Jonathan Malagón, ministro de vivienda; Juan Manuel Daza A., viceministro del interior; Daniel Palacios M., viceministro de defensa y Luis Alberto Rodríguez, viceministro de hacienda, son los jóvenes vallenatos que integran el gobierno que se inicia. Ellos poseen reconocida competencia profesional, científica y tecnológica, que les permitirá desarrollar un trabajo eficaz y eficiente, al servicio de la patria y del departamento del Cesar.
Anímense nuestras jóvenes mujeres a capacitarse científicamente.
Sin duda, con igual criterio de solvencia el presidente Duque habrá seleccionado, y lo seguirá haciendo, a otros jóvenes de entre todas las regiones del País.
La madre Colombia está necesitando con urgencia del concurso de sus mejores hijos, que, en sucesivos gobiernos, la sanen de los muchos males que hoy día la aquejan.
Una nueva clase ejecutiva, legislativa y judicial, requiere la patria, para ponerla a salvo de la presente anarquía y la conduzca por caminos honorables a destinos de cordialidad y prosperidad para todos sus hijos.
Tengo para recomendarles a los jóvenes vallenatos que conforman el nuevo gobierno de Duque—un hombre tan jóven como ustedes, colmado de conocimientos científicos suficientes y de entereza patriótica, prendas de seguro éxito en el gobierno–, que trabajen solidariamente, en equipo, ojalá—en lo posible– sin consideraciones partidistas, para que su mancomunada labor redunde en beneficios generalizados.
Les recomiendo que siempre tengan muy presente el depósito de honorabilidad que tienen atesorados sus respectivas familias, y la virtud de la amistad entre sí. Sin la excelencia en la amistad recíproca nada grande se logra en la vida, ni en las actividades privadas ni en las gestiones públicas. El valor de la amistad es irremplazable en la vida de los hombres.
Colombia es una familia. Y la amistad entre sus hijos es cauce adecuado para abrirse al servicio de los demás hombres. Es necesario alejarse de las contumelias y las envidias, nefandas hermanas gemelas de los conflictos familiares y sociales, compañeras indeseables del género humano.
Pienso que un buen comienzo sería el de conjuntamente interesarse por apoyar la realización de las obras principales que requiere el departamento del Cesar, de carácter nacional, para lograr su mejor y más pronto desarrollo. En el nuevo gobierno el Cesar cuenta con varios amigos leales, que nos ayudarán. ¿Qué hay de la posible represa de los Besotes? Sin esta obra, el departamento no podrá avanzar como sí lo haría, descomunalmente, con ella.
Y qué decir de la obra del gobierno Uribe, la represa sobre el río Ranchería—cuya construcción tuvo la custodia permanente de Rodolfo Campo Soto, a la sazón director connotado de Incoder–, hoy día abandonada miserablemente, sin conclusión de los beneficios previstos. Haber abandonado esta represa, ha sido una bellaquería. La Guajira y el Cesar son departamentos hermanos. Algo que nunca deberíamos olvidar, pues sus destinos son comunes.
Por Rodrigo López Barros-rodrigolopezbarros@hotmail.com