Con la prohibición del día sin carro ni motos, se descubrió que el agua moja y lo caliente quema: bajó la contaminación y subió el perjuicio a los comerciantes, eso se sabía y estaba cantao, pero aun así el balance es bueno, pero con muchas quejas, lo que nos da a entender que sería mejor […]
Con la prohibición del día sin carro ni motos, se descubrió que el agua moja y lo caliente quema: bajó la contaminación y subió el perjuicio a los comerciantes, eso se sabía y estaba cantao, pero aun así el balance es bueno, pero con muchas quejas, lo que nos da a entender que sería mejor otras alternativas para mejorar el aire, hacerlo más puro y bajar la temperatura que nos azota. Sembrar árboles sería una de ellas, yo le propongo señor Alcalde que se reemplacen todos los árboles secos que se encuentran parados ante la mirada impávida de Corpocesar, que tiene recursos suficientes para ello. Los algarrobillos de la 44 hay que reemplazarlos, lo mismo que los cauchos de la Avenida Simón Bolívar y así por todas partes, nada más ahí tiene la calle 14 entre 12 y 8ª, vaya y vea, mande a un Inspector, yo le prometo que a partir de hoy, en esta columna le indicaré sobre dos o más de ellos para que se reemplacen, pero parándome bolas, Alcalde, y no haciéndose el desentendido como está pasando con los huecos, que mire, fuera de la carrera 11 con calle 12, que día a día crece más, en la carrera 10 con 9C hay uno más grande todavía que bien vale la pena caerle rápido. Aproveche al buen socio que tiene, el Gobernador Franco Ovalle, que le ha tendido la mano en forma pródiga y generosa para hacer obras en esta ciudad y sus corregimientos.
Volvamos al día lunes pasado, por primera vez cogí un bus en esta ciudad y volví a la historia de estudiante en Bogotá cuando me montaba en los Picota – Ríonegro, que horror, la misma vaina, hay que entrar a empujones y esfuerzos por un torniquete que escasamente cabe una vela de cebo, el olor a monóxido es horrible, da dolor de cabeza, le suena hasta el apellido y no tiene aire y si tiene es de lujo. En 20 minutos hace el recorrido de Hurtado a la Plaza Alfonso López, pasando por La Pilonera Mayor, Villa Ligia, La Castellana, La Nevada, Divino Niño, Garupales, Instpecam, Parque Novalito, parando a recoger pasajeros y arrancando de manera violenta y a una velocidad excesiva como si lo que llevara fueran cerdos. Con razón hay tanto mototaxi.
Vi carros con chorros de humo, pero que con seguridad tienen su certificado de revisión ¿cómo? No sé, sería bueno que las autoridades averiguaran como hacen para obtenerlo y se tomaran medidas drásticas.
No vi bicicletas en las ciclovías de la Novena y la 17, pero sí observé que las están dejando destruir, ante la indiferencia de las autoridades respectivas; algo hay que hacer al respecto, o se dejan y se arreglan o se destruyen y si no hay ánimo de lo primero y no tiene justificación para lo segundo, consúltele al pueblo mediante una encuesta o lo que sea y haga lo que la ciudadanía le ordene. Eso tiene que ser ya.
Valledupar y su clima no permite el uso masivo de la bicicleta, eso se puede hacer en Bogotá, donde es un placer hacer esos paseos, pero aquí se le derriten a uno los sesos con estos rayos solares infernales.
¡Carajo!, falta tanto por decir, bueno y malo, pero se acabó el espacio y de pronto en la próxima continúo. Chao.
Por José M. Aponte Martínez
Con la prohibición del día sin carro ni motos, se descubrió que el agua moja y lo caliente quema: bajó la contaminación y subió el perjuicio a los comerciantes, eso se sabía y estaba cantao, pero aun así el balance es bueno, pero con muchas quejas, lo que nos da a entender que sería mejor […]
Con la prohibición del día sin carro ni motos, se descubrió que el agua moja y lo caliente quema: bajó la contaminación y subió el perjuicio a los comerciantes, eso se sabía y estaba cantao, pero aun así el balance es bueno, pero con muchas quejas, lo que nos da a entender que sería mejor otras alternativas para mejorar el aire, hacerlo más puro y bajar la temperatura que nos azota. Sembrar árboles sería una de ellas, yo le propongo señor Alcalde que se reemplacen todos los árboles secos que se encuentran parados ante la mirada impávida de Corpocesar, que tiene recursos suficientes para ello. Los algarrobillos de la 44 hay que reemplazarlos, lo mismo que los cauchos de la Avenida Simón Bolívar y así por todas partes, nada más ahí tiene la calle 14 entre 12 y 8ª, vaya y vea, mande a un Inspector, yo le prometo que a partir de hoy, en esta columna le indicaré sobre dos o más de ellos para que se reemplacen, pero parándome bolas, Alcalde, y no haciéndose el desentendido como está pasando con los huecos, que mire, fuera de la carrera 11 con calle 12, que día a día crece más, en la carrera 10 con 9C hay uno más grande todavía que bien vale la pena caerle rápido. Aproveche al buen socio que tiene, el Gobernador Franco Ovalle, que le ha tendido la mano en forma pródiga y generosa para hacer obras en esta ciudad y sus corregimientos.
Volvamos al día lunes pasado, por primera vez cogí un bus en esta ciudad y volví a la historia de estudiante en Bogotá cuando me montaba en los Picota – Ríonegro, que horror, la misma vaina, hay que entrar a empujones y esfuerzos por un torniquete que escasamente cabe una vela de cebo, el olor a monóxido es horrible, da dolor de cabeza, le suena hasta el apellido y no tiene aire y si tiene es de lujo. En 20 minutos hace el recorrido de Hurtado a la Plaza Alfonso López, pasando por La Pilonera Mayor, Villa Ligia, La Castellana, La Nevada, Divino Niño, Garupales, Instpecam, Parque Novalito, parando a recoger pasajeros y arrancando de manera violenta y a una velocidad excesiva como si lo que llevara fueran cerdos. Con razón hay tanto mototaxi.
Vi carros con chorros de humo, pero que con seguridad tienen su certificado de revisión ¿cómo? No sé, sería bueno que las autoridades averiguaran como hacen para obtenerlo y se tomaran medidas drásticas.
No vi bicicletas en las ciclovías de la Novena y la 17, pero sí observé que las están dejando destruir, ante la indiferencia de las autoridades respectivas; algo hay que hacer al respecto, o se dejan y se arreglan o se destruyen y si no hay ánimo de lo primero y no tiene justificación para lo segundo, consúltele al pueblo mediante una encuesta o lo que sea y haga lo que la ciudadanía le ordene. Eso tiene que ser ya.
Valledupar y su clima no permite el uso masivo de la bicicleta, eso se puede hacer en Bogotá, donde es un placer hacer esos paseos, pero aquí se le derriten a uno los sesos con estos rayos solares infernales.
¡Carajo!, falta tanto por decir, bueno y malo, pero se acabó el espacio y de pronto en la próxima continúo. Chao.
Por José M. Aponte Martínez