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Columnista - 27 enero, 2025

Los males de la mentira

La mentira es toda contrariedad a la verdad que, como el pecado, tiene sus clasificaciones de acuerdo con la intención, y su repetición conlleva al engaño, lo cual consiste en persuadir a alguien para que haga o piense algo que va en contra de la buena fe.

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La mentira es toda contrariedad a la verdad que, como el pecado, tiene sus clasificaciones de acuerdo con la intención, y su repetición conlleva al engaño, lo cual consiste en persuadir a alguien para que haga o piense algo que va en contra de la buena fe.

El alcance del engaño se llega a convertir en fraude y el fraude en otras formas más amplias pudiendo abarcar una serie de hechos veniales o más graves después, y de acuerdo al grado alcanzado, pueden terminar convirtiéndose en delitos que, como la estafa, por ejemplo, además de usurpar la confianza personal, la explota para sacar provecho y terminar manipulando situaciones.

Tanto así que, el fraude y la estafa son parientes directos del engaño y llegan siempre a lograr tal hermandad, que no pueden trabajar los unos sin el otro, en especial, cuando se trata de temas financieros y demás que ataquen el honor, dignidad y condiciones intelectuales.

Se combinan tanto entre ellos y ellas, que el hábito en sus reuniones permanentes, enferman hasta llegar a situaciones de trastornos de la personalidad en quien o quienes les utilizan como medios de negocios y supervivencia social y que haciendo muchas veces de víctima interactúan para lograr objetivos proclives.

En los casos de fraude, la víctima suele o puede algunas veces, no darse cuenta de que está siendo defraudada hasta que ya es demasiado tarde, pues la víctima entrega bajo un supuesto dominio de su voluntad la compensación buscada por el victimario

En conclusión, aunque el fraude deriva del engaño y la estafa del fraude, son delitos que implican deshonestidad, por lo tanto, no son intercambiables. Comprender estas diferencias pueden ayudar a las personas a protegerse mejor de estas situaciones y saber cómo responder y actuar en caso de que se encuentren frente a ellas.

Siempre el ánimo de lucro, la apariencia que enferma para resaltar dentro de un medio cuando no se produce a través del trabajo realizado lo suficiente para contrarrestar el propio destino frente al modernismo y sus exigencias sociales, son básicos para el victimario recurrir al engaño; como siempre de la mano del fraude y la estafa para encausar al perjuicio a través del error.

La defraudación es el universo completo, lo demás como  la estafa constituyen lo particular dentro de unos rangos con lo cual por decir algo, toda estafa es una forma de defraudación, pero también hay defraudaciones que no son estafas, por ejemplo cuando se espera algo de alguien a través de los actos de vida y por algún motivo varíe en forma repentina atentando sobre la ética, esto puede producir un descuadre conceptual en donde la confianza empieza a perder el control sobre la opinión de su personalidad.

La costumbre hace la ley, pero también la costumbre sin la moral como mediadora induce a la mentira y la mentira acumulada se convierte en engaño, el engaño en fraude y el fraude en alguna de sus formas más dañinas terminan en la estafa, que no es otra cosa que usurpar lo ajeno a través de la manipulación física y mental de la voluntad personal, para lucrarse sin contemplaciones a través del engaño recurrente proporcionado y suficiente, que bajo el error pone a la víctima a su disposición.

De las formas más poderosas y peligrosas del engaño es la falsa seriedad; también las verdades a medias conducen más a la mentira cuando las maneja la inseguridad, pudiendo significar la ausencia o duda sobre lo real.

Finalmente, la estafa es la veladora permanente que se mueve y vive pendiente de tus bienes y de tu bienestar, y las mayorías que componen el bajo mundo la practican con tanta frecuencia que, hoy en día, se está convirtiendo en la práctica universal del inicuo como del aparente inocuo.

Quien miente está propenso al delito. El mundo actual maneja con tanta propiedad los males de la mentira que, mentir no genera propensión al delito ya que todo lo llevamos al criterio de la propia defensa.

Por: Fausto Cotes N.

