, la diversidad. La democracia para que funcione debe ser como la naturaleza: incluyente y heterogénea. 

La naturaleza necesita la biodiversidad para ser inmortal e imperecedera porque la biodiversidad es regenerativa, preserva los balances y el difícil equilibrio. La democracia necesita la diversidad para lo mismo. Si cuidamos la democracia, la democracia cuidará de nosotros. Es como la naturaleza: si la cuidamos ella nos cuida.  Si no es así, la amenaza del cambio climático o de la dictadura o de una democracia iliberal sobreviene, aplasta y hace daño.

Las sociedades de hoy día son interdependientes, complejas, conectadas en red, plurales en lo  cultural y en lo  político, líquidas y hasta gaseosas,  marchan a la velocidad digital, volátiles, disruptivas y cada vez más  impredecibles;  pero en Colombia  sigue siendo excluyente y por ahí, por lo excluyente del poder, de los circuitos del dinero, de las oportunidades  y de la toma de decisiones se descuelga  la inequidad, la violencia, la pobreza, la  corrupción y la escasa representatividad democrática.

Biden está siendo incluyente porque, entre otras cosas, eso le permite una mejor lectura y así amplía el foco de la realidad, la ve desde distintas perspectivas;  y por ello  incorporó en su gobierno la heterogeneidad: Kamala Harris: primera vicepresidenta mujer y negra; Austin: primer secretario de Defensa negro; J.Yellen: primera mujer secretaria del Tesoro; Becerra: primer latino secretario de Salud; Haaland: primera secretaria indígena americana; Mayorkas: primer secretario de Seguridad Nacional latino e inmigrante; Buttigieg: primer secretario abiertamente homosexual.

La inclusión de la pluralidad nacional desactiva las bombas sociales, la inequidad y la invisibilidad. Incluye la otredad, es decir, a los demás, porque el otro importa,  desea, sueña, sufre y  no piensa necesariamente como nosotros, es más, casi siempre no piensa como nosotros y he ahí la riqueza de la diversidad; de eso se trata, de incluirlo para ampliar la mirada y porque el mundo es, también, naturaleza. La inclusión  es un golpe mortal a la polarización, esa que fragmenta al país y le impide que tenga puntos de encuentro o acuerdos sobre lo fundamental.

Y hoy, con el covid-19 de por medio, para salir de la crisis se necesitan acciones colectivas que solo funcionan si hay puntos de encuentro. Pero la pandemia removió las estructuras del mundo de hoy y la ciudadanía reclama grandes cambios hacia el futuro que beneficien a la mayoría por lo que el electorado puede ser seducido por candidatos que ofrezcan rupturas, no más de lo mismo, y políticas anti-establishment.  Hay un voto rebelión que, por precipitado,  puede provocar un salto al vacío.

El próximo presidente de Colombia debe ondear como bandera la inclusión de la heterogeneidad en la política pública, en el gobierno y en los valores democráticos para pasar la página de la polarización y abrir la puerta de los mínimos consensos y al mismo tiempo, como en terapia de pareja, comenzar a restañar las  heridas.

Columnista
29 abril, 2021

¡Maldita exclusión!

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Enrique Herrera Araujo

La democracia para que sea funcional necesita que en ella se exprese, de alguna manera, la diversidad. La democracia para que funcione debe ser como la naturaleza: incluyente y heterogénea.  La naturaleza necesita la biodiversidad para ser inmortal e imperecedera porque la biodiversidad es regenerativa, preserva los balances y el difícil equilibrio. La democracia necesita […]


La democracia para que sea funcional necesita que en ella se exprese, de alguna manera, la diversidad. La democracia para que funcione debe ser como la naturaleza: incluyente y heterogénea. 

La naturaleza necesita la biodiversidad para ser inmortal e imperecedera porque la biodiversidad es regenerativa, preserva los balances y el difícil equilibrio. La democracia necesita la diversidad para lo mismo. Si cuidamos la democracia, la democracia cuidará de nosotros. Es como la naturaleza: si la cuidamos ella nos cuida.  Si no es así, la amenaza del cambio climático o de la dictadura o de una democracia iliberal sobreviene, aplasta y hace daño.

Las sociedades de hoy día son interdependientes, complejas, conectadas en red, plurales en lo  cultural y en lo  político, líquidas y hasta gaseosas,  marchan a la velocidad digital, volátiles, disruptivas y cada vez más  impredecibles;  pero en Colombia  sigue siendo excluyente y por ahí, por lo excluyente del poder, de los circuitos del dinero, de las oportunidades  y de la toma de decisiones se descuelga  la inequidad, la violencia, la pobreza, la  corrupción y la escasa representatividad democrática.

Biden está siendo incluyente porque, entre otras cosas, eso le permite una mejor lectura y así amplía el foco de la realidad, la ve desde distintas perspectivas;  y por ello  incorporó en su gobierno la heterogeneidad: Kamala Harris: primera vicepresidenta mujer y negra; Austin: primer secretario de Defensa negro; J.Yellen: primera mujer secretaria del Tesoro; Becerra: primer latino secretario de Salud; Haaland: primera secretaria indígena americana; Mayorkas: primer secretario de Seguridad Nacional latino e inmigrante; Buttigieg: primer secretario abiertamente homosexual.

La inclusión de la pluralidad nacional desactiva las bombas sociales, la inequidad y la invisibilidad. Incluye la otredad, es decir, a los demás, porque el otro importa,  desea, sueña, sufre y  no piensa necesariamente como nosotros, es más, casi siempre no piensa como nosotros y he ahí la riqueza de la diversidad; de eso se trata, de incluirlo para ampliar la mirada y porque el mundo es, también, naturaleza. La inclusión  es un golpe mortal a la polarización, esa que fragmenta al país y le impide que tenga puntos de encuentro o acuerdos sobre lo fundamental.

Y hoy, con el covid-19 de por medio, para salir de la crisis se necesitan acciones colectivas que solo funcionan si hay puntos de encuentro. Pero la pandemia removió las estructuras del mundo de hoy y la ciudadanía reclama grandes cambios hacia el futuro que beneficien a la mayoría por lo que el electorado puede ser seducido por candidatos que ofrezcan rupturas, no más de lo mismo, y políticas anti-establishment.  Hay un voto rebelión que, por precipitado,  puede provocar un salto al vacío.

El próximo presidente de Colombia debe ondear como bandera la inclusión de la heterogeneidad en la política pública, en el gobierno y en los valores democráticos para pasar la página de la polarización y abrir la puerta de los mínimos consensos y al mismo tiempo, como en terapia de pareja, comenzar a restañar las  heridas.