Hace 10 días contrajeron matrimonio, en Valledupar, la joven pareja de mi sobrino Luis Andrés Cotes Araujo y Luz Karime Calderón Calderón. Fue una ceremonia sobria, en donde sobresalió la decoración natural, porque fue a campo abierto. Los arreglos florales confirmaron el toque original del momento, en medio de árboles, matas y arbustos. El ocaso […]
Hace 10 días contrajeron matrimonio, en Valledupar, la joven pareja de mi sobrino Luis Andrés Cotes Araujo y Luz Karime Calderón Calderón.
Fue una ceremonia sobria, en donde sobresalió la decoración natural, porque fue a campo abierto. Los arreglos florales confirmaron el toque original del momento, en medio de árboles, matas y arbustos. El ocaso de una tarde muy seca, pero fresca, y una cena, culminaron la ceremonia religiosa que presidió el pastor Israel Hernández y su esposa Victoria Salazar, de la iglesia Valle de la Bendición de Bogotá.
Al evento asistieron miembros de las dos familias, fueron entre 30 o 40 personas, para cumplir con los protocolos y medidas de bioseguridad. No hubo altoparlantes de música estruendosa, pero sí melodías cálidas con versos de amor y alabanzas a Dios.
Les cuento que le di vueltas y vueltas al asunto para escribir este pequeño relato, no sabía por dónde comenzar. Estuve redondeando la idea para plagiar un poco a ‘Gabo’ en su genial cuento de la señora que presagió lo grave que iba a suceder en su pueblo.
Decidí comenzar por el principio. Mi sobrino Luis Andrés es internista y nefrólogo, hijo de mi hermano Hernán Cotes Zuleta y Flor Araujo; Luz Karime es psicóloga, hija de Lázaro Calderón y Dalma Calderón. La joven pareja se conoció en Barranquilla, lejos de sus terruños.
Ambos pronunciaron palabras de juramento de su amor: Luis Andrés le dijo: “Delante de Dios prometo no solamente serte fiel, leal, amarte y cuidarte, también te haré reír todos los días, cada esfuerzo será por verte feliz y llena de Dios”.
“Soy afortunado de ser yo quien está contigo en este altar, junto a nuestra familia y amigos. ¡Qué gran privilegio me ha dado Dios! En ti veo manifiesto su amor y misericordia hacia mí. Hoy es el segundo día más importante de mi vida, el primero fue cuando conocí a Dios”.
Luz Karime le dijo: “Recuerdo la primera vez que me hablaron de ti y la confianza que me transmitiste al verte por video adorando a Dios con tu uniforme de médico y esa sensación de hermandad en la fe y conexión en el espíritu que experimenté”.
“Recuerdo tu primera llamada que creo que no ha terminado porque desde ese momento nos volvimos los mejores amigos. Recuerdo tu trasparencia en esa llamada, me contaste tu vida, tus errores y heridas y lo que Dios había hecho en ti. Escuché y sentí un ser muy humano, imperfecto pero esforzado con un Dios poderoso”.
“También recuerdo la primera vez que nos vimos y el entusiasmo y ansiedad que experimentabas lo que se hacía evidente con tu mano en tu pecho y tu respiración agitada, mientras me veías bajar por esa escalera”.
“Eres la respuesta a mi oración. Hoy prometo cuidar la hoguera, que su fuego no se apague. Prometo ayudarte a amar la vida, a tratarte con ternura y a tener la paciencia que el amor requiere. Hablar cuando sea necesario y a compartir el silencio cuando no, y a vivir en la calidez de tu corazón que siempre será mi hogar”.
“Te prometo que estaré en tu futuro para celebrar tus triunfos como si fuesen los míos propios y sujetarte fuerte si en algún momento llegas a tropezar. Te amo y te amaré todos los días de mi vida”, concluyó. Pronto vendrán los hijos. ¡Felicidades! Hasta la próxima semana.