Columnista
27 enero, 2025

Los males de la mentira

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Fausto Cotes

La mentira es toda contrariedad a la verdad que, como el pecado, tiene sus clasificaciones de acuerdo con la intención, y su repetición conlleva al engaño, lo cual consiste en persuadir a alguien para que haga o piense algo que va en contra de la buena fe.


La mentira es toda contrariedad a la verdad que, como el pecado, tiene sus clasificaciones de acuerdo con la intención, y su repetición conlleva al engaño, lo cual consiste en persuadir a alguien para que haga o piense algo que va en contra de la buena fe.

El alcance del engaño se llega a convertir en fraude y el fraude en otras formas más amplias pudiendo abarcar una serie de hechos veniales o más graves después, y de acuerdo al grado alcanzado, pueden terminar convirtiéndose en delitos que, como la estafa, por ejemplo, además de usurpar la confianza personal, la explota para sacar provecho y terminar manipulando situaciones.

Tanto así que, el fraude y la estafa son parientes directos del engaño y llegan siempre a lograr tal hermandad, que no pueden trabajar los unos sin el otro, en especial, cuando se trata de temas financieros y demás que ataquen el honor, dignidad y condiciones intelectuales.

Se combinan tanto entre ellos y ellas, que el hábito en sus reuniones permanentes, enferman hasta llegar a situaciones de trastornos de la personalidad en quien o quienes les utilizan como medios de negocios y supervivencia social y que haciendo muchas veces de víctima interactúan para lograr objetivos proclives.

En los casos de fraude, la víctima suele o puede algunas veces, no darse cuenta de que está siendo defraudada hasta que ya es demasiado tarde, pues la víctima entrega bajo un supuesto dominio de su voluntad la compensación buscada por el victimario

En conclusión, aunque el fraude deriva del engaño y la estafa del fraude, son delitos que implican deshonestidad, por lo tanto, no son intercambiables. Comprender estas diferencias pueden ayudar a las personas a protegerse mejor de estas situaciones y saber cómo responder y actuar en caso de que se encuentren frente a ellas.

Siempre el ánimo de lucro, la apariencia que enferma para resaltar dentro de un medio cuando no se produce a través del trabajo realizado lo suficiente para contrarrestar el propio destino frente al modernismo y sus exigencias sociales, son básicos para el victimario recurrir al engaño; como siempre de la mano del fraude y la estafa para encausar al perjuicio a través del error.

La defraudación es el universo completo, lo demás como  la estafa constituyen lo particular dentro de unos rangos con lo cual por decir algo, toda estafa es una forma de defraudación, pero también hay defraudaciones que no son estafas, por ejemplo cuando se espera algo de alguien a través de los actos de vida y por algún motivo varíe en forma repentina atentando sobre la ética, esto puede producir un descuadre conceptual en donde la confianza empieza a perder el control sobre la opinión de su personalidad.

La costumbre hace la ley, pero también la costumbre sin la moral como mediadora induce a la mentira y la mentira acumulada se convierte en engaño, el engaño en fraude y el fraude en alguna de sus formas más dañinas terminan en la estafa, que no es otra cosa que usurpar lo ajeno a través de la manipulación física y mental de la voluntad personal, para lucrarse sin contemplaciones a través del engaño recurrente proporcionado y suficiente, que bajo el error pone a la víctima a su disposición.

De las formas más poderosas y peligrosas del engaño es la falsa seriedad; también las verdades a medias conducen más a la mentira cuando las maneja la inseguridad, pudiendo significar la ausencia o duda sobre lo real.

Finalmente, la estafa es la veladora permanente que se mueve y vive pendiente de tus bienes y de tu bienestar, y las mayorías que componen el bajo mundo la practican con tanta frecuencia que, hoy en día, se está convirtiendo en la práctica universal del inicuo como del aparente inocuo.

Quien miente está propenso al delito. El mundo actual maneja con tanta propiedad los males de la mentira que, mentir no genera propensión al delito ya que todo lo llevamos al criterio de la propia defensa.

Por: Fausto Cotes N.