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Columnista - 11 julio, 2020

Los aguantadores

Que Valledupar sea la onceava ciudad capital del país con mayor número de habitantes no es un mero enunciado, que para el año 2020 la población de la ciudad corresponda a 532 mil 956 habitantes, no es una simple cifra. Que la capital del departamento represente el 41 % del total de la población del […]

Que Valledupar sea la onceava ciudad capital del país con mayor número de habitantes no es un mero enunciado, que para el año 2020 la población de la ciudad corresponda a 532 mil 956 habitantes, no es una simple cifra. Que la capital del departamento represente el 41 % del total de la población del Cesar, no es un dato más; que el 88 % de los habitantes de Valledupar vivan en el casco urbano no es un fenómeno que surja de la nada.

Que se presenten fallas en los servicios públicos que afecten a Valledupar, al margen del caso fortuito y la fuerza mayor y del respectivo deber de diligencia, no significa que se deba asumir una conducta de simple espera para mirar cuando llegan las soluciones.  Así se esté trabajando.

Lo que viene sucediendo con el servicio de energía eléctrica en Valledupar debe verse con la gravedad que corresponde, las soluciones además de trabajarse en un problema coyuntural implican en términos generales tener capacidad de respuesta, y no cualquiera sino el tipo de respuesta que un centro poblacional como Valledupar amerita.  Cualquier daño o afectación en materia de servicios públicos implica  celeridad, porque de lo contrario la población termina viéndolo como un sometimiento.

Valledupar es tan importante como cualquiera otra de las capitales del país y de la Costa Atlántica en particular, no se es menos que ninguna, llámese  Barranquilla o Cartagena.

Nada peor que estar sometidos en términos de ciudad capital a comportamientos pueriles y mezquindades con relación a un transformador que busca dar solución al servicio de energía eléctrica de la ciudad más importante del departamento y de esta parte de la región, y peor aún que se tenga que pensar en pedir permisos para que el mismo pueda salir o no de determinado lugar y lo más inadmisible es que no lo quieran dejar pasar.

Tal como dijo un periodista local, para referirse al tan esperado transformador “es una arbitrariedad, la que está cometiendo la gente que impide su traslado”.  Pero al margen de arbitrariedades, ya de por sí absurdas, un centro poblacional de 532 mil 956 personas, ¿Será que amerita una asistencia técnica oportuna, idónea y confiable?                                                         

No se trata de encender ni de hacer valoraciones irresponsables, pero es de entender que una ciudad donde el 88 % de la población está en el casco urbano de la misma y que influye y da soluciones al centro y sur de La Guajira, a una parte del Magdalena y lógicamente a todo el Cesar, amerita en materia de servicios públicos además de cobertura, calidad.

Está bien que por naturaleza sepamos aguantar y seamos respetuosos y de condición humana tolerante, pero muchas de las veces, es importante que se entienda que vale la pena no abusar de los demás.

Cualquiera que sea la empresa de servicios públicos que preste servicios de transporte de energía eléctrica en alta tensión debe entender que como centro poblacional, Valledupar tiene derecho a un servicio eficiente y que cuando se presente una afectación al margen del caso fortuito y la fuerza mayor la solución sea eficaz y en términos de celeridad.

Columnista
11 julio, 2020

Los aguantadores

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Antonio Soto Murgas

Que Valledupar sea la onceava ciudad capital del país con mayor número de habitantes no es un mero enunciado, que para el año 2020 la población de la ciudad corresponda a 532 mil 956 habitantes, no es una simple cifra. Que la capital del departamento represente el 41 % del total de la población del […]


Que Valledupar sea la onceava ciudad capital del país con mayor número de habitantes no es un mero enunciado, que para el año 2020 la población de la ciudad corresponda a 532 mil 956 habitantes, no es una simple cifra. Que la capital del departamento represente el 41 % del total de la población del Cesar, no es un dato más; que el 88 % de los habitantes de Valledupar vivan en el casco urbano no es un fenómeno que surja de la nada.

Que se presenten fallas en los servicios públicos que afecten a Valledupar, al margen del caso fortuito y la fuerza mayor y del respectivo deber de diligencia, no significa que se deba asumir una conducta de simple espera para mirar cuando llegan las soluciones.  Así se esté trabajando.

Lo que viene sucediendo con el servicio de energía eléctrica en Valledupar debe verse con la gravedad que corresponde, las soluciones además de trabajarse en un problema coyuntural implican en términos generales tener capacidad de respuesta, y no cualquiera sino el tipo de respuesta que un centro poblacional como Valledupar amerita.  Cualquier daño o afectación en materia de servicios públicos implica  celeridad, porque de lo contrario la población termina viéndolo como un sometimiento.

Valledupar es tan importante como cualquiera otra de las capitales del país y de la Costa Atlántica en particular, no se es menos que ninguna, llámese  Barranquilla o Cartagena.

Nada peor que estar sometidos en términos de ciudad capital a comportamientos pueriles y mezquindades con relación a un transformador que busca dar solución al servicio de energía eléctrica de la ciudad más importante del departamento y de esta parte de la región, y peor aún que se tenga que pensar en pedir permisos para que el mismo pueda salir o no de determinado lugar y lo más inadmisible es que no lo quieran dejar pasar.

Tal como dijo un periodista local, para referirse al tan esperado transformador “es una arbitrariedad, la que está cometiendo la gente que impide su traslado”.  Pero al margen de arbitrariedades, ya de por sí absurdas, un centro poblacional de 532 mil 956 personas, ¿Será que amerita una asistencia técnica oportuna, idónea y confiable?                                                         

No se trata de encender ni de hacer valoraciones irresponsables, pero es de entender que una ciudad donde el 88 % de la población está en el casco urbano de la misma y que influye y da soluciones al centro y sur de La Guajira, a una parte del Magdalena y lógicamente a todo el Cesar, amerita en materia de servicios públicos además de cobertura, calidad.

Está bien que por naturaleza sepamos aguantar y seamos respetuosos y de condición humana tolerante, pero muchas de las veces, es importante que se entienda que vale la pena no abusar de los demás.

Cualquiera que sea la empresa de servicios públicos que preste servicios de transporte de energía eléctrica en alta tensión debe entender que como centro poblacional, Valledupar tiene derecho a un servicio eficiente y que cuando se presente una afectación al margen del caso fortuito y la fuerza mayor la solución sea eficaz y en términos de celeridad.