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Columnista - 30 septiembre, 2020

Lo que queda del Festival Vallenato

Más de medio siglo de festivales vallenatos en Valledupar es un número no despreciable para poder hacer un diagnóstico de tantas alegrías y descontentos, de tantos logros y fracasos, de tinos y desatinos. No tenemos que inventar nada, hoy se hace una aproximación de lo que ha pasado en este certamen. El festival fue “craneado” […]

Más de medio siglo de festivales vallenatos en Valledupar es un número no despreciable para poder hacer un diagnóstico de tantas alegrías y descontentos, de tantos logros y fracasos, de tinos y desatinos.

No tenemos que inventar nada, hoy se hace una aproximación de lo que ha pasado en este certamen. El festival fue “craneado” por Consuelo Araujo y la ‘Polla’ Monsalvo, ellas hábilmente atrajeron a Alfonso López Michelsen, hijo de presidente de la república y con familia en el municipio de La Paz, con solventes compositores de la época como Rafael Escalona Martínez. De ahí a esta parte, muchos fueron agregados más por sus posiciones políticas, económicas, sociales y musicales.

Sin embargo, aunque hay una recua de personas registradas en los libros del Festival, han sido contados los (las) que verdaderamente tienen poder para direccionar y ordenar algo.

Indiscutiblemente, Consuelo Araujo fue desde el comienzo la “Jefe” del grupo, era quien al final tomaba las últimas decisiones para bien del Festival, aunque al final estuvieran equivocadas.

Ella impuso su mando. Cuando se creó el Festival como un organismo (instituto) del Estado. Por años, la alcaldía pagó hasta las fotocopias del Festival y muchos de sus gastos de funcionamiento.

Con los años, el Festival Vallenato le dio vida social a nivel regional, nacional e internacional al folclor vallenato, a su música y sus canciones. Es más, Consuelo lo vislumbró de esa manera. Un día me lo dijo: “la música vallenata traspasará la frontera” y así ha sido.

Es decir, el Festival nació bien: con un hijo del ex presidente Alfonso López Pumarejo ‘bajo los brazos’, para parodiar un poco al ganadero vallenato Juan Manuel Castro Daza.  López fue un padrino ideal y la llegada del genial compositor Rafael Escalona cimentaron la grandeza de la música que hoy tenemos. ‘No le tuvieron miedo al cuero, después de matar al tigre’.  

Consuelo provocó un poder omnímodo, muchos consideran que creó una empresa en la cual tenía la autoridad y el liderazgo. Entonces, empezaron las equivocaciones, el Festival se desprendió de lo Estatal y creó su propia Fundación para organizar y desarrollar el evento.

Sin embargo, la capacidad gestora y creadora de Consuelo fue imparable. La Fundación siguió disfrutando de las ‘mieles’ del Estado porque recibía donaciones y aportes económicos (los directivos dicen que no) de la alcaldía, la gobernación y la nación. Incluso, la Fundación (entidad privada) vendía el espacio público no solo en la plaza ‘Alfonso López’, también en las calles aledañas. Esa anómala situación provocó reacciones de sus contradictores quienes lograron acabar con esos privilegios.

A lo poco surge la gran idea de Consuelo, construir un parque con todos los accesorios necesarios para desarrollar allí el Festival. Lo grande de ‘La Cacica’ fue que logró comprometer a varias entidades del Estado para que financiaran el proyecto súper millonario.

Sin embargo, en esos procesos y convenios entre lo privado y lo público se soslayaron varios pasos y al final terminaron con lo que todo mundo sabe: el parque pasó a manos del municipio y el Festival recibió el golpe más bajo. Pero, no fue en vida de Consuelo porque muchos piensan que ‘otro gallo cantaría en el gallinero’.

Hoy tenemos un Festival Vallenato que muchos critican su desarrollo y ahora por la pandemia, otros dicen que se necesitan nuevas ideas; es decir, un nuevo aire o cambiar de una vez por todas el paradigma para que se beneficie –como en un principio lo creyó Consuelo- la cultura, los intérpretes y sus músicos (Hasta la próxima semana).  

Columnista
30 septiembre, 2020

Lo que queda del Festival Vallenato

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Aquilino Cotes Zuleta

Más de medio siglo de festivales vallenatos en Valledupar es un número no despreciable para poder hacer un diagnóstico de tantas alegrías y descontentos, de tantos logros y fracasos, de tinos y desatinos. No tenemos que inventar nada, hoy se hace una aproximación de lo que ha pasado en este certamen. El festival fue “craneado” […]


Más de medio siglo de festivales vallenatos en Valledupar es un número no despreciable para poder hacer un diagnóstico de tantas alegrías y descontentos, de tantos logros y fracasos, de tinos y desatinos.

No tenemos que inventar nada, hoy se hace una aproximación de lo que ha pasado en este certamen. El festival fue “craneado” por Consuelo Araujo y la ‘Polla’ Monsalvo, ellas hábilmente atrajeron a Alfonso López Michelsen, hijo de presidente de la república y con familia en el municipio de La Paz, con solventes compositores de la época como Rafael Escalona Martínez. De ahí a esta parte, muchos fueron agregados más por sus posiciones políticas, económicas, sociales y musicales.

Sin embargo, aunque hay una recua de personas registradas en los libros del Festival, han sido contados los (las) que verdaderamente tienen poder para direccionar y ordenar algo.

Indiscutiblemente, Consuelo Araujo fue desde el comienzo la “Jefe” del grupo, era quien al final tomaba las últimas decisiones para bien del Festival, aunque al final estuvieran equivocadas.

Ella impuso su mando. Cuando se creó el Festival como un organismo (instituto) del Estado. Por años, la alcaldía pagó hasta las fotocopias del Festival y muchos de sus gastos de funcionamiento.

Con los años, el Festival Vallenato le dio vida social a nivel regional, nacional e internacional al folclor vallenato, a su música y sus canciones. Es más, Consuelo lo vislumbró de esa manera. Un día me lo dijo: “la música vallenata traspasará la frontera” y así ha sido.

Es decir, el Festival nació bien: con un hijo del ex presidente Alfonso López Pumarejo ‘bajo los brazos’, para parodiar un poco al ganadero vallenato Juan Manuel Castro Daza.  López fue un padrino ideal y la llegada del genial compositor Rafael Escalona cimentaron la grandeza de la música que hoy tenemos. ‘No le tuvieron miedo al cuero, después de matar al tigre’.  

Consuelo provocó un poder omnímodo, muchos consideran que creó una empresa en la cual tenía la autoridad y el liderazgo. Entonces, empezaron las equivocaciones, el Festival se desprendió de lo Estatal y creó su propia Fundación para organizar y desarrollar el evento.

Sin embargo, la capacidad gestora y creadora de Consuelo fue imparable. La Fundación siguió disfrutando de las ‘mieles’ del Estado porque recibía donaciones y aportes económicos (los directivos dicen que no) de la alcaldía, la gobernación y la nación. Incluso, la Fundación (entidad privada) vendía el espacio público no solo en la plaza ‘Alfonso López’, también en las calles aledañas. Esa anómala situación provocó reacciones de sus contradictores quienes lograron acabar con esos privilegios.

A lo poco surge la gran idea de Consuelo, construir un parque con todos los accesorios necesarios para desarrollar allí el Festival. Lo grande de ‘La Cacica’ fue que logró comprometer a varias entidades del Estado para que financiaran el proyecto súper millonario.

Sin embargo, en esos procesos y convenios entre lo privado y lo público se soslayaron varios pasos y al final terminaron con lo que todo mundo sabe: el parque pasó a manos del municipio y el Festival recibió el golpe más bajo. Pero, no fue en vida de Consuelo porque muchos piensan que ‘otro gallo cantaría en el gallinero’.

Hoy tenemos un Festival Vallenato que muchos critican su desarrollo y ahora por la pandemia, otros dicen que se necesitan nuevas ideas; es decir, un nuevo aire o cambiar de una vez por todas el paradigma para que se beneficie –como en un principio lo creyó Consuelo- la cultura, los intérpretes y sus músicos (Hasta la próxima semana).