Hace 10 días contrajeron matrimonio, en Valledupar, la joven pareja de mi sobrino Luis Andrés Cotes Araujo y Luz Karime Calderón Calderón. Fue una ceremonia sobria, en donde sobresalió la decoración natural, porque fue a campo abierto. Los arreglos florales confirmaron el toque original del momento, en medio de árboles, matas y arbustos. El ocaso […]
Hace 10 días contrajeron matrimonio, en Valledupar, la joven pareja de mi sobrino Luis Andrés Cotes Araujo y Luz Karime Calderón Calderón.
Fue una ceremonia sobria, en donde sobresalió la decoración natural, porque fue a campo abierto. Los arreglos florales confirmaron el toque original del momento, en medio de árboles, matas y arbustos. El ocaso de una tarde muy seca, pero fresca, y una cena, culminaron la ceremonia religiosa que presidió el pastor Israel Hernández y su esposa Victoria Salazar, de la iglesia Valle de la Bendición de Bogotá.
Al evento asistieron miembros de las dos familias, fueron entre 30 o 40 personas, para cumplir con los protocolos y medidas de bioseguridad. No hubo altoparlantes de música estruendosa, pero sí melodías cálidas con versos de amor y alabanzas a Dios.
Les cuento que le di vueltas y vueltas al asunto para escribir este pequeño relato, no sabía por dónde comenzar. Estuve redondeando la idea para plagiar un poco a ‘Gabo’ en su genial cuento de la señora que presagió lo grave que iba a suceder en su pueblo.
Decidí comenzar por el principio. Mi sobrino Luis Andrés es internista y nefrólogo, hijo de mi hermano Hernán Cotes Zuleta y Flor Araujo; Luz Karime es psicóloga, hija de Lázaro Calderón y Dalma Calderón. La joven pareja se conoció en Barranquilla, lejos de sus terruños.
Ambos pronunciaron palabras de juramento de su amor: Luis Andrés le dijo: “Delante de Dios prometo no solamente serte fiel, leal, amarte y cuidarte, también te haré reír todos los días, cada esfuerzo será por verte feliz y llena de Dios”.
“Soy afortunado de ser yo quien está contigo en este altar, junto a nuestra familia y amigos. ¡Qué gran privilegio me ha dado Dios! En ti veo manifiesto su amor y misericordia hacia mí. Hoy es el segundo día más importante de mi vida, el primero fue cuando conocí a Dios”.
Luz Karime le dijo: “Recuerdo la primera vez que me hablaron de ti y la confianza que me transmitiste al verte por video adorando a Dios con tu uniforme de médico y esa sensación de hermandad en la fe y conexión en el espíritu que experimenté”.
“Recuerdo tu primera llamada que creo que no ha terminado porque desde ese momento nos volvimos los mejores amigos. Recuerdo tu trasparencia en esa llamada, me contaste tu vida, tus errores y heridas y lo que Dios había hecho en ti. Escuché y sentí un ser muy humano, imperfecto pero esforzado con un Dios poderoso”.
“También recuerdo la primera vez que nos vimos y el entusiasmo y ansiedad que experimentabas lo que se hacía evidente con tu mano en tu pecho y tu respiración agitada, mientras me veías bajar por esa escalera”.
“Eres la respuesta a mi oración. Hoy prometo cuidar la hoguera, que su fuego no se apague. Prometo ayudarte a amar la vida, a tratarte con ternura y a tener la paciencia que el amor requiere. Hablar cuando sea necesario y a compartir el silencio cuando no, y a vivir en la calidez de tu corazón que siempre será mi hogar”.
“Te prometo que estaré en tu futuro para celebrar tus triunfos como si fuesen los míos propios y sujetarte fuerte si en algún momento llegas a tropezar. Te amo y te amaré todos los días de mi vida”, concluyó. Pronto vendrán los hijos. ¡Felicidades! Hasta la próxima semana.