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Columnista - 31 julio, 2019

Lo que puede ser la guía para un buen gobernante

Ahora que estamos próximos a elegir a nuestros gobernantes llámense gobernadores, alcaldes, diputados y concejales, no sería malo recordarles lo que puede ser la guía para un buen gobernante. El emperador Adriano marcó en la historia de Roma uno de los períodos más progresistas como reformador de la administración pública. Las obras públicas ganaron un […]

Ahora que estamos próximos a elegir a nuestros gobernantes llámense gobernadores, alcaldes, diputados y concejales, no sería malo recordarles lo que puede ser la guía para un buen gobernante.

El emperador Adriano marcó en la historia de Roma uno de los períodos más progresistas como reformador de la administración pública. Las obras públicas ganaron un esplendor y en servicio a la comunidad. Entendió que las contribuciones o impuestos no deben ser agobiantes sino racionales. Su mandato sobresalió por su pulcritud, la dinámica, la justicia.

Margarita Yourcenar empleó 27 años estudiando esta personalidad.“Me complace, dice, en hacer y deshacer el retrato de un hombre que casi llegó a la sabiduría”. “Memorias de Adriano” es el libro del buen gobernante y por el que deberían orientarse todos los gobernantes, incluido el Presidente de la República.

“El ejercicio del poder: Somos funcionarios públicos, no césares. Razón tenía aquella querellante a quien me negué cierto día a escuchar hasta el fin, cuando me gritó que si no tenía tiempo de escucharla, tampoco lo tenía para reinar”.

“La burocracia: Parte de mi vida y de mis viajes ha estado dedicada a elegir los jefes de una burocracia nueva, a adiestrarlos, hacer coincidir las aptitudes con las funciones, proporcionarle empleo a la clase media de la cual depende el Estado. Veo el peligro de estos ejercicios civiles y puedo resumirlo en una palabra: rutina”. “(No se trata de cambiar, vicio muy nuestro llamado clientelismo político, sino capacitar a los servidores públicos para que sean eficientes y honestos)”.

“La ciudad civilizada: Quería que todas  las ciudades fueran espléndidas, ventiladas, regadas por aguas limpias, pobladas por seres humanos cuyo cuerpo no se viera estropeado por las marcas de la miseria o la servidumbre, ni por la hinchazón de una riqueza grosera”.

“Los impuestos opresores: Me opuse al desastroso sistema de impuestos que por desgracia se sigue aplicando aquí y allá”.

“Diferencias sociales: Parte de nuestros males proviene de que hay demasiados hombres vergonzosamente ricos y desesperadamente pobres”.

“Los intermediarios”: Se necesitan las leyes más rigurosas para reducir el número de intermediarios que pululan en nuestras ciudades: raza obscena y ventruda, murmurando en todas las tertulias. Acodada en todos los corredores o pasillos que no le proporcione ganancias inmediatas”.

“Oxígeno Palaciego: Mi séquito, reducido a lo indispensable o a lo exquisito, velaba por mantener la libertad de mis movimientos y para que padeciera llegase fácilmente hasta mí”.

Saqué algunas frases memorables como estas: “Demasiados caminos no llevan a ninguna parte”. “Nuestro gran error consiste en tratar de obtener de cada hombre en particular virtudes que no posee, descuidando cultivar aquellas que posee”.

Ojalá estas memorias de Adriano lo pongan en práctica los futuros gobernantes del Cesar.

Columnista
31 julio, 2019

Lo que puede ser la guía para un buen gobernante

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Alberto Herazo P.

Ahora que estamos próximos a elegir a nuestros gobernantes llámense gobernadores, alcaldes, diputados y concejales, no sería malo recordarles lo que puede ser la guía para un buen gobernante. El emperador Adriano marcó en la historia de Roma uno de los períodos más progresistas como reformador de la administración pública. Las obras públicas ganaron un […]


Ahora que estamos próximos a elegir a nuestros gobernantes llámense gobernadores, alcaldes, diputados y concejales, no sería malo recordarles lo que puede ser la guía para un buen gobernante.

El emperador Adriano marcó en la historia de Roma uno de los períodos más progresistas como reformador de la administración pública. Las obras públicas ganaron un esplendor y en servicio a la comunidad. Entendió que las contribuciones o impuestos no deben ser agobiantes sino racionales. Su mandato sobresalió por su pulcritud, la dinámica, la justicia.

Margarita Yourcenar empleó 27 años estudiando esta personalidad.“Me complace, dice, en hacer y deshacer el retrato de un hombre que casi llegó a la sabiduría”. “Memorias de Adriano” es el libro del buen gobernante y por el que deberían orientarse todos los gobernantes, incluido el Presidente de la República.

“El ejercicio del poder: Somos funcionarios públicos, no césares. Razón tenía aquella querellante a quien me negué cierto día a escuchar hasta el fin, cuando me gritó que si no tenía tiempo de escucharla, tampoco lo tenía para reinar”.

“La burocracia: Parte de mi vida y de mis viajes ha estado dedicada a elegir los jefes de una burocracia nueva, a adiestrarlos, hacer coincidir las aptitudes con las funciones, proporcionarle empleo a la clase media de la cual depende el Estado. Veo el peligro de estos ejercicios civiles y puedo resumirlo en una palabra: rutina”. “(No se trata de cambiar, vicio muy nuestro llamado clientelismo político, sino capacitar a los servidores públicos para que sean eficientes y honestos)”.

“La ciudad civilizada: Quería que todas  las ciudades fueran espléndidas, ventiladas, regadas por aguas limpias, pobladas por seres humanos cuyo cuerpo no se viera estropeado por las marcas de la miseria o la servidumbre, ni por la hinchazón de una riqueza grosera”.

“Los impuestos opresores: Me opuse al desastroso sistema de impuestos que por desgracia se sigue aplicando aquí y allá”.

“Diferencias sociales: Parte de nuestros males proviene de que hay demasiados hombres vergonzosamente ricos y desesperadamente pobres”.

“Los intermediarios”: Se necesitan las leyes más rigurosas para reducir el número de intermediarios que pululan en nuestras ciudades: raza obscena y ventruda, murmurando en todas las tertulias. Acodada en todos los corredores o pasillos que no le proporcione ganancias inmediatas”.

“Oxígeno Palaciego: Mi séquito, reducido a lo indispensable o a lo exquisito, velaba por mantener la libertad de mis movimientos y para que padeciera llegase fácilmente hasta mí”.

Saqué algunas frases memorables como estas: “Demasiados caminos no llevan a ninguna parte”. “Nuestro gran error consiste en tratar de obtener de cada hombre en particular virtudes que no posee, descuidando cultivar aquellas que posee”.

Ojalá estas memorias de Adriano lo pongan en práctica los futuros gobernantes del Cesar.