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Columnista - 6 agosto, 2020

Lo atípico de las elecciones a la Gobernación del Cesar

En las próximas elecciones atípicas a la Gobernación del Cesar las cuentas -las de los votos y las de la plata- serán distintas y el comportamiento electoral también. Habrá menos votos, menos de los 551 mil del año pasado y no correrán ríos de dinero. Dado que no se verá la montonera de candidatos a […]

En las próximas elecciones atípicas a la Gobernación del Cesar las cuentas -las de los votos y las de la plata- serán distintas y el comportamiento electoral también. Habrá menos votos, menos de los 551 mil del año pasado y no correrán ríos de dinero.

Dado que no se verá la montonera de candidatos a las alcaldías, concejos y asamblea habrá menos voto amarrado, menos clientelismo, menos efectivo moviéndose de mano en mano y menos gente tocando puertas y pidiendo el voto, no existirán coaliciones de candidatos y habrá más espacio para el voto de opinión.

Las elecciones atípicas son así. No son normales. Ni la lógica electoral es la misma. Ni los grupos políticos podrán traer, bajo la lógica de uno más uno son dos, sus bolsas de votos -los que dicen tener- para elegir Gobernador porque el endoso de sufragios no se trasladará automáticamente. Así no funcionará y ello puede significar que la elección la puede hacer más que los políticos de siempre, la ciudadanía desde las redes sociales.

Además, estas justas tendrán otra particularidad: el covid-19.

Ello hará que las manifestaciones en plazas públicas y aglomeraciones sean las grandes ausentes. La campaña se moverá principalmente en las redes sociales y en los medios de comunicación; su espacio será más virtual que presencial y por ahí transitarán las fake news y los mensajes de los candidatos. Será una campaña realizada desde la distancia social. El voto se decidirá en el silencio personal y no en el ruido ensordecedor de la campaña.

Y para conectarse con el elector el candidato debe transmitir 2 mensajes:

El primero es la reactivación económica, el bolsillo de la gente. Los temas de pobreza, ingresos y empleo serán el centro de la mesa, del debate, del interés del sufragante. El gobernante deberá hacer uso intensivo de las regalías pero no en obras de cemento, ni en parques ni obras faraónicas ni en un centro de la cultura vallenata, ni casas en el aire que están quedando como su nombre, en el aire sino en inversiones que generen empleo, ingresos y agreguen valor.

Entre el 2016 y 2019 el 40 % de las regalías se gastaron en cemento, el 1 % en conocimiento y el 3 % en el agro y muchas están mal hechas. Hay que pensar para dónde hay que llevar al Cesar porque de no ser así, cuando llegue el pos carbón puede quedar en el limbo, sin saber qué camino tomar, ni dónde estar. Ni aquí ni allá ni aculllá. ¡Noqueado! y ¡confundido!

El segundo es la indignación por la corrupción que se pavonea en el Cesar. Robarse los recursos de la pandemia es indignante. Y esa es la otra bandera de campaña, pero el candidato debe tener la capacidad de encarnar la indignación, de sentirla y expresarla desde el convencimiento y la emoción. Y si quiere ganarle a la maquinaria y al entramado debe tener “aroma”, transmitir confianza y credibilidad, ser carismático, no seco, ni frío, ni distante sino cálido y afectuoso.

Columnista
6 agosto, 2020

Lo atípico de las elecciones a la Gobernación del Cesar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Enrique Herrera Araujo

En las próximas elecciones atípicas a la Gobernación del Cesar las cuentas -las de los votos y las de la plata- serán distintas y el comportamiento electoral también. Habrá menos votos, menos de los 551 mil del año pasado y no correrán ríos de dinero. Dado que no se verá la montonera de candidatos a […]


En las próximas elecciones atípicas a la Gobernación del Cesar las cuentas -las de los votos y las de la plata- serán distintas y el comportamiento electoral también. Habrá menos votos, menos de los 551 mil del año pasado y no correrán ríos de dinero.

Dado que no se verá la montonera de candidatos a las alcaldías, concejos y asamblea habrá menos voto amarrado, menos clientelismo, menos efectivo moviéndose de mano en mano y menos gente tocando puertas y pidiendo el voto, no existirán coaliciones de candidatos y habrá más espacio para el voto de opinión.

Las elecciones atípicas son así. No son normales. Ni la lógica electoral es la misma. Ni los grupos políticos podrán traer, bajo la lógica de uno más uno son dos, sus bolsas de votos -los que dicen tener- para elegir Gobernador porque el endoso de sufragios no se trasladará automáticamente. Así no funcionará y ello puede significar que la elección la puede hacer más que los políticos de siempre, la ciudadanía desde las redes sociales.

Además, estas justas tendrán otra particularidad: el covid-19.

Ello hará que las manifestaciones en plazas públicas y aglomeraciones sean las grandes ausentes. La campaña se moverá principalmente en las redes sociales y en los medios de comunicación; su espacio será más virtual que presencial y por ahí transitarán las fake news y los mensajes de los candidatos. Será una campaña realizada desde la distancia social. El voto se decidirá en el silencio personal y no en el ruido ensordecedor de la campaña.

Y para conectarse con el elector el candidato debe transmitir 2 mensajes:

El primero es la reactivación económica, el bolsillo de la gente. Los temas de pobreza, ingresos y empleo serán el centro de la mesa, del debate, del interés del sufragante. El gobernante deberá hacer uso intensivo de las regalías pero no en obras de cemento, ni en parques ni obras faraónicas ni en un centro de la cultura vallenata, ni casas en el aire que están quedando como su nombre, en el aire sino en inversiones que generen empleo, ingresos y agreguen valor.

Entre el 2016 y 2019 el 40 % de las regalías se gastaron en cemento, el 1 % en conocimiento y el 3 % en el agro y muchas están mal hechas. Hay que pensar para dónde hay que llevar al Cesar porque de no ser así, cuando llegue el pos carbón puede quedar en el limbo, sin saber qué camino tomar, ni dónde estar. Ni aquí ni allá ni aculllá. ¡Noqueado! y ¡confundido!

El segundo es la indignación por la corrupción que se pavonea en el Cesar. Robarse los recursos de la pandemia es indignante. Y esa es la otra bandera de campaña, pero el candidato debe tener la capacidad de encarnar la indignación, de sentirla y expresarla desde el convencimiento y la emoción. Y si quiere ganarle a la maquinaria y al entramado debe tener “aroma”, transmitir confianza y credibilidad, ser carismático, no seco, ni frío, ni distante sino cálido y afectuoso.