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Columnista - 13 enero, 2018

Machismo excesivo

Es impresionante, lo deja a uno estupefacto, atónito y creo que a ustedes también, con la actitud de un hombre machista en la Vereda Chorro Blanco, cerca a Tunja, Boyacá, el cual abandona a su mujer, arroja a su hija de tres meses en un potrero, porque su esposa no le dio un hijo varón. […]

Es impresionante, lo deja a uno estupefacto, atónito y creo que a ustedes también, con la actitud de un hombre machista en la Vereda Chorro Blanco, cerca a Tunja, Boyacá, el cual abandona a su mujer, arroja a su hija de tres meses en un potrero, porque su esposa no le dio un hijo varón. ¿Qué tal esto? El cavernícola en referencia ya está tras las rejas.

No se entiende cómo surge esta conducta malévola en el hombre; se considera más bien que es una dinámica cultural en muchas regiones colombianas, que se estructura y repite. El caso más aberrante es que ese hombre machista, desde temprana edad, arrastra con esta situación a sus hijos, invitándolos a que se muestren unos “verdaderos hombres”, lo que se debe descubrir a tiempo, de lo contrario se volverán “varones dominantes”.

En la realidad no pierde el varón su masculinidad al respetar y defender derechos de las mujeres, ni al colaborarle en quehaceres del hogar; pero el hombre en determinada época de su vida y circunstancias no lo quiere entender, no lo quiere aceptar, quiere y desea ser dominante. Se ha enraizado esta situación desde tiempos remotos con el argumento bien acentuado que el trabajo y el cuidado de los hijos corresponde a la mujer y el trabajo fuera de casa es para el varón; esta “identificación”, lo que arroja es discriminación y perpetua el machismo.

Ustedes en alguna oportunidad escucharon que los hombres correspondían al “sexo dominante” y el “sexo débil” a las mujeres; estos términos se permitieron por décadas en la sociedad; en la actualidad deben ser borrados y no expresados; le corresponde en gran parte a los medios de comunicación radiales, televisivos, escritos…. De lo contrario seguirán inmersos en una lógica irracional. Empecemos ya.

Al empoderarse el machismo, éste mostrará al hombre macho que trata a la mujer como objeto sexual; además que es de su exclusividad para satisfacerlo, afectando y destruyendo los derechos y la dignidad femenina; risible argumento, discurso basado en su propio código moral, propio de una sociedad que nutre deliberadamente una cultura machista.

Corresponde al Estado corregir tan aberrante comportamiento, que desencadena en resultados nefastos para la mujer. Claro está que existen Estados más machistas que otros; el colombiano mantiene y ejecuta acciones machistas; solo observemos el gabinete ministerial. ¿Cuántas mujeres se desempeñan como ministras? Respetaré los cargos de elección popular por el artículo 40 de nuestra Carta Magna; pocas gobernadoras y alcaldesas existen; pero en los casos que debe atender la cuota de mujeres en cargos a proveer, no cumple y eso que existe legislación al respecto incluso si las incluyeran lo hacen de relleno. Esto conlleva aunque se muestre la situación disfrazada por el Estado la no representación de la mujer en las leyes y por lo tanto, no legitimación de su condición de ciudadana, leyes que no promueven la protección de la mujer ni sus necesidades, dejándolas en el ostracismo, desterrándolas de una vez de todas sus posibilidades.

Aparece en el panorama jurídico la ley 1496, cuya autoría es del partido MIRA, por medio de la cual se garantiza la igualdad salarial. Esa norma es conocida como: a trabajo de igual valor, salario igual para hombres y mujeres.

Es necesario actuar de manera pronta y rápida; se debe terminar con chistes hirientes, temas sexistas, comentarios ridículos que sin querer a futuro perfilan el hombre machista.

Columnista
13 enero, 2018

Machismo excesivo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Franco Salas

Es impresionante, lo deja a uno estupefacto, atónito y creo que a ustedes también, con la actitud de un hombre machista en la Vereda Chorro Blanco, cerca a Tunja, Boyacá, el cual abandona a su mujer, arroja a su hija de tres meses en un potrero, porque su esposa no le dio un hijo varón. […]


Es impresionante, lo deja a uno estupefacto, atónito y creo que a ustedes también, con la actitud de un hombre machista en la Vereda Chorro Blanco, cerca a Tunja, Boyacá, el cual abandona a su mujer, arroja a su hija de tres meses en un potrero, porque su esposa no le dio un hijo varón. ¿Qué tal esto? El cavernícola en referencia ya está tras las rejas.

No se entiende cómo surge esta conducta malévola en el hombre; se considera más bien que es una dinámica cultural en muchas regiones colombianas, que se estructura y repite. El caso más aberrante es que ese hombre machista, desde temprana edad, arrastra con esta situación a sus hijos, invitándolos a que se muestren unos “verdaderos hombres”, lo que se debe descubrir a tiempo, de lo contrario se volverán “varones dominantes”.

En la realidad no pierde el varón su masculinidad al respetar y defender derechos de las mujeres, ni al colaborarle en quehaceres del hogar; pero el hombre en determinada época de su vida y circunstancias no lo quiere entender, no lo quiere aceptar, quiere y desea ser dominante. Se ha enraizado esta situación desde tiempos remotos con el argumento bien acentuado que el trabajo y el cuidado de los hijos corresponde a la mujer y el trabajo fuera de casa es para el varón; esta “identificación”, lo que arroja es discriminación y perpetua el machismo.

Ustedes en alguna oportunidad escucharon que los hombres correspondían al “sexo dominante” y el “sexo débil” a las mujeres; estos términos se permitieron por décadas en la sociedad; en la actualidad deben ser borrados y no expresados; le corresponde en gran parte a los medios de comunicación radiales, televisivos, escritos…. De lo contrario seguirán inmersos en una lógica irracional. Empecemos ya.

Al empoderarse el machismo, éste mostrará al hombre macho que trata a la mujer como objeto sexual; además que es de su exclusividad para satisfacerlo, afectando y destruyendo los derechos y la dignidad femenina; risible argumento, discurso basado en su propio código moral, propio de una sociedad que nutre deliberadamente una cultura machista.

Corresponde al Estado corregir tan aberrante comportamiento, que desencadena en resultados nefastos para la mujer. Claro está que existen Estados más machistas que otros; el colombiano mantiene y ejecuta acciones machistas; solo observemos el gabinete ministerial. ¿Cuántas mujeres se desempeñan como ministras? Respetaré los cargos de elección popular por el artículo 40 de nuestra Carta Magna; pocas gobernadoras y alcaldesas existen; pero en los casos que debe atender la cuota de mujeres en cargos a proveer, no cumple y eso que existe legislación al respecto incluso si las incluyeran lo hacen de relleno. Esto conlleva aunque se muestre la situación disfrazada por el Estado la no representación de la mujer en las leyes y por lo tanto, no legitimación de su condición de ciudadana, leyes que no promueven la protección de la mujer ni sus necesidades, dejándolas en el ostracismo, desterrándolas de una vez de todas sus posibilidades.

Aparece en el panorama jurídico la ley 1496, cuya autoría es del partido MIRA, por medio de la cual se garantiza la igualdad salarial. Esa norma es conocida como: a trabajo de igual valor, salario igual para hombres y mujeres.

Es necesario actuar de manera pronta y rápida; se debe terminar con chistes hirientes, temas sexistas, comentarios ridículos que sin querer a futuro perfilan el hombre machista.