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Editorial - 22 diciembre, 2021

Lo que se debe cambiar en una década

La historia del Cesar como departamento inició oficialmente en 1967 luego que se aprobara en la Comisión Primera de la Cámara de Representantes y el Senado de la República el proyecto radicado por el sandiegano José Antonio Murgas, quien era entonces el único parlamentario de la región.

La historia del Cesar como departamento inició oficialmente en 1967 luego que se aprobara en la Comisión Primera de la Cámara de Representantes y el Senado de la República el proyecto radicado por el sandiegano José Antonio Murgas, quien era entonces el único parlamentario de la región.

Hoy ese territorio cuenta con más de 1.3 millones de habitantes. Aunque ha dado gigantes pasos en el desarrollo, su clase política no ha logrado cumplir o liderar procesos de transformación que permitan cerrar brechas como la pobreza y el desempleo.

La falta de fuentes de empleo y los pocos programas de desarrollo económico han propiciado que en el Cesar vivan aproximadamente 600.000 personas en condiciones de pobreza extrema y moderada, según el DANE.

Teniendo en cuenta que para el 2020 el Cesar tenía alrededor de 1.295.387 personas, siendo 639.985 hombres (49,4 %) y 655.402 (50,6 %) mujeres, más del 50 % de los cesarenses viven en la pobreza.

Detrás de eso han surgido problemas como la inseguridad. Mientras la ciudad de Valledupar es azotada por la delincuencia común, al igual que otros municipios, se le ha exigido sin frutos en múltiples ocasiones a la Policía del Cesar. 

En el campo  el campesinado es víctima de flagelos como el secuestro y el  abigeato, que se rehúsan a desaparecer del campo.

Mientras que en materia administrativa no hemos logrado sacar adelante ni alejar de la politiquería la salud, específicamente los hospitales.

 En el Cesar la red hospitalaria está conformada por 28 hospitales, cuatro de ellos en Valledupar y dos en Aguachica. La red está programada para que en los puntos estratégicos, norte, centro y sur del departamento, haya un hospital prestando el segundo nivel de atención. Sin embargo, todos están en crisis.

En Valledupar, durante varios años el Hospital Rosario Pumarejo de López, HRPL, ha venido ‘cayendo a pedazos’ debido a que no hay un equilibrio entre sus gastos e ingresos, por lo cual no puede sostener su operación corriente y por eso no le paga a sus empleados. El Hospital San Andrés de Chiriguaná debió ser intervenido por la Superintendencia de Servicios Públicos. 

No olvidar la incapacidad de administrar las regalías que deja la minería. En el departamento del Cesar, según Cesore, la dependencia del sector minero carbonífero es abrumadora, y representa un 40 % del total de la economía.

La principal diferencia entre la estructura económica del país y la cesarense consiste en el poco valor agregado que tienen los procesos productivos de este departamento.

En el Cesar, el sector minero (41 %), el agropecuario (9 %) y gobierno (15 %), suman el 65 % de la economía local, mientras el sector manufacturero representa un raquítico 3 %.

La crisis golpea por dos flancos: el sanitario, por la pandemia, y el del carbón, por los precios y la crisis de producción que están presentando las carboneras asentadas en el Cesar.

Esperamos que en los próximos aniversarios, dentro de 10 o más años, digamos que logramos planificar un territorio a largo plazo  y que el desarrollo fue social, que el Cesar se convirtió en tierra de oportunidades para todos, y no una rosca donde unos pocos se benefician de los recursos de todos.

Editorial
22 diciembre, 2021

Lo que se debe cambiar en una década

La historia del Cesar como departamento inició oficialmente en 1967 luego que se aprobara en la Comisión Primera de la Cámara de Representantes y el Senado de la República el proyecto radicado por el sandiegano José Antonio Murgas, quien era entonces el único parlamentario de la región.


La historia del Cesar como departamento inició oficialmente en 1967 luego que se aprobara en la Comisión Primera de la Cámara de Representantes y el Senado de la República el proyecto radicado por el sandiegano José Antonio Murgas, quien era entonces el único parlamentario de la región.

Hoy ese territorio cuenta con más de 1.3 millones de habitantes. Aunque ha dado gigantes pasos en el desarrollo, su clase política no ha logrado cumplir o liderar procesos de transformación que permitan cerrar brechas como la pobreza y el desempleo.

La falta de fuentes de empleo y los pocos programas de desarrollo económico han propiciado que en el Cesar vivan aproximadamente 600.000 personas en condiciones de pobreza extrema y moderada, según el DANE.

Teniendo en cuenta que para el 2020 el Cesar tenía alrededor de 1.295.387 personas, siendo 639.985 hombres (49,4 %) y 655.402 (50,6 %) mujeres, más del 50 % de los cesarenses viven en la pobreza.

Detrás de eso han surgido problemas como la inseguridad. Mientras la ciudad de Valledupar es azotada por la delincuencia común, al igual que otros municipios, se le ha exigido sin frutos en múltiples ocasiones a la Policía del Cesar. 

En el campo  el campesinado es víctima de flagelos como el secuestro y el  abigeato, que se rehúsan a desaparecer del campo.

Mientras que en materia administrativa no hemos logrado sacar adelante ni alejar de la politiquería la salud, específicamente los hospitales.

 En el Cesar la red hospitalaria está conformada por 28 hospitales, cuatro de ellos en Valledupar y dos en Aguachica. La red está programada para que en los puntos estratégicos, norte, centro y sur del departamento, haya un hospital prestando el segundo nivel de atención. Sin embargo, todos están en crisis.

En Valledupar, durante varios años el Hospital Rosario Pumarejo de López, HRPL, ha venido ‘cayendo a pedazos’ debido a que no hay un equilibrio entre sus gastos e ingresos, por lo cual no puede sostener su operación corriente y por eso no le paga a sus empleados. El Hospital San Andrés de Chiriguaná debió ser intervenido por la Superintendencia de Servicios Públicos. 

No olvidar la incapacidad de administrar las regalías que deja la minería. En el departamento del Cesar, según Cesore, la dependencia del sector minero carbonífero es abrumadora, y representa un 40 % del total de la economía.

La principal diferencia entre la estructura económica del país y la cesarense consiste en el poco valor agregado que tienen los procesos productivos de este departamento.

En el Cesar, el sector minero (41 %), el agropecuario (9 %) y gobierno (15 %), suman el 65 % de la economía local, mientras el sector manufacturero representa un raquítico 3 %.

La crisis golpea por dos flancos: el sanitario, por la pandemia, y el del carbón, por los precios y la crisis de producción que están presentando las carboneras asentadas en el Cesar.

Esperamos que en los próximos aniversarios, dentro de 10 o más años, digamos que logramos planificar un territorio a largo plazo  y que el desarrollo fue social, que el Cesar se convirtió en tierra de oportunidades para todos, y no una rosca donde unos pocos se benefician de los recursos de todos